Capítulo 25.

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A la mañana siguiente después de bañarme y cambiarme, bajé a la cocina por algo de desayunar. Al cruzar el umbral, vi a mi papá sentado con una taza de café frente a él. Mi estómago se contrajo de los nervios. Pasé de largo hacia el refrigerador, abriéndolo, esto era incómodo. Podía sentir la mirada de mi papá sobre mí en cada movimiento.

- Tenemos una plática pendiente.

Cerré los ojos apretando los labios en una línea recta. No quería comenzar con esta plática, sabía que saldría enojada.

Cerré la puerta del refrigerador sin tomar nada de él. No me apetecía comer nada, estaba tensa.

- Sí, eh... ¿Ahora?

- Siéntate. -Pidió serio-.

Tomé asiento a un lado suyo con la mirada abajo en mis manos que jugaban nerviosas entre ellas.

- Pedí que te alejaras de ese chico el día que lo arrestaron.

- Por un crimen que no metió. -Murmuré-.

- No voy a tolerar tu comportamiento, Scarlett.

- ¡No he hecho nada! Dije la verdad.

- Baja el tono de voz, estamos hablando.

- Pero es que... no es justo. -Me quejé esta vez levantando la cara-.

- ¿Qué cosa?

- Harry y yo, ni siquiera somos amigos. Ese día fui a dirección a saludarte y él tenía un asunto con el director. -Expliqué lo mejor posible para que me creyera-.

Se quedó en silencio observándome por unos segundos. Recargó los codos sobre la mesa poniendo todo su peso en ella. No sabía que estaba pensando, pero quería que me creyera.

- El tipo me cae mal, papá. Casi no lo veo.

- No sé si es verdad o no, pero a la próxima vez que te vea cerca de él, le pondré una orden de restricción.

- Papá. -Dije entre dientes molesta- no puedes hablar enserio, no es para tanto.

No podía creer que me estuviera poniendo en esta posición. No importa si estuviéramos juntos o no, íbamos en la misma escuela.

- Ya me escuchaste.

Se pone de pie arrastrando la silla. Toma su taza de café y sale sin dirigirme una palabra más hacia afuera de la cocina. Escucho sube las escaleras hasta su habitación.

- Maldita sea. -Susurré hundiendo mis manos en el pelo con los codos recargados en la mesa-.

La puerta de entrada se abrió y cerró de un portazo. Un James con la cabeza agachado y la gorra de la sudadera puesta, entró a la cocina con una bolsa de pan.

- ¿Dónde estabas?

- ¿No es obvio? -Alzó la bolsa en el aire antes de dejarla sobre el taburete- mamá me mandó por pan cuando desperté. -Contestó de mala gana-.

- ¿Por qué estás raro?

Una pequeña sonrisa de lado se hizo presente. Me causaba gracia la manera en la que evidentemente trataba de ocultar su rostro.

- Estoy bien.

Se hizo hacia atrás cuando intenté acercarme a él para buscarle el rostro. ¿Se había depilado las cejas? ¿Estaba rapado? Al pensarlo solté una carcajada.

- ¿De qué te ríes? -Gruñe-.

- De ti.

No pude ver la expresión que hizo por la capucha tapándole media cara. Quise asomarme por abajo pero me empujó antes de que pudiera hacerlo y salió rápidamente de la cocina. Corrí rápido detrás de él en las escaleras alcanzando a jalar la gorra. Estaba preparada para soltar una carcajada, pero no tenía nada de raro, su cabello despeinado ahí estaba. No fue hasta que lo vi de frente cuando sentí me faltó el aire. Tenía el ojo izquierdo morado e hinchado, la ceja del mismo lado un poco cortada y el pómulo del otro lado morado.

Secrets | h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora