Capítulo 37

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Catalina sonrió guardando el celular en su pequeño bolso, le gustaba bromear de esa forma con él.

Subió con pasos confiados las escaleras, cuando llegó al segundo piso se colocó frente a la puerta y llamó. Max le gritó que pasara.

La habitación era más grande de lo que imaginó y de color verde pálido con todo bien ordenado.

—¿Duermes aquí con tu hermano?

—No, él duerme en la misma habitación que Luisa.

Estaba sentado en la cama con la vista fija en la pantalla del televisor mientras fumaba un cigarro. Ella hizo una mueca que no pasó desapercibida para él.

—¿Te molesta? —le preguntó señalado el cigarro.

—El olor me da dolor de cabeza —dijo con una sonrisa de disculpa.

—Esta bien. —Le sonrió Max apagándolo sobre la madera de la mesita de noche. Se puso de pie y lo botó en la basura—. No creas que siempre estoy fumando, rara vez lo hago, es solo cuando me siento ansioso.

—¿Estas ansioso ahora?

—Tenerte al lado me hace sentir muchas cosas... ardientes. —Le confesó mirándola.

Ella sonrió genuinamente y apartó la mirada.

—¿Jugamos? Quiero ver que tan bien te mueves. —inquirió él.

—Te ganaré.

—Ya veremos.

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