11. Liberosis.

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Miles está sentado sobre uno de los taburetes, Homer le ha prestado una cobija para cubrirse y Aurora lo ha cuidado.

—¿Sigue sin hablar? —le pregunta Homer desde detrás de la barra aprovechando que el lugar está casi vacío.

—Si, es como si estuviera en otro lugar —Aurora luce cansada, apenas y ha tomado agua del vaso de vidrio casi lleno frente a ella.

—Debemos llevarlo a un hospital.

—Estoy de acuerdo contigo, pero hace una semana estuvo en uno y después de salir desapareció.

—Y supongo que hoy se reencontraron y está en este estado.

—Ni siquiera sé en dónde vive, podríamos llevarlo con sus padres.

—¿Has revisado su billetera?

Aurora niega con la cabeza, ha estado preocupada que ni siquiera se le había ocurrido aquello.

Entre Homer y Aurora, llevan a Miles hasta el auto de Barry, quien no tarda en abrirles la puerta derecha trasera para introducir al chico misterioso.

Tras algunos minutos de investigación y preguntas a desconocidos logran llegar a la casa de Miles.

Cuando se estacionan, inmediatamente Miles sale del automóvil. —Gra-gracias por trae-erme—. Cierra la puerta y les da la espalda hasta que en unos segundos ha entrado a su casa.

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—¿Crees que estará bien? —pregunta Homer.

—No lo sé, quisiera saber la respuesta.

—Tal vez sí él necesita ayuda de algún modo te dé alguna señal.

—No lo sé.

En cuanto se sienta en la orilla de la cama, lo primero que hace es quitarse su calzado, el cual consiste en sus botas color negro.

En lo que va del tiempo, se queda ahí sentado, viendo cómo empieza a llover, las gotas deslizándose por el cristal. Una de las cosas que a Miles le fascinan es que llueva durante la madrugada.

Se le antoja prepararse un café, así que en breves instantes está de camino hacia la cocina.

Al parecer, el trayecto se hará más tardado de lo normal cuando se encuentra al invitado gilipollas cerrando el refrigerador con un vaso de leche a la mitad en su mano derecha.

Aquel sujeto lo observa con bastante seriedad. Primero su expresión es la de siempre, sólo observa a Miles con repulsión y después con frialdad.

Tal vez el invitado gilipollas es bastante fuerte físicamente, eso es lo que puede ver el chico misterioso mientras el sujeto se acerca.

El tipo bien podría ser al menos diez años mayor que Miles pero no parece así.

—Así que tu nueva hora de llegada es a las dos de la mañana. Cada semana es una hora más tarde, ¿no es así?

El chico misterioso no responde, simplemente se siente congelado, no quiere moverse, no quiere hablar, sólo quiere entrar a la cocina para poder prepararse una taza de café.

Jonas (Occulta Mea)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora