32. Harley

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Habían pasado tres días desde lo de Dylan y aún no había hablado con Luke.
Los dos estábamos siempre en el hospital. Max estaba aún recuperándose y Paul tenía que quedarse en observación por los imprevistos de su operación: la bala estaba muy cerca de la columna y rasgó nervios.
Fue al cuarto día, tomando algo en la cafetería, cuando finalmente hablamos.

-Mi hermano me dejó una carta cuando murió. Yo no lo supe hasta que Dylan incendió mi casa. Eran muy amigos pero de un día para otro se cambió de banda y se volvió muy inestable. En la fiesta de sus 18 aparecieron los Eagles prácticamente al completo y se comportaron como si estuvieran en su propia casa. Asustaron a todos. Dylan cogió a tu hermana y le pego un tiro sin miramientos. Eso ponía en la carta

Tragué en seco. Lo había dicho como si nada.

-¿A qué te refieres? ¿No te fías de la palabra de tu hermano?- le pregunté

-Antes estaba 100% seguro, pero Dylan me dijo que investigara lo que realmente paso. Y mencionó indirectamente que dejó morir al amor de su vida por venganza... estoy seguro de que se refería a tu hermana

-Te ayudaré. Necesito saber la verdad tanto o incluso más que tú. No me puedo quedar así

Asintió.

-Podemos empezar ya- dije-. Tenemos que averiguar quien estaba en la fiesta e interrogarles. Alguien tiene que saber algo

Volvimos a arriba organizando.
Necesitaba respuestas. Después de tanto tiempo pensando que le habían atracado en la calle, estaba a punto de saber la verdad.

-¿Qué tal está Paul?

-Dicen que bien pero conozco esa cara en los médicos. Algo pasa

-Otra cosa que averiguar para la lista- dijo

Reí pero estaba realmente preocupada.
Cada uno se fue a la habitación de quien le tocaba.

-Harley- dijo cuando me vio. Estaba increíblemente drogado

-Hola- dije sonriente- ¿qué tal estás?

-Ahora que estás aquí mucho mejor

Me puso morritos y extendió sus brazos, como un bebé cuando tiene delante de él un biberón. Me acerqué y le di un beso.
Sonrió como un niño pequeño.

-Te quiero muchísimo

-Yo más- respondí

-Eso es imposible- dijo cruzándose de brazos

Sonreí.

-¿Necesitas algo?

-A ti

Vaya chaval. En fin.

-Creo que es hora de tu siesta, cariño

Puso ojitos de cordero.

-Me encanta que me llames así

Reí.

-Descansa. Vuelvo ahora

-Si ves a los médicos diles que prefiero gelatina de fresa en vez de limón, porfa

Asentí.
Poco a poco fue cerrando los ojos. Los calmantes que le daban eran muy fuertes. Y creo que eso no significaba nada bueno.
Busqué al doctor que le atendía siempre. Estaba hablando con una enfermera.

-Emm... perdone

Se giró hacia mi.

-¿Puedo hablar con usted?

Dos docenas de rosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora