17. Epifanía

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Abre los ojos, su vista borrosa poco a poco se va aclarando hasta que se adapta a la oscuridad y se da cuenta de que no sabe en qué lugar está.

¿Qué hago aquí?

¿Dónde está Mía?

Se percata de que está acostada en un sofá de color blanco, este no era el color del sofá de la casa de Logan. Además de lo último que recuerda es haber bebido un poco y quedarse dormida en brazos de Mía.

No sabe cómo sentirse al respecto, ya que por primera vez en mucho tiempo, y lo cual fue algo demasiado extraño, ha conversado con la chica de los ojos color roble.

Recuerda muy bien sentir sus labios sobre su cuello, esa sensación la llevó al pasado de hace algunos años cuando ellas aún eran novias.

La chica inefable acomoda su cabello que cae desordenado por su rostro, antes de que pueda sujetarlo cae por su espalda, siente una mano fría acomodarlo suavemente.

—¿Dónde estamos Mía?

—En casa de Jonas.

—¿Cómo llegamos aquí?

—No, la pregunta que deberías hacerte es cómo llegaste aquí. Me quedé en casa de Logan cuando te trajeron, pero decidí venir.

—¿Por qué lo hiciste? —Aurora queda sentada de forma erguida, Mía toma asiento a su izquierda, coloca su mano derecha en la rodilla respectiva de la chica de cabello gris.

—Porque quería cuidarte, como en los viejos tiempos.

—Anda, vuelve a tu casa.

—Solo si me acompañas, antes podemos ir en moto a...

—¿Aún la conservas?

Mía sonríe con melancolía. —Así es, aunque... Nada, olvídalo. ¿Quieres ir entonces?

—Dime lo que se supone debo olvidar.

—Solo si me prometes que vendrás conmigo.

Aurora deja salir una pequeña risa ahogada. —Bien.

—Debes prometerlo.

—Lo prometo.

—No así, sabes cómo eran nuestras promesas.

—No voy a besarte en los labios.

—Bueno —dice Mía derrotada—. No habia usado la moto desde la última vez que viajamos, hace tres años. Es una suerte que aún mi hermano la conservara en buen estado.

Esto sorprende a Aurora. —No puedo creerlo, estás loca.

—Siempre lo estuvimos, ambas.

—Lo sé.

El auricular derecho se lo ha puesto Mía y el izquierdo Aurora, la música comienza a sonar mientras viajan por la ciudad y sienten el viento fuerte.

La chica de cabello gris se adhiere aún más al cuerpo de Mía mientras entierra su rostro en la parte trasera de su cuello. Siente como el aliento que sale de su nariz recorre la piel de la chica de los ojos color roble.

Al cabo de un momento, se da cuenta que están sobre de un puente; desde aquí miran las luces de la ciudad y sienten la aventura recurriendo sus venas.

—¿Extrañabas esto Aurora? —apenas y puede entender sus palabras ahogadas por el viento fuerte.

—Extrañaba a la Mía de antes.

Jonas (Occulta Mea)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora