24. Luke (parte 1)

71 8 26
                                    

Esperé. Esperé durante horas una sola llamada, pero no llegaba. Jamie me agarraba de la mano y me decía que me iban a llamar tarde o temprano. Cuando se enteró del incendio les avisó al instante y le contestaron que ya contactarían conmigo.
Inspiré profundamente. No van a llamar. Les conozco. No lo van a hacer.
Marqué desesperadamente el número otra vez.

Un pitido
Dos pitidos
Tres pitidos
El número al que llama está apagado o fuera de cobertura

Se me humedecieron los ojos por pura frustración. Respiré profundamente. 

-¿Nada?

Negué con la cabeza.

  -Les conoces... nunca apagan sus teléfonos...- se quedó pensando un rato-. Podrías llamar al de emergencias

  -Como dice su nombre... es para emergencias

  -¿Y esto que es?

Marqué el número con rapidez. Cuando éramos pequeños, nuestros padres nos obligaron a memorizar ese número a mi hermano y a mi por si nos pasaba algo.

Un pitido
Dos pitidos
Tres pitidos

-¿Diga?

-Hola mamá

-Hola cielo, ¿Qué pasa?

-Nada... solo que nuestra casa ardió- dije con ironía

-Es verdad... ¿Estás bien?¿Pudiste salvar algo?

-Si mamá, pero encontré...

-¿Salvaste mi joyero?

-Mamá... ¿Sabes que estaba dentro de casa cuando pasó todo, no?

-Si, ya me dijo Jamie. ¿Pero salvaste algo?

-Si madre, tus pertenencias materiales están a salvo

Noté humedad en las mejillas. Me sequé las lágrimas con el antebrazo.

-Genial... bueno ¿y qué tal?

-¿Como que qué tal?

-¿Tú que tal?

-Bueno... bien, pero encontré en la habitación de...

-Bien. Te tengo que dejar, que tengo una reunión

-Pero mamá, en la habitación de Georges...

-Chao cielo, besos de parte de papá

Colgó. Colgó el maldito teléfono. Lo agarré con fuerza y respiré hondo, intentando no lanzarlo a la otra punta de la habitación.

  -¿Qué te dijo?

  -Me preguntó si había podido salvar su joyero- dije con odio

  -Suelo justificar los actos de mi hermana, pero hoy no puedo. ¿Como no puede preocuparse más por su propio hijo? ¡Dios!

  -Da igual. Todos morimos cuando lo hizo Georges

Me miró con pena.

  -¿Seguro que no quieres quedarte conmigo?

  -Jamie... no quiero molestarte más. Ya has hecho suficiente... insisto

Empezó a hablar pero le interrumpí.

  -Ya tienes suficiente con la abuela

Asintió con tristeza. Abu tiene problemas de corazón, está muy débil de cuerpo. Y digo sólo de cuerpo porque de espíritu es una maldita moto. Si fuera por ella... estaría tirándose en paracaídas o algo así.

Dos docenas de rosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora