Capítulo 31

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—Entonces ¿tú eres su novia? —inquirió el pequeño Kevin sentado al lado de su hermano.

—No es mi novio —aclaró viendo cómo Max arqueaba las cejas.

—Menos mal —suspiró el niño dramáticamente—. Las novias son malas.

—¿Por qué dices eso?

—Porque Jessica no me dejaba estar con él. Cuando iba a casa me dejaba jugando a los coches y se lo llevaba al cuarto para jugar a los doctores, pero cerraba la puerta y no me dejaban jugar con ellos, además se divertían porque hacían ruido...

—¿Por qué no vas a jugar con esos chicos? —lo interrumpió Max bruscamente—. Te veré desde aquí, anda —relajó su tono.

El pequeño niño de 6 años asintió energéticamente con la cabeza, saltó de su asiento y se dirigió hacía un grupo de chicos que estaban jugando con la vigilancia de sus madres.

Catalina proceso un poco la información, no se podía creer que Max tuviera sexo con la novia mientras dejaba a su hermanito jugando solo. Y aunque eso probablemente había pasado tiempo atrás, ella se sentía celosa de esa tal Jessica. Decidió que no se molestaría en pensar más en el tema, el pasado era pasado.

—Ok, tu hermano es un poco...

—Chismoso —terminó él—. Lo siento.

—¿Por qué te disculpas? —preguntó curiosa.

—No sé —admitió—. Eso fue hace más de un año.

—No me tienes que dar explicaciones, Max. —Trató de sonreírle.

—Dime, Cat. ¿Yo te gusto? —Max cambió de tema agarrándola de la mano haciendo que suspirara inaudiblemente—. Necesito saber si tengo una oportunidad contigo.

Ella quería decirle que sí. Que definitivamente se veía teniendo una relación con él... pero no a distancia. Max se iría con el tiempo, tenía que regresar a la universidad y ella empezaría en la suya. Cada uno viviría el día a día, hablarían por teléfono, por videollamadas, pero, ¿dónde quedaría el contacto físico? Los abrazos, los besos. Las relaciones a larga distancia no eran lo de ella, no podría estar de novia con alguien que vivía en otra ciudad. Ella tenía confianza tanto en ella cómo en él, pero la incertidumbre siempre estaría presente. Un pro de todo eso era que el padre de él vivía allí, por lo que Max podría llegar de visita cada seis meses en vacaciones si contaba con el dinero suficiente, o incluso Catalina podría viajar a Bogotá, pero no era tan fácil como se veía.

Quería decirle que si, que quería estar con él mientras pudieran, que quería disfrutar del momento, del tiempo que él estaría allí, que podrían salir más, conocerse mejor. Pero no quería enamorarse, no quería que llegará el día en que él tendría que irse.

—Max...

—¿Catie? —La llamó alguien detrás de ella.

No tuvo que girar para saber de quien se trataba, sólo había una persona que la llamaba de esa manera.

Ben.

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