6. Luke

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Aparqué mi Maserati enfrente de la casa del entrenador y entré sin timbrar.

En el salón estaba el equipo, el entrenador y... vaya. Últimamente me la encuentro en todos los lados. Me sorprendió verla allí... ¿Que hacia Max en ese sofá?

-Hola, princesa- dije igualmente

-¿Que te dije de llamarme asi, pequeño pedazo de mierda?- Paul y Coop se rieron por lo bajo- Es la última vez que te aviso, Abell- y se metió una patata en la boca. Me encantaba hacerla rabiar, ponerla al límite y ver a dónde podía llegar

-Como quieras preciosa- de un momento a otro le saldría humo por las orejas

-Luke Abell... - dijo el entrenador - ¿Por qué te diriges así a MI HIJA?- espera... ¿qué? Mierda mierda mierda y más mierda. ¿Su hija?

-Perdon señor, no lo sabia, yo...- Creo que palidecí. Max se estaba riendo por lo bajo, aunque no tan bajo... me las iba a pagar.

-Como les dije al resto... te caerá bien, la protegerás aunque no quiera y NO saldrás con ella... ¿entendido?

-Si, señor

-Y llámame Bill

-Entendido

Me senté con Coop y Paul. Se estaban partiendo el culo. Serán desgraciados...

Cuando ya estábamos todos, Bill nos enseñó vídeos de jugadas, nos dio un discurso de cómo sería la temporada con él y todo eso. Durante el tiempo que estuve allí me di cuenta que el entrenador amaba lo que hacía y era muy buen tío. No entendí muy bien de dónde salió Max.

-Bien...- dijo el entrenador cuando acabamos- ahora cada uno a su puta casa- nos levantamos riendo.

Desde que Bill empezó a hablar de lacrosse, Max había desaparecido.

-Os informo de que cada viernes estáis invitados a venir a cenar a mi maravillosa casa conmigo y con mi fantástica hija- dijo con evidente sarcasmo.

Rió y nos cerró la puerta prácticamente en la cara.

Todos se fueron directamente a casa pero Peter y yo nos quedamos hablando sentados en el capó de mi coche. Una luz del piso superior estaba encendida, vi una silueta y me perdí en ella, sin hacer ni un mísero caso a Peter. Sentí un golpe.

-¡A ti que te pasa!- grité

-¡¿Y a ti ?! ¡TE LLEVO HABLANDO UN BUEN RATO Y NO ME HAS HECHO NI PUTO CASO, EMBOBADO MIRANDO LA JODIDA VENTANA!- le tapé la boca con mi mano y le puse mala cara. Me dio un golpe en ella y la apartó.

Se dirigió hasta su coche y se fue sin volver a mirarme.

Dos docenas de rosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora