Capítulo 41

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Catalina movia su pie impacientemente esperando a que le abrieran la puerta. Max no tardó en hacerlo y la recibió con un corto beso en la mejilla, le sonrió y la invitó a pasar.

—Huele a quemado —comentó arrugando un poco la nariz.

—¿En serio? —Max fingió estar sorprendido pero no dijo más nada.

La invitó a su habitación un rato y ambos subieron en silencio.

—¿De qué querías hablar? —preguntó ella.

—Calma. Acabas de llegar. Ven, siéntate.

Me sentaré en la silla, murmuró Cat viendo que él le dejaba un espacio a un lado de la cama. Max la miró con mueca de fastidio fingida pero no le duró mucho porque casi de inmediato empezó a mirarla divertido.

—¿Qué te pasa?

—Nada. —Negó ante la pregunta de la chica.

—Okay —susurró Catalina ante la mirada profunda de Max—. Hablemos de...

—Nosotros —terminó por ella.

—No iba a decir eso.

—Pero yo sí.

—Bien —dijo a regañadientes—. También he pensado en esto, creo que...

—Me gustas, lo sabes.

—¿Quieres dejar de interrumpir? —lo regañó.

—No. —Le sonrió travieso—. Ahora hablando en serio, sabes lo que siento.

—Lo sé, tú también me gustas. —Cat admitió, de nada valía negar algo así, no sólo lo engañaría a él sino a ella misma también—. Pero...

—Ya deja el misterio, di todo lo que quieras decir, desahógate.

—Ya lo admitimos, es obvio que nos sentimos atraídos. Pero te irás, tarde o temprano dejarás la ciudad para volver a tu vida. No me van las relaciones a distancia, podríamos hablar por teléfono, cualquier cosa pero nunca es lo mismo que estar físicamente juntos; salir un fin de semana, ver una película juntos, todas esas cosas.

—Ni siquiera te ves intentándolo.

—Max... —suspiró.

—Podríamos hacerlo —dijo él—. No me quiero ir de aquí sin antes haberlo intentado contigo. Regresaré a mi casa preguntándome: ¿Qué tal si hubiésemos hecho esto o aquello? Estaré aquí casi durante un mes, Catalina. Si al acabar el tiempo no quieres seguir esta bien, si empezamos la relación a distancia haremos lo posible para que funcione. No me llevo bien con mi padre pero sé que si le pido volver para las vacaciones cada cierto tiempo no me dirá que no.

Catalina sabía que Max tenía razón, ella tampoco podría soportar que él se fuera sin antes haberlo intentado.

—Esta bien. —Se acercó a la cama y se sentó en la orilla—. Tienes razón.

—Te quiero besar ahora.

—Eso es una...

Y la besó.

Catalina empezó a hiperventilar, sentir los suaves labios de Max contra los suyos hizo que suspirara suavemente de placer. No dudo ni un segundo en devolverle el beso, empezó delicado, apenas un roce, pero al parecer Max quería más de ella porque pronto se convirtió en algo posesivo y demandante. Las manos del chico sostuvieron su rostro con delicadeza mientras la recostaba en la cama.

—Espera —le pidió.

—No pasará nada, Cat —susurró empezando a repartir pequeños besos en su cuello—. Sólo quiero besarte.

Eso estaba más que bien para ella.

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