Capítulo 39

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¿Qué estás haciendo Samanta?

Me sonrojé por lo que hice. ¿En qué estaba pensando? ¿Qué hago? No sé que hacer... Creo que lo mejor es ir apartándome poco a poco.

Sus ojos estaban como platos y mis nervios iban a más. No sé de dónde a salido ese impulso, me estoy comiendo la cabeza demasiado rápido.

En un movimiento de ninja, rápidamente me agarró y me besó.

Lo hizo.

Lo miraba sin comprender nada pero poco a poco iba cerrando los ojos junto a los suyos. En unos segundos de rigidez, mi cuerpo iba tranquilizandose y mis músculos iban relanjándose de la tensión del momento.
De repente, la perrita soltó un pequeño ladrido haciéndome volver a la realidad.

Me aparté de él rápidamente por la vergüenza, no quería mirarle pero algo en mí me decía que siguiera, notaba la palpitación del corazón aumentar.

- ¿Qué acabo de hacer?- susurré.

- Lo-lo siento... Si te ha incomodado.- dijo poniéndose en pie y muy vergonzoso.

Le miré, no podía quedarme sin más, era un sentimiento de peligro... De saber que algo malo iba a pasar en cualquier momento y no podía volver atrás.

Le volví a besar.

Quería esos labios al menos una vez más, aunque luego me arrepentiría por lo que estaba haciendo. Era un error pero lo prohibido me fascinaba, esos impulsos no los podía controlar, tenían vida propia y esa vida parecía que era Ángel.
Iba acercandome más a él, quería estar mas cerca...

En un momento dado, sus labios se separaron de sopetón y se escuchó un tremendo golpe.

Miré sorprendida hacia abajo.

- Bueno, pues... Un corte de rollo ¿no?- reí al saber que la había cagado.- río él.

- Bueno, dime tú.- dije evadiendo la pregunta, me di la vuelta para coger a la perrita.- Ven Cirilla.- llamé buscándola.

Después de ese beso. Jugamos con Cirilla. Hablé con Ángel, reímos juntos. Ese sentimiento de felicidad estaba volviendo a florecer pero sabía que algo iba a pasar.

De tanto rato de jugar, hablar y reír. Mis inseguridades aparecieron. Esas inseguridades que siempre me arrebatan todo, todo lo que quiero.

Miles de preguntas recorrían mi mente.

¿Y si él me miente? ¿Y si él sólo quiere jugar conmigo? ¿Podría aprovecharse de mí? ¿Podría hacerme daño? ¿Podría salir todo mal? ¿Y si es como Chris?

- Ángel, debo irme. Mañana tengo cosas que hacer.- dije preocupada mirando la hora. Eran las 22.05.

- Claro, te suelto en un momento.- respondió incorporándose.

En todo el camino no le volví hablar del tema. A veces me miraba por el retrovisor y yo evadía su mirada. No podía estar con él. Todas las relaciones fracasan de alguna manera y no quería dar todo mi amor hacia un persona que después se podría ir sin más y dejarme otra vez sola.

Me bajé y quería ir a mi portal. No quería decirle nada. Se avecinaba un tremendo nudo en la garganta pero me cogió la mano y me giré para mirarle.

- Ángel, lo de hoy...- dije seriamente mirando hacia la nada.

- ¿Te ha incomodado verdad?- preguntó con desilusión.

- No es eso, pero veo que no va a funcionar. Tengo problemas conmigo misma y estoy muy ocupada. Podemos ser amigos. No me lo tomes en cuenta ¿vale?- expliqué sin dar más detalles, cabizbaja y triste.

Giraba la cerradura del portal y se quedó callado como pensativo. Lo mejor es dejarlo así...

- Espera.- me dijo tomándome la mano.

Le miré con los ojos vidriosos y me marché, no quería mirarle por más segundos porque me pondría peor.

Anduve hasta el ascensor con mi vista borrosa por mis lágrimas que iban a salir en cualquier momento.

Apreté el pulsador y esperé. ¿Qué acabo de hacer? ¿Por qué he echo eso? ¿Por qué le dije eso? Ahora me arrepiento tanto... Conozco a una persona que se ve agradable y me hace feliz pero la cago.

Mis lágrimas empezaron a recorrer mi rostro y mi nariz se empezó a taponar.

- ¡Mierda de sentimientos!- grité con malhumor.- ¡Ohg! Qué asco de verdad...- continúe maldiciendo.

Me soné la nariz y se abrió las compuertas del ascensor, dejando ver a... ¡Juan liándose con un tío!

- ¿Qué coño?- dije sin querer tapándome la boca con las manos.

Los dos se giraron y Juan se sonrojó.

- ¿Te da asco ver a dos tíos liándose guapa?- preguntó el otro mirándome de arriba hacia bajo.

Me tomó por sorpresa sólo se me escapó.

- Ehm...No.- balbuceé en mi defensa.

- ¿Es esta tipa la que te largó?- preguntó a Juan.

Su acento era de latinoamérica y por como se veía de tono de piel, tenía que ser colombiano o de por ahí.

- Sí, es esa.- contestó revolviéndose el pelo.

- Tiparraca pendeja.- contestó él mirándome con asco.

- ¿Perdona? ¿Qué acabas de decir?- pregunté cabreada.

- Nada, aparta de nuestro camino.- habló Juan.

Salieron y me apartaron con un empujón.

- Pero tu quién mierda te crees fregona de la vida.- contesté yo empujandoles.

- Mira tú a mí no me toques mija.- gritó él.

Me metí en el ascensor, apreté el botón y les eché un escupitajo.

- ¡Pero qué asco dios mio!- gritó nuevamemte el colombiano.

- Qué sepas que te está usando como muñeco de trapo porque me quiere a mí y te usa para llenar el vacío que tiene él. ¡Adiós bitches!- canturreé mientras se cerraba la puerta del ascensor.

Vi la ira en los ojos de Juan y al colombiano maldecir cosas y gritarme.

Mientras subía oí decir homófoba. Yo no soy homófoba, sólo me sorprendí ver a Juan que supuestamente estaba enamorado de mí, liarse con un hombre y yo estaba en mi fase de depresión de portal pues se me escapó ese comentario.

Cuando llegué arriba me tranquilizé un poco, entre darle ese corte de rollo a Ángel y medio pelearme con los otros dos. Me sufuro.

Entré a mi casa y vi a Alejandra tapada viendo la televisión.

- Hola Sami.- saludó levantando la mano.

- Hai Ale.- repetí pero mi seriedad salió a luz.

Vi que me miró  extrañada. Me dirigí a mi cuarto y me desvestí.

Otra vez mis pensamientos volvieron a invadirme y mi "depresión" salió de nuevo.

Mientras  me amargaba poco a poco, me puse mi pijama y me hice un moño caído. Estaba cansada y quería mimos.

Al salir de mi cuarto me senté en el sofá apoyando mi cabeza en el hombro de Alejandra y tapándome hasta el cuello.

- Dime que te ha pasado.- habló Alejandra sin dejar de mirar a la televisión.

- Que la he cagado.- solté con un nudo en la garganta.

Se giró y me vió medio llorando con los ojos rojos. Me abrazó y me dejó unos segundos de lamentos.

- Tranquila...Sh...- me dijo acariciándome el cabello.

- Es que novea tía...- sollozé limpiándome el rostro.

Ella me cogió de los dos hombros y me miró fijamente. Me puso nerviosa e intenté calmarme.

-¿Sabes lo qué tienes que hacer?- me preguntó soplandome para que se enfriara mi cara.

- ¿Qué?- pregunté ya calmada y respirando hondo.






Amor MotoristaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora