Capítulo 35

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En verdad cuando dicen que el amor te transforma, es cierto.
Tanto que me siento otra persona. Mi cabeza no deja de pensar en Almudena y en mi corazón está grabado su nombre.
Es una sensación agradable, el poder compartir momentos de tí mismo con otra persona, la cual miras distinto, besas ansiando más y te gustaría que el tiempo se parase solo para poder estar agarrados de la mano sin soltarnos hasta que nuestros cuerpos se arruguen y nuestros caminos finalicen porque así debe ser y porque estamos en manos de Dios.

Había pensado que después de terminar nuestros trabajos podríamos ir a cenar en plan romántico, conozco  un restaurante  super romántico y encima el dueño me debe un par de favores.

Nada más terminar mi jornada salgo corriendo hacia mi casa.
Me doy una ducha rápida, me afeito un poco y cuando voy a elegir mi atuendo escucho que llaman a la puerta.
Frunzo mi ceño puesto que no espero visitas.
Abro la puerta y para mí sorpresa, es la persona que menos deseba de ver.
Pilar.

Siento que me dan los siete males, incluso mi cuerpo se tensa al verla como descaradamente me observa de arriba y abajo, normal tan sólo llevo puesta la toalla liada a mi cintura.

— ¿Qué quieres Pilar?

— Vaya menudo recibimiento el tuyo colega. Creo que hasta cachonda me estoy poniendo.

— Te he preguntado ¿qué quieres? — Mi voz no puede salir más defensiva e irritada.

— Venía hablar contigo, sobre André.

— Para eso está mi oficina yo no hablo de trabajo en mi casa, y ahora sí me disculpas debo de irme me están esperando.

— Naim, solo dame diez minutos, necesito poder explicarte algunos detalles los cuales no quiero hablar A(c en el juicio porque es muy doloroso.

— Ya te lo he dicho Pilar, si quieres que hablemos ve mañana a mi oficina y allí podrás contarme.

Iba a cerrar la puerta cuando ella pegó un empujón y pasó dentro de mí casa. Sujeté la toalla para que no se cayera, estaba incómodo y cabreado al mismo tiempo.
¿Qué pretendía con llegar a mi casa y abordarme de esa manera?

— Naim he roto con mi novio.

— Qué pena. Pero como que tampoco me interesa mucho tú vida.

— No te hagas el fuerte, sé que donde hubo fuego quedan cenizas. Te vi la otra noche con esa chica y tus ojos me perseguían. Noté morbo entre nosotros y sé perfectamente que no me has olvidado.

— Oye niña ni te se ocurra tocarme, o te pongo una orden de alejamiento.
Quieta, quieta ni te se ocurra...— En menos de un segundo Pilar se abalanzó sobre mí consiguiendo que calleramos al suelo.
Ella buscaba con asias mi boca, la cual le negaba conforme lograba quitármela de encima.
Pero entonces...cuando ya pude quitarme de encima a Pilar veo paraba a Almudena.
La boca me llega más bajo del suelo, sus ojos están al borde de las lágrimas y Pilar se levanta diciéndome cuando le ha gustado recordar viejos tiempos.
Ni yo ni Almudena conseguimos decir nada.
Intento hablar para darle una explicación, mierda si estoy totalmente en pelotas.

Joder lo que me faltaba ahora.

Me voy hacia mi habitación para ponerme un pantalón y salir detrás de Almudena lo más rápido posible..
Me siento aturdido, desorientado y encima he quedado yo por malo sin hacer nada.
Pocas palabras bastan cuando ves  los gestos en los rostros y una mirada de decepción.

¡Maldita sea! Pero porque me tiene que pasar todo a mí.

Al fin puedo darle alcance.
Jadeante la miro a sus ojos encontrándome en ellos la clave de la desilusión.

DÉJAME AMARTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora