33. Max

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Cogí la pintura amarilla y eché un poco en mi paleta. Hacía muchísimo que no pintaba, lo echaba de menos.
Ayer mi padre me trajo algunas cosillas para que no me aburriera en el hospital. Eran nada más y nada menos que mis regalos de navidad. Nos habíamos montado un 25 de diciembre estando aún ingresada, porque no teníamos otra opción.

Suspiré en silencio mientras daba una calmada pincelada sobre el lienzo.
Luke quería dejarme, y no le culpo. Ahora soy alguien descuartizado. Alguien incompleto. 
Aún no había sido capaz de ver la cicatriz pero la sentía. No pasaba para nada desapercibida, lo cual me enfadaba. Lo ocurrido sólo fue culpa mía. Yo me lancé sobre él, y Dylan aprovechó la situación para lastimarme. Oí entre medias lo que le dijo a Luke. No podía escucharles porque el dolor no me dejaba concentrarme, pero oí cosas como "investiga", "no es todo como pensabas", o cosas parecidas. Luke debería de estar flipando. A lo mejor mentía, pero ¿y si no? De ser así quedaban muchas respuestas por saber. Y Luke no iba a parar hasta tenerlas todas; pero yo no sabía si sería capaz de seguirle.

Mi subconsciente trazaba líneas sobre el lienzo sin control aparente, cuando alguien entró por la puerta.

-Hola, preciosidad- dijo

-Hola- sonreí

-¿Qué tal estás?

-Bien, supongo. No me duele nada

-Pues me alegro

Yo seguí con mi tarea. Harley se acercó a ver. Observó callada lo que había hecho.

-Max... ¿alguna vez viste Enredados?

-Claro, me encanta

-Ya... ¿te acuerdas de la parte donde Rapunzel revive a Eugene?

-Si, en el cine lloré como una condenada

Asintió y siguió mirando en silencio. Desvió sus ojos hacia mi.

-Max... te has pintado como él

Miré al lienzo.

Me acordaba de esa parte. La "madre" de Rapunzel apuñalaba a Flynn y ella lo revivía gracias a sus poderes, aunque más bien gracias a su amor por él.
Yo había dibujado a un cuerpo femenino flotando y saliendo de el todos esos trazos luminosos.

Suspiré.

-Yo no diría que estes tan bien, Max

-Harley, estoy perfectamente

-A mi no me lo parece. ¿No crees que...?

Me eché para atrás apoyando mi cabeza en la almohada.

-Estoy bien. Te lo prometo

-Bueno- dijo dudosa-. Tengo que ir a ver a mi madre. Si en algún momento te apetece contarle a alguien lo que realmente te ronda la cabeza ya sabes a quien llamar

Me dio un beso en la cabeza y se fue.
Yo seguí acostada mirando al techo.

¿Por qué había pintado eso realmente? ¿Luke era la madre o Rapunzel? Me había salvado ¿verdad? Me negaba a pensar lo contrario. No después de todo lo que ha hecho por mi.

Me levanté como pude y escondí el cuadro en el armario que había en la habitación.

Cogí un lienzo en blanco y pinté un simple amanecer.

Lo único que me faltaba es que me dieran lecciones psicológicas de por qué había pintado eso.

Hoy por la tarde, después de 6 días en el hospital, volvía a casa.

Dos docenas de rosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora