4. Serendipia

10 4 3
                                    

—¿Ciento cincuenta? —pregunta Miles con un toque de enojo—. Creí que pensabas que el dibujo vale más que eso.

Normalmente sus dibujos son más que bien pagados. Y aunque no está molesto por la cantidad inferior de dinero que normalmente recibe, si que está aturdido debido a que hay alguien que ha tenido mejores recibimientos con respecto a sus dibujos.

—Lo sé —contesta Stewart observando al chico misterioso con cansancio y tristeza—. Es solo que...

—Si no te gustaba el dibujo era mejor que me dijeras.

—Sabes que me gustó —contiene la respiración, como si necesitara más fuerza para decir lo siguiente—. Es solo que hay alguien que dejó algunos dibujos y... A los compradores les gustó más, incluso pidieron más dibujos de esa persona.

Miles simplemente escucha cada palabra, sintiendo un extraño destello de enojo que no tarda en controlar. Observa detenidamente su dibujo y después a Stewart.

—Mañana traeré otro dibujo —anuncia en tono frío.

Da la vuelta rápidamente y comienza a caminar hasta que sale del establecimiento.

La tarde pinta maravillosamente, siempre es así, pero Miles piensa que hoy el cielo expresa más que otros días.

No toma el camino a su casa, simplemente elige otro camino el cual lo dirige al parque que asiste habitualmente por las madrugadas.

No hay persona alguna más que él y otro chico que nota que se aleja del lugar apenas y el chico misterioso ha llegado. Tal vez en dos horas el cielo empiece a oscurecer y deberá volver a casa, quizás no.

Saca un cigarrillo de su cajetilla y en menos de un minuto lo ha terminado de encender. En treinta segundos humo sale de sus labios.

La tarde pinta maravillosamente pero simplemente observa cualquier lugar hasta que se da cuenta que ha estado mirando detenidamente algún punto indefinido.

Tira su cigarro y lo pisa. Siente el impulso de dibujar algo, ya sea un rostro o un paisaje.

A Miles no le importó que otro chico haya presentado un dibujo y fuera muy bien recibido en el local de Stewart. Simplemente afirmó que mañana presentaría un nuevo dibujo, mismo que va a empezar a plasmar.

Se detiene un momento a pensar en lo que va a dibujar; en este momento de silencio y frío siente esa conocida sensación en su interior, como si fuera preocupación, tristeza o tal vez otra cosa.

¿Cómo podría representar esto que siente en un dibujo?

No se le ocurre alguna idea, no hay una forma específica en que pueda hacerlo, y si dibuja algo podría no ser una clara representación.

"¿Y por qué no me dibujo?"

Podría dibujarse, un lienzo que muestre su presencia sentada en esta banqueta, poner los árboles, la lámpara que brinda luz amarilla, el tono frío azulado que hay en el ambiente. Ahora que lo piensa, el lugar en que se encuentra es como un lienzo en verdad.

Después de dibujarse, junto con su playera blanca, su camisa color gris que la cubre y su sudadera de color negro, además de sus pantalones del mismo color pero de estilo desgastado, se encarga de representar el resto del frío lugar.

Jonas (Occulta Mea)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora