Capítulo 21

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- ¿¡QUÉ¡?-grité entusiasmada.

- A ver, no es seguro pero a notado dos latidos de corazones distint...- habló ella sin terminar la frase porque ya la estaba abrazando casi asfixiando.

- ¡Qué entusiasmada estoy!- le dije alegre.

- Pero que no lo sé... Es que dos bebés es un tirón, jejeje...- contestó ella arreglandose un mechón de cabello y intentando volver a respirar de nuevo.

- Ya pero yo te ayudo, tú no te preocupes.- le respondí con una sonrisa sincera.

- Estoy muy nerviosa, y todavía estoy sólo de 1 mes y 2 semanas.

- ¿Pero cómo pueden saber ya que pueden ser dos?-pregunté pensativa.

- Es alta tecnología, y muy avanzada y certera.

- Ah... Claro ya todo tiene sentido.

- Pues sí.

La abracé de nuevo y me levanté para quitarme la ropa.
Me puse mi pijama y Alejandra me dijo:

- Otra cosa.

- ¿Sí?-pregunté mientras me ponía cómoda en el sofá.

- Yo no tengo casa y aquí a vivir no podré estar.

- Es verdad...

Hacía unas semanas que ella estaba viviendo aquí, en mi casa.

- Sí puedes estar, traete tu ropa y viviras aquí temporalmente ¿qué te parece?- continúe.

- No quiero ser una carga para ti, además no estoy trabajando ni nada.- me respondió con cara de preocupación.

- ¿Te busco un trabajo y cuando tengas más barriga te das de baja por maternidad?¿No?- afirmé con esperanza.

- Vale pero... ¿dónde consigo trabajo?- preguntó abriendo la computadora.

- Conozco una tienda de ropa de niños que necesita un ayudante o dependiente/a.

- ¿Cómo se llama?- dijo tecleando en el buscador.

- Se llama kidsmoda.- respondí encendiendo mi celular.

- Ajám...- contestó esperando a que cargara la página de la computadora.

Mientras, estaba mirando las notificaciones de mi celular. Y a los minutos me llegó un mensaje de Adrián, el chico de la ensalada.

- Heyy, como estas??

- Muy bien, acabo de llegar a mi house.

- Jajajaja, cuando podremos quedar y vernos.

- No lo sé, mañana trabajo.

- ¿Pasadomañana?

- No puedo, tengo que ayudar a mi mejor amiga con unas cuantas cosas.

Pensé que estaría ocupada toda la semana y no tendría tiempo de verle.

- Ufff...¿estarás muy ocupada mañana al menos para chatear o para llamar?

- No, tendré un hueco para llamarte.

- Dame tu número y hablamos, no por instagram que es más incómodo.

Le di mi número de teléfono y enseguida me agregó.

- Samanta, ¿es esta tienda?- me dijo Alejandra pero sin querer la ignoré.

- Samanta.- me volvió a llamar.

-¿Si?- le dije mirándola sin expresión.

- ¿Con quién chateas?- me preguntó arrebatándome mi celular de las manos.

- ¡Con nadie!- respondí intentando coger de nuevo mi celular.

Me miró sorprendida.

- ¿¡Adrian!?¿¡El chico de la ensalada!?- preguntó sorprendida.

- ¡Sí!¿Algún problemita?- le respondí quitándole por fin el celular de las manos.

- Ya veo, ya veo...- me sonrió pícaramente.

Me reí y pasé de ella.

- ¡Eh! No has contestado a mi pregunta.

- ¿Cuál?

- ¿Es esta tienda?

- Si, pesadilla.

- Vale, foca de mar.

Estos apodos...

***

Eran las ocho y media de la mañana y tuve que ir a trabajar, antes de salir le dejé una nota con dinero a Alejandra.

"Buenos días querida pesadilla, te dejo dinero para que busques trabajo o lo que sea, ve a casa de tu madre y traete tu ropa y lo que necesites, estaré trabajando y saldré a las tres de la tarde, un besote"

***

- ¡Buenos días Carol!- saludé a mi compañera.

- ¡Cuánto tiempo encargada!¿Cómo estas?- preguntó limpiando las mesas.

- Muy bien, ¿y tú?- hablé mientras brillantaba los vasos.

- Pues nada, aquí seguimos, jaja...

Reímos.

- Hey Samanta.- saludó Saúl con un toque en el hombro.

- Hey...¿Dónde está José?- pregunté.

Me resultaba extraño que no estuviera aquí.
Cuando dije eso, los dos se miraron y pusieron una cara de preocupación.

- ¿Qué pasa?- pregunté intrigada y preocupada.

- Díselo tú, Saúl.- dijo Carol apartando la mirada hacia mí.

Los dos se dirigieron hacia donde yo estaba y me dijeron...

- Em... José ha sufrido... Joder...- respondió Saúl.

- ¿Qué ha sufrido?¡Decidlo ya!- dije preocupada y un poco enfadada porque no decían nada.

- Ha tenido un accidente de coche el otro día... Y está en coma...

- ¿Qué?

- Samanta, ¿estas bien?

- No, no.

Tuve que sentarme en una silla porque me dió un mareo, Carol me trajo un vaso de agua y lo tomé rápidamente.
Se sentaron a mi lado.

- ¿Por qué no me avisasteis?- pregunté  seria.

- No sabíamos como ibas a reaccionar.- afirmó Carol.

- Tenemos que cerrar la tienda por un tiempo, no podemos estar así. Sin José.- respondí yo cogiendo mi bolso.

- ¿Cerramos ahora?- preguntó Saúl.

- Sí, ¿En qué hospital está y cuál habitación?

Me dió la dirección y el número de habitación donde se encontraba José.

Tenía que verlo, cómo él hizo una vez por mí...

Amor MotoristaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora