Capítulo 47

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Cuando llegaron a su casa, Max le dijo que sentía que estaba compartiendo algo más importante con ella por el hecho de conocer su hogar, Catalina le dijo que pasara y que podía subir a su habitación si así quería, él claramente no se negó.

—Me gusta que seas ordenada —comentó viendo como Cat buscaba entre su armario.

—Seré la única. —Miró sobre su hombro para sonreírle.

—¿Qué me estás queriendo decir?

—Nada.

Soltó un pequeño chillido cuando sintió los brazos de Max rodeándola por la cintura, le dió un beso en su cuello haciendo que se le erizara la piel.

—Max —susurró ella, pero si él la escuchó no hizo caso porque la abrazo más fuerte y siguió en lo que estaba.

Sin aguantar un segundo más se dió la vuelta y notó que él tenía los ojos más oscuros mientras la miraba con deseo.  Estampó sus labios contra los suyos y la abrazó más fuerte, como si quisiera hacer parte de ella.

Catalina rodeó el cuello de Max con sus brazos, luego fue el turno de sus piernas cuando él colocó ambas manos en su trasero para levantarla. Tenerlo de esa manera contra ella hizo que se sintiera de maravilla.

En realidad se sentía bien, demasiado bien para considerarse adictivo.

Estaba tan perdida en las sensaciones que estaba experimentando, que cuando se dio cuenta ya Max la tenía aprisionada contra la cama. Se separaron respirando agitados, se miraron un momento pero ninguno tenía palabras que decir, sus acciones lo decían todo.

La mano de Max entró por el costado de Catalina levantando la blusa a su paso con delicadeza. Esa vez fue ella quien empezó el beso. Max buscó acomodarse entre las piernas de ella que cada vez se veía más afectada y sonrojada por la situación. Gimió en voz baja cuando él comenzó a mover las caderas contra las suyas, para ese momento había enterrado su cabeza entre su cuello y su hombro dejando varios besos en el lugar. Con la mano de Max subiendo poco a poco por su estómago para llegar a sus pechos y moviéndose de esa manera, le hizo querer que ese momento no terminara nunca. Al sentir que se había quedado quieto fue ella quien lo aprisionó con las piernas.

—Me vuelves loco, Cat —gimió en voz baja levantado la cabeza para verla—. ¿Tú quieres...?

—Sí —esa respuesta al parecer era la que estaba esperando Max porque tomó una bocanada de aire viéndose más excitado de antes.

—¿Tú ya has...?

—Sí —lo interrumpió ella sabiendo que era lo que iba a preguntar—. No soy virgen.

Apenas terminó de hablar lo atrajo más hacía ella para besarlo, quería hacerlo olvidar lo que sea que estuviera pensado... y funcionó.

—Te amo.

Desde ese momento todo fue hermoso y perfecto. Max se mostró atento con ella, la trató con suavidad y no dejaba de hablarle de esa manera tan tierna que la volvía loca. Desde ese momento supo que no quería que nada de eso acabara. Incluso sabiendo que se tendrían que separar pronto, quiso darse esperanzas, ella al igual que él haría que todo funcionara.

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