La horrible y juzgadora regla

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Una vez enfrente pude ver las miradas expectantes de todas, de repente me sentí nerviosa, sentí como el aire se volvía helado y me enfrié desde la punta de los pies hasta mi cabeza, me erguí más, no quería acobardarme ahora, vamos, soy Chelsea Eliot, a pesar de mis constantes torpezas, soy Chelsea Eliot, y nadie me pasa encima, por más Vieja Jordan sea.

-El atuendo que tiene la Señorita Smith, es muy elegante, no tanto para un coctel o un te, pero bastante para ser vista por la sociedad, su cabello esta impecable, el maquillaje que eligio es el perfecto para una mañana y veo que su tapado -miro hacia su lugar, donde se encontraba un tapado largo igual que el de Jordan, solo que este era blanco, parecía los pelos de un oso polar, y al instante pensé en Emma, como se le iba a tirar encima explicándole como morían los pobres osos, serpientes, cocodrilos, para que el egoísta e inmundo humano se abastezca de sus exigencias ridículas para sentir superior, como un estúpido tapado de la piel de una dulce criatura. Casi me reí, por la escena que imagine de Emma enloqueciendo, pero en el fondo sabía que ella solo quería un lugar mejor, y que no podía estar más en lo cierto con su definición del ser humano.-es exquisito, es un aprobado con toda las palabras-mire hacia las chicas, captando cada parte del atuendo de Keila, algunas anotando otras tenían la clara envidia pintada en la cara, y me fije en Penny que mostraba con una mueca que no le parecía algo de lo que había dicho su tía. Jordan se acercó a mí con su regla larga y amarilla, apunto a mi suéteres purpura, casi vino -Obviamente todas saben que el color vino, ha pasado de moda, hace como dos inviernos, para este invierno se viene lo azul eléctrico, lo verde, blanco, rojo, marrón, y el beige , y los suéteres son de mal gusto, es como para salir a correr, grita por todos lados, no me interesa a donde voy- y no podría interesarme menos, aunque de igual manera ahí estaba mi traidora mejilla, ardiendo, con su regla volvía a apuntar en la parte baja de mi anatomía, donde se encontraba mi jeans, me iba a comer viva, y lo sabía. -Madre mía, que es eso de que una dama use jeans -rio con sarcasmo, pero escondía muy en el fondo gusto, le estaba gustando exponerme.- Esto de los jeans déjenlo para las vagabundas, para las chicas, no para las damas, y entre una chica y una dama hay un caballero de por medio, terminemos con este desastre, que es eso de usar zapatos bajos, además una persona que ya es baja de por si, debería vivir en zapatos altos, por lo menos que esconda eso, ningún caballero mide menos del 1,70, y no hablemos del nido que trae en la cabeza Señorita Eliot, ni de la falta de maquillaje que trae en su obviamente descuidado cutis -Y quizás me hubiera quedado callada, quizás no hubiera hecho lo que hice pero vamos, soy Chelsea Eliot la cruz roja y gigante del desastre.

Tome su horrible y juzgadora regla amarilla y la partí por el medio.

-No sé qué piensa Señora Jordan pero estoy segura que no es nadie para venir a juzgar mi suéter, mi ropa, mi forma de hablar y mucho menos mi estatura, estoy segura como el infierno que me debe una disculpa y no soy ninguna dama pero ya que usted alardea de serlo, me debe una disculpa-respiraba pesadamente, hable tan rápido que mis palabras nuevamente no pasaron por la operación de certificado de mi cerebro, pero me aplaudía, no dije todas las groserías que tenía pensado que sacaría. Jordan estaba pasmada, creo que no pensó nunca en su vida que le haría esto, se quedó quieta y muda. -Y si ya termino de decir lo desarreglada y baja que soy, le agradecería el permiso de volver a sentarme- como no recibí respuesta, solo un asentimiento de su parte, me largue- gracias -gruñí con aun toda la adrenalina encima.

El lugar luego de eso quedo tan denso que hasta podía cortarlo con un cuchillo para pastel, y se preguntaran cual es la diferencia, pues un cuchillo para pastel no tiene los dientecitos que si tienen los que son para carne, ven que si presto atención, era eso o salir corriendo luego de mi gran escena en este circo, ya estaba tardando bastante. Una vez termino, todas soltaron un largo suspiro, por que después de mi gran salida Jordan estaba tensa, torpe y distraída, tanto que cuando nos mostró como se cortaba correctamente un pastel toco su dedo, no se llegó a cortar pero parpadeo varias veces del susto, para luego casi tropezarse con la mesita de madera que estaba cerca de la chimenea que se encontraba frente a todas nosotras. Nos levantamos con Penny y ella como signo de fuerza me dio la mano y la apretó, le sonreí de vuelta, no sabía que decirle.

-Creo que se lo merecía -dijo la dulce voz de Grace. Ambas levantamos la vista, y la vimos sentada en el fondo, a su lado había un joven que por lo menos me pasaba dos cabezas, estaba sentado, y fastidiado, levanto la vista y me encontré con un azul cielo profundo, oscuro, que transmitían diversión, al instante mi mejillas se volvieron a calentar, traía una remera blanca y un saco de vestir encima, una bufanda verde mate, su cabello era negro y corto, unos hoyuelos se presentaron al lado derecho de su perfecta mejilla, y rápidamente mis ojos cayeron a su dura mandíbula, madre santa. Me quede absorta mirándole como una estúpida por que se levantó de su sitio con un brillo aún más divertido y al instante sentí como un golpe llego a mi costilla, quite la mirada del muy apuesto joven que tenía frente a mí, y mire a Penny que me miraba igualmente divertida.

-Creo que le afecto la adrenalina de enfrentarse a la Tía Margaret - anuncio Penny a mi disculpa

-Se lo merecía, no puede tratar así a una alumna, no era la forma, de todas formas si quería mostrar la vestimenta adecuada hubiera hecho un video, o acaso las revistas de hoy en día van por la calle gritando a la gente, te ves mal, te ves bien, no venderían nada. -Indignada se expresó Grace- tú no te preocupes linda- De nuevo solo pude sonreír. -Oh, Él es mi hijo de los varones el menor, Jared, Jared cariño ella es Chelsea Eliot.

-El completo desastre eh Tía- hablo, por fin, pero hablo a mi espalda, o mejor dicho a alguien que se encontraba a mis espaldas- tenías razón, es toda una rareza -y solo al terminar esa palabra me volvió a mirar, esta vez su mirada era aún más pesada y calculadora, me habían dicho de todo, en especial su Tía en esta corta semana, se encargó de afirmar la estadística de mi abuela, pero jamás me habían llamado rareza, la sangre hervía, sentía como el enfado volvía a mí y la adrenalina volvía a correr por todo mi cuerpo, y antes de volver a darle pase libre a mi boca, esquive a Grace y sin mirar a nadie salí de la cueva, con más enfado del que jamás había sido capaz de guardar, y no sabía porque.

Para ser una DamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora