Capítulo 32

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Cuando escuchó a Ben lo primero que hizo fue fijarse en que la mano de Max seguía sobre la de ella, quizá fue por instinto, pero la retiró como si su tacto le quemara. Un segundo después se golpeó mentalmente, no quería que él fuese a pensar que alejó su mano porque estaba avergonzada. Fue algo inconsciente.

Max apartó la mirada de ella para ver a su hermano, Catalina miró también y se dio cuenta que Kevin había dejado de jugar y los miraba curiosos. Maximiliano no dijo nada cuando se puso de pie bruscamente para dirigirse a su hermanito.

Después de haberse ido, Ben tomó asiento en el mismo lugar. Catalina estuvo a punto de decirle que se levantara, pero probablemente sonaría como algo tonto.

—¿Qué haces aquí? —Sin querer su pregunta sonó grosera.

—Vine a hablar de unas cosas con mamá en el trabajo —explicó Ben mirándola atentamente—. ¿Quién es él?

—Él es... Max. —Miró hacía dónde el mencionado, que en ese momento le daba la espalda.

—No sabía de Max. ¿Vive cerca?

Estuvo a punto de decirle que él no tenía porque saber todo de ella, pero Ben era casi como su mejor amigo, además no quería llamar más la atención sobre Juancho.

—No.

El castaño empezó a hablar durante aproximadamente cinco minutos sobre el nuevo trabajo que había conseguido y lo emocionado que estaba. Mientras tanto, Catalina lo único que hizo fue asentir todo el tiempo, ella tenía en su punto de mira a Max que estaba jugando con Kevin, y cuando vio que ambos se acercaron se tensó en su asiento.

—Nosotros nos vamos —informó Max observándola con una mano sobre los hombros de su hermano.

—¿Ya? —Trató de no sonar decepcionada.

—Sí, Kevin quiere volver a casa.

—Sí —lo secundó el pequeño—. Tengo sueño, quiero dormir.

Catalina miró a los tres chicos que tenía frente a ella, quería decirle a Max que se quedara, que tenían que hablar de algo serio, pero Kevin ya se estaba poniendo impaciente y Ben no parecía tener intención de levantarse del asiento.

—Claro. —Se resignó.

Le molestó y dolió un poco que Max no le hubiese sonreído desde que llegó Ben, estaba serio y su tono de voz era seco, no tenía que ser adivina para saber el porqué.

Se despidió de ella con un solo asentimiento, dió media vuelta para irse y cuando dieron apenas unos pasos, el niño giró hacia ella con una gran sonrisa.

—¡Adiós, cuñada! —gritó.

Catalina casi se atragantó, pensó que ese niño no la quería como novia y luego va y le grita cuñada. Eso bastó para que Max la mirará sobre su hombro con una sonrisa cómplice y un guiño. De seguro le había pedido a Kevin que dijera eso.

—¿Cuñada? —inquirió Ben tratando de no sonar molesto.

Catalina prefirió no responder y cambió rápidamente de tema.

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