25. Max (parte 2)

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...

Tras un viaje de quince minutos acompañado de risas y de la mano de Luke trazando círculos en mi muslo, causando que todas mis terminaciones nerviosas ardieran, paramos el coche cerca de un pequeño camino.

-Espero que a dónde me quieres llevar no sea por ahí, Abell- dije señalando el camino

-Pues es justamente por ahí, preciosa, así que vamos

Intenté enfadarme con él, pero no pude. Luke Abell me había convertido en una blandengue.

Cogió un par de mantas del maletero y emprendimos el camino. Tras diez minutos andando, llegamos a una llanura. Fue entonces cuando me di cuenta de que estaba anocheciendo. Frenó de golpe y me agarró las manos.

-Cierra los ojos- me dijo sonriendo

Últimamente me dedicaba constantemente ese tipo de sonrisas, y no tuve mas remedio que bautizarlas como "parte-bragas".

Le hice caso y me fue arrastrando poco a poco hasta quedarnos completamente quietos. Oí como estiraba una manta y me sentó en ella.

-Ábrelos

En cuanto lo hice, tuve que ahogar un grito de sorpresa.

-¿Qué te parece?

No podía ni articular una frase.

-¡Oh dios mío!

Soltó una carcajada.

-Precioso, ¿verdad?

Asentí.

-¿Cómo encontraste este sitio?- le pregunté-. No me lo digas. Lo encontraste por casualidad y lo convertiste en tu picadero- dije riendo

Rió pero sin ganas.

-No... aquí es donde veníamos mi hermano y yo cuando queríamos hablar, o simplemente olvidarnos de todo... olvidarnos de nuestros padres- mierda, Max-. Y no- dijo riendo-, no es mi picadero

Me abalancé sobre él para abrazarle.

-Perdón, perdón, perdón- dije sobre su hombro- que estúpida me siento...

-No pasa nada- dijo riendo-. No te lo había contado asi que no me sorprende que pensaras eso

Me separé.

-Luke... ¿por qué hemos venido?

No me acababa de creer que hubiéramos viajado 25 minutos sólo para ver la ciudad iluminada... realmente me encantó, pero no quería quería creérmelo.

-No se te escapa una, eh Max- dijo riendo-. No, no hemos venido sólo por las vistas si es lo que te preguntas

Le miré.

-¿Y entonces para qué?

Me miró y luego al frente. Se sentó bien, ya que antes estaba medio acostado.

Sin él moverse, sus ojos lo hacían velozmente, como buscando un orden lógico a sus pensamientos.

Cogió mi mano y la puso en su pecho.

-¿Lo notas?- asentí. Su corazón estaba desbocado-. Está así desde la primera vez que te vi. A partir de ahí me volví loco, era la primera vez que sentía algo así... algo tan fuerte- me miró a los ojos-. Lo intenté, Max. Intenté quitarte de mi cabeza de miles de maneras diferentes... y ahí lo supe. Supe que nunca lo harías... que yo no lo permitiría, porque tú me salvaste. Tú me rescataste del agujero en el que estaba metido. Le diste luz a mi vida y no quise aceptar en ningún momento que te fueras de ella, porque lo que al principio era locura para sacarte, es ahora locura para retenerte. Al principio me propuse hacerte sonreír como conseguían todos. Las sonrisas pasaron a carcajadas, las carcajadas a besos y antes de que me diera cuenta ya estaba enamorado de ti, Max. Porque esa es la verdad, estoy tan enamorado de ti que haría lo que fuera necesario para que esto sea correspondido. Yo...- tomó aire-, Max...- nos levantó y posteriormente se arrodilló. Noté vacilación en su voz en cuanto empezó a hablar- ¿Quieres salir conmigo?

Dos docenas de rosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora