¡Uy! Qué sensación más rara tengo aquí dentro de mí.
Al parecer hasta me lo notan mis amigos, porque según ellos no dejo de sonreír como un bobo.Cuento unos de mis chistes tontos evitando que sigan haciéndome un interrogatorio.
Me monto en mi auto y me voy para mi departamento.A solas, me dejo caer en el sofá, una vez que me he servido un cola-cao y me quitado la camisa.
Sonrío al recordar los momentos tan especiales que me ha echo sentir Almudena. Su presencía ha sido como una fuente de energía para mí, pienso que precisamente es lo que busco en una mujer.
Pero bueno, tampoco deseo precipitarme. Ahora me toca centrarme en mi trabajo y si sale algo pues bienvenido sea.Cuando iba a dormir suena el timbre.
Consulto mi reloj preguntándome quién será hasta horas
Al abrir la puerta me encuentro con mi peor pesadilla. Liset.— Vaya bienvenida seas reina de las mentiras.
— Vaya menudo recibimiento le das a quien te salvó la vida.
— Gracias. Ahora ya puedes irte. No quiero ni dirigirte la palabra.
— Naim, espera un momento, si he venido molestándote a estas horas, además de que ahora trabajo con Isaac, es para disculparme contigo.
Siento mucho haberte culpado de la muerte de mi novio. Yo...— Déjalo estar Liset. Entiendo que cuando pierdes a un ser querido la venganza te ciega y culpas a todo ser viviente. Pero yo no fui, jamás llegaba a matar a mis adversarios, como mucho nos dejamos la cara y el cuerpo echo un mapa.
— No sabes cuánto lo siento. De verdad, mi ceguera no me dejó ver quién era el culpable hasta que Isaac me mostró unos documentos y unas grabaciones donde se veían pasar a otros hombres a la habitación de Vladimir. Después averigüé que se trataban de los hombres de Leonard.
— Tranquila, ya se ha echo justicia. Lamento que no vayas a volver a recuperar a tu novio, pero esa espenita que llevas dentro ya no te impide volver a seguir con tú vida.
— Llevas razón. Eres muy amable Naim, siento haber mentido a Pilar sobre tí e inventarme historias para que te odie.
— Que mala eres joder. Pero bueno las cosas con Pilar no son fáciles, de hecho ella está con otro tío y me ha dejado claro que la deje en paz, por lo cual lo haré. Si su orgullo le impide escuchar a las personas, después de haberla ayudado,pues que quieres que te diga. Espero que le vaya todo bien.
—Hablaré con ella. Verás como habrá una reconciliación de eso no me cabe la menor duda. Y ahora...¿amigos?
— Claro que sí. Tú me salvaste la vida disparando aquel desgraciado que me la tenía jurada, y me llevaste al hospital donando tú sangre. Gracias, por ello no te guardo rencor a pesar de haberme entregado hasta Leonard.
— En verdad no sabes cómo lamento ese error.
— Venga dame un abrazo y pasa si quieres te sirvo un café.
Liset pasa a mi apartamento, preparo café, a continuación nos sentamos en uno de mis sofás, echándose la madrugada encima.
Estamos desahogandonos, contando nuestra vida pasada, algo que llevamos en nuestro interior y aunque parezca que no, te impide respirar calmadamente.
Liset se queda dormida, me da pena por la pobre todo lo que tuvo que pasar por culpa de su padre y después la muerte de su novio.
La cogí en volandas y la llevé hasta mi cama, por lo menos que descanse bien.
Yo me quedé dormido en el sofá, y así me pasó, al día siguiente menudo dolor de cuello tenía.Casi todo el Domingo lo pasé con Liset. Después de todo no es tan perversa como imaginaba.
Pero mira tú por dónde, que cuando íbamos a sentarnos en una terraza para tomarnos una cerveza, veo a Pilar con otra chica.
¿Dónde se habrá dejado al maromo?
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DÉJAME AMARTE
RandomHabían pasado cerca de dos años, y al parecer todos los acontecimientos seguían ahí recordándole todos los días de un pasado nada fácil. No había día en que Naim no se culpe por ver a su hermana en una silla de ruedas conformándose con lo que le ha...