Capítulo 30

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Subí a la superficie y respiré hondo.

El agua estaba fría y vi a los demás, pero estaban preocupados.

- ¿Qué pasa?- dije yo abriendo la boca para respirar más profundo.

- ¿Dónde está Samanta?- respondió Alejandra preocupada.

- ¿Ha caído bien?- preguntó Denise mirando al agua.

- La buscaré.- dijo Jorge hundiéndose en el agua.

Hize lo mismo, abrí los ojos y escocían pero tenía que encontrar a Samanta.

Estaba asustado cuando la vi borroso en el fondo del océano.

Bucee hasta llegar a ella y cogerla de los brazos.

- ¡Ayudadme!- grité nervioso.

Enseguida nadaron hasta a mí y me ayudaron a llevar a Samanta hasta la orilla.

Una vez allí...

Alejandra estaba con los ojos vidriosos, Denise la abrazaba, Jorge estaba marcando el teléfono.

Pusimos a Samanta en la arena, estaba pulsando su pecho para que saliera agua. No respondía.

- ¡Van a cojer el puto móvil de una puñetera vez Jorge!- grité enojado y asustado.

- ¡Eso es lo que intento!¡Es la mierda de señal, que no hay!- contestó tirando el móvil a la arena con fuerza.

- Ayudala por favor Ángel.- me dijo llorando Alejandra.

La miré a los ojos y sentí que podíamos perderla, a ella, a Samanta.

Miré a Samanta, estaba pálida, con su boca entreabierta y no respiraba.
Tenía que hacer algo, sino sería tarde.

Hize fuerza en la parte de su tronco, una y otra vez. Vomitó un poco de agua y volvía en sí, sólo le faltaba oxígeno.

Me agaché y puse mi oído en su boca para ver si respiraba y así era, me mojé los labios con la lengua y me dirigí hacia esos labios.

Pasé mi oxígeno a su interior, una y otra vez hasta que, sus labios empezaron a moverse con los míos, en un suave y lento beso apasionado.

Sus labios encajaban con los míos a la perfección pero caí en la cuenta, le estaba pasando oxígeno y no me gustaba ella.

Me separé rápidamente de ella y me alejé de ese incómodo momento.

Todos me miraban sorprendidos, y estaba sonrojado. Quería salir de allí pero no podía.

Escuché toser a Samanta, y vi de reojo Alejandra correr hacia ella para ver si estaba bien.

- ¿Que boca a boca no hermano?- escuché decir a Jorge.

Lo miré con una mirada amenazadora.

- Vale,vale. Tranquilo...- dijo con las manos en alto y dándose la vuelta para ir donde estaba Denise.

- ¿Qué me ha ocurrido?- habló Samanta incorporándose con ayuda de su amiga.

- Has perdido la respiración porque habías tragado mucha agua.- explicó Denise recogiendo el móvil de Jorge del suelo para dárselo a él.

- ¿Quién me ha salvado?- preguntó ella tocándose los labios.

- Ha sido él.- confesó Jorge con una sonrisa.

Ella me miró a los ojos, se sonrojó y quitó los dedos de sus labios, en cambio, yo también me sonrojé por recordar el momento.

Todos miraban la escena atentamente y eso me incomodaba demasiado.

- Bueno...- habló Jorge sentándose en la toalla.- Ahora toca estar tranquilitos...- continuó abriendo su bocadillo.

Me dirigí hacia mi toalla para sentarme y comerme mi delicioso bocata.

Mientras comía pensaba en el momento, sus labios me atraían, quería mucho más de ellos pero no podía, estoy seguro de que ella no me gusta.

***

Estábamos recogiendo las cosas de la playa para irnos de ese precioso lugar.

Me acerqué a la orilla para ver el atardecer, sus colores rosas y naranjas se mezclaban en el cielo con una vista digna de ver.

Oí unos pasos dirigirse hacia mí pero no quise saber quien era.

- Es realmente hermoso...- dijo Samanta mirando la escena.

- Lo es...- respondí sin quitar la mirada.

- Oye... Quería decirte...- habló girándose para mirarme a los ojos.

Hize lo mismo y la observé, cada detalle de su rostro para gesticular una palabra que le costaba decirla me encantaba...
Poco a poco se sonrojaba y me miraba fijamente con esos ojos color miel con el contraste de la tarde era una belleza máxima.

- ¿Si...?- contesté.

- Gracias por haberme salvado de las profundidades de ese océano.- dijo al fin.

- No ha sido nada, no te preocupes.- respondí tocándole el hombro.

Ella me miró con ojos esperanzados con llenos de ilusión y agradecimiento.

Lentamente se acercó a mí pero sin dejar de mirarme fijamente. Posó su cabeza en mi pecho y cerramos los ojos.

Ese acto me marcó de por vida...

Amor MotoristaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora