Capitulo 3

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El haber dormido poco anoche, me estaba pasando factura. Llevo ya tres cafés y una Coca-Cola para intentar mantener los ojos abiertos. Si sigo así, me van a tomar por un pastillero.

Sobre las cuatro de la tarde llego por fin al bufete. Pasar el día en los juzgados llega agotar y más si uno no descansa como es debido.

Nada más salir del ascensor y caminar hacia la mesa donde está sentada Tomasa anotando en un papel algo con su semblante  triste hace que sienta pena por ella. Y más con lo buena mujer que es.

—Tomasa  cielo, ¿aún sigues pensando en ese imbécil?—Mirar a Tomasa y verla tan decaída, me fastidia y a la vez me dan ganas de cogerla y llevarla a una sesión de boys, por lo menos algo le levantará el ánimo.
¡Uchs! Cómo no se me ha ocurrido antes. Pero qué genio estoy hecho.

—Tomasa, escucha, tienes planes para este fin de semana.

—Eee...no. ¿Porqué?

—Porque tengo una sorpresa. Sé que eres muy curiosa, pero verás como te va gustar.

—Naim déjalo, gracias por tu detalle y entiendo porqué lo haces, de hecho yo ya me he olvidado de ese imbécil. Pero de lo que no me he olvidado es de lo estúpida que he sido y mira, tengo que pagar la renta y las facturas y casi ni me alcanza. Al parecer esto me pasa por ser tan confiada.

—Tomasa, sabes que ya mismo te doy una anticipo de sueldo. Por el dinero no hay problema. Y...chitón no me valen las negativas. —Le pongo mi dedo índice en la boca mirándola fijamente. Seguido ella asiente y me lo agradece con una sonrisa.

—Gracias Naim.

—Anda ven dame un abrazo que sé que estás deseando.—Cualquier persona que vea la escena dice que estamos enamorados. Pero para ser sincero, la quiero mucho. Ella ha sido la única persona que ha demostrado su amistad incondicional hacia mí. Cuántas veces me ha tenido que alojar en su casa curándome las heridas que me hacía en las peleas para que no se enteren mis hermanas en los líos que andaba metido. Cuántas veces me  cubrió ante mis hermanas y otras avisándome que la mafia me buscaba. En fin, que Tomasa es todo un ángel. Y todo lo que ella ha echo por mí, no se me olvida y por supuesto ella ahora necesita mi ayuda y por supuesto no la voy a dejar de lado.
La aprecio demasiado y como me llamo Naim a ésta le busco un novio sí o sí.

—Naim que tal te ha ido en los juzgados.

—Bien Berna, gracias he ganado los dos casos y otro ha quedado para la apelación.—Berna, trabaja aquí casi tanto tiempo como Tomasa, desde que Charlie los contrató. Y por supuesto yo mantuve a los cinco empleados que trabajaban con él. De hecho somos como una familia. Hablo durante un rato con Berna, un hombre de cincuenta años, divorciado y con dos hijos. Es un hombre muy reservado, confiable y por supuesto he aprendido mucho con él. Continúo hablando con él sobre varios casos y los juicios que nos esperan para la próxima semana hasta que llega David con su cara melancólica. Gastamos unas bromas entre los tres hasta que mi móvil me interrumpió.

—Yanira hermana querida del alma.

—Naim, en qué lío andas metido. Dímelo o mal paro. Tú decides.—Me quedo quieto mirando la pantalla de mi ordenador escuchando el raspapolvo que me está echando.

—¿Has terminado ya?—le pregunto molesto.

—Contigo nunca. Ahora dime qué eso tan importante que me tenías que decir.

—No me interrumpas. Y échate un trozo de bizcocho a la boca.
No te llamaba por mí. Se trata de Yasmina. La enfermera que ha contratado me ha comentado que puede volver a caminar. Y cómo tú, sargento semana, sé que hablaras con ella...me pregunto si puedes convencerla.

DÉJAME AMARTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora