Capítulo 42: Amigos

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Wilbur

Dos días después de la llegada de Miguel.

-¡No lo soporto!-Exclamo yo mientras golpeo mi cabeza contra la mesa del comedor. Han sido los días más complicados de mi vida y aunque en general son una persona tranquila este chico está acabando con mi paciencia.

-¿A quién? ¿Al Miguelín? Ese chico es genial. Arregló mis zapatos en diez segundos-Dice Adam sonriendo mientras me muestra sus zapatos.

-Además nos enseñó a hacer tamales a todos-Dice Adrien caminando a mi lado con un bowl lleno de palomitas.

-Eso sin contar que diariamente nos bendice con su melodiosa voz y su magnífica habilidad para tocar la guitarra. Hasta yo estoy celoso. Su voz parece venir de los mismísimos ángeles-Dice Naveen mientras se sienta en el suelo y enciende la televisión.

-Exacto. Creo que Miguel es el habitante de esta casa más perfecto (después de Alya, claro)-Dice Nino sentándose junto a Adrien.

-Ay, parfavar. A ver, quítenle el talento para la música, el carisma sin igual, la sonrisa de comercial de pasta de dientes, y la habilidad de hacer tamales y arreglar zapatos, ¿y qué es lo que queda?-Pregunto cruzando los brazos.

-Tú-Me dicen todos ellos al mismo tiempo. Yo frunzo el ceño, recordando que estos idiotas siempre tienen que molestarme.

-¿Y me pueden explicar de paso por qué lo dejaron entrar sin hacerle peros como a mí y mi novia?

-Porque nos sentíamos culpables por lo de los Ancestros y decidimos hacer lo que sea por complacerlos. Pensé que ya habíamos aclarado ese asunto-Me dice Maui.

-Además Miguel nos cae mejor que tú. Él se veía mejor que tú cuando llegó, sin tener cara de tonto-Comenta Stitch.

-¿¡Sí se dan cuenta de que yo soy quien repara el internet y el aire acondicionado?! ¡Si se me da la gana los hago miserables y los dejó morir de calor o frío!-Les grito.

-Uy, si taaaanto te enoja la presencia de Miguel, entonces mejor no te contamos que le está enseñando a Violeta a tocar guitarra en el jardín desde hace dos horas y media-Dice Mickey señalando el jardín.

-¡¿QUÉ?!

Salgo corriendo de la cocina y me dirijo en silencio al jardín, donde puedo escuchar a Violeta tocar una y otra vez las mismas notas. Aquel remedo de Pedro Infante está junto a ella enseñándole qué cuerdas tocar y cómo hacerlo correctamente.

-¡Eso es! Lo estás haciendo muy bien. Y dentro de poco podrás tocar canciones fáciles. Quizá incluso te vuelvas mejor que yo-Dice Miguel emocionado mientras Violeta le entrega de vuelta la guitarra.

-¿Puedes tocar algo?-Pregunta ella sonriente. Miguel, asintiendo con la cabeza, se cuelga la guitarra y comienza a tocarle.

Tú me traes un poco loco,
un poquititito loco.
Estoy adivinando,
qué quieres y pa'cuando.
Y así estoy celebrando,
que me he vuelto, ¡un poco loco!

Violeta le aplaudió y Miguel se siguió tocando la misma canción. Y yo desde mi lugar estaba intentando no asesinarlo con mis propias manos. Decidí meterme de vuelta a la casa y me fui a encerrar con los chicos en la sala. Seguían en las mismas posiciones en las que los jabíes dejado.

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