Después de reunirnos con Isaac, y alertarnos de lo que debíamos hacer, David y yo nos fuimos hacia el lugar que nos indicó Isaac.
Íbamos montandos en un seat panda del año que nació mi abuela.
Pequeño, incómodo y encima sucio, como para meterte a retozar en el coche.Llevamos unas horas conduciendo y al paso que llevamos llegará Navidad y estaremos todavía en carretera.
Después de un par de horas, que para mí se han hecho interminables, llegamos al club de alterne.
Miro a David alzando mis cejas esbozando una sonrisa de satisfacción.— Lo que yo te digo todos los tontos tienen suerte. — Me hecho a reír a carcajadas ante la cara de pena de mi amigo.
Pasamos dentro del club, y como era de esperar está a tope de hombres mirando y algunos con las ganas de pagar por sexo.
Qué pena que solo vengamos en busca de ese cabron de Silvio Cabestrillo.
Como somos unos auténticos especialistas en meternos en líos, vemos una mesa libre, le doy con el codo en el costado a David, para irnos a ver aquellas mujer hermosas bailando desnudas sobre un escenario en una barra de metal.Nos sentamos, para qué negarlo, ver aquellas preciosas mujeres moverse tan sensuales, hace que a uno se le activen las ganas de irse a la cama con una de ellas.
— Mira David, mira qué preciosas. Estos si son cuerpos y no lo de la guarda civil.
— Madre mía Naim, estoy vamos...
— Pues guárdate el pajarito que estamos de misión, además tú tienes Anto, yo no pasa nada.
— Pero que cabronazo eres de verdad.— Me hecho a reír mofándome de él.
Entonces me percato que hay chica joven, demasiado joven para estar en un lugar como este, aunque aquí te puedes encontrar de todo. La pobre está como escondida tras unas cortinas.
Durante un buen rato la observo con detenimiento.
Después de verla irse con un hombre, decido levantarme para ponerme de pie cerca de donde se encontraba aquella chica.
Le digo a David que voy a investigar, él que siga aquí sentando vigilando cualquier cosa que me llame de inmediato.Me planto con disimulo a pocos metros de aquella cortina color gris plata, observo con disimulo el ambiente, cuando veo que salen varios hombres de allí, aprovecho que uno de ellos se queda parado en mitad para pasar dentro.
Como suponía, el ambiente en aquella estancia cambia.
La luz es más tenue, hay varias mesas donde se puede ver a hombres jugando al póker, otros simplemente están fumando divirtiéndose rodeado de mujeres.
Por lo que puede ver, se ven que están haciendo trapicheo, solo hay que ver cómo se pasan los sobres o fajos de dinero.
Maldito capullos, qué estarán tramando. Pero de eso que se ocupe la policía, yo voy a lo mío.Camino con cautela, intentando pasar desapercibido para no ser visto, si no creo que se me va caer el pelo.
Me escondo entre un sofá y una cortina agachado para que los gorilas vestidos de negro con cara de no tener ningún impedimento de pegarme más palos que a una estera, como me descubran.De pronto, la misma chica que vi hace bastante rato sale de una habitación, se queda quieta con su mirada puesta en el suelo abrazada a sí misma.
Intento llamar su atención, no lo consigo.
Sigo intentando hacer cualquier cosa para que me vea, hasta le tiro mi zapatilla a sus pies.
Por fin sabe que existo.
Ella mira para todos lados antes de dirigirse hacia donde me encuentro escondido.— Disculpe, pero usted no debería estar aquí. Váyase de aquí antes que le suceda algo malo.
— Hasta ahí he llegado yo. Escucha necesito tú ayuda.
— ¿Eres poli?
— No. Pero como si lo fuera, necesito encontrar a un tal Silvio Cabestrillo.
La chica se queda en silencio, como pensando la respuesta. Tarda unos minutos en reaccionar, y cuando lo hace me dice que salga de allí cuanto antes, después se reunirá conmigo.
Hago lo que me dice, salgo de aquella estancia a gatas escondiendo me detrás de muebles y cortinas hasta que por fin salgo de nuevo hacia donde están las mujeres bailando y los hombres bebiendo y mirando a las mujeres que bailan y sirven copas.
Una vez que encuentro a David, le propongo una idea.
Acto seguido salimos de aquel club, buscamos nuestro coche y tras llevar conduciendo unos quince minutos, por fin encuentro una tienda de servicio de 24 horas.— Desde luego a ti te se va la olla tío.
Vamos a salir por patas, o acabamos en la comisaría.— Somos abogados ¿No? Pues ya llevamos algo de ventaja, y lo segundo tú haz me caso y verás cómo hacemos justicia. A nuestra manera.
En la tienda, compramos unos petardos, un mechero y de paso algo de comer. Cojo algo de emergencia. Pagamos y volvemos a meternos en la lata de sardinas de coche.
— Los condones también era necesario que comprarás. — Me dice David buscando en la bolsa los bocadillos y las oreo que he comprado.
— No tengo condones, y hay que ser precavido en esta vida.
— Si, si...Ya lo veo — Miro a rabillo de ojo a David cómo habla con retintín.
De nuevo nos encontremos en el club, sigo mi instinto canino, y algo me dice que el Cabestrillo ésta en la zona VIP.
Le dejo encargado a David que no se mueva del sitio hasta que me vea corriendo como un loco.David hace lo que le digo sin protestar, seguido me voy de nuevo hacia la zona VIP, allí la chica de los ojos tristes me está esperando.
La chica me hace una señal con su mano para que me acerque hasta donde se encontraba ella.
Voy derecho hacia donde estaba ella parada. Empieza a tocar mi cuerpo descaradamente diciéndome que le siga el juego, quiere salir de aquel infierno.Asiento con mi cabeza preguntándome si me.han visto cara de San Pedro. Por qué vamos todas vienen mí como si yo fuera Superman. Y sólo soy un hombre normal y corriente, que dentro de lo que cabe deseo hacer justicia, ayudando a las personas para que puedan romper su silencio quitándose de algún modo sus miedos.
Acto seguido la chica me coge de la mano y me pasa dentro de la zona VIP, donde después de hablar con un tío que se podía hacer dos de mí, pasamos dentro de una habitación.
— Escúchame, me llamo Naim, y estoy buscando al responsable de que tú estés en esta situación y otras tantas mujeres. Quiero ayudarte, pero necesito que me digas dónde puedo encontrar a Silvio Cabestrillo.
— Ese hombre es muy peligroso. Sus hombres me raptaron sacándome de mi país para que ejerciera la prostitución. Llevo cuatro años en este infierno, y ese hombre junto con otros se reúnen todos los jueves por la noche supuestamente para tratar de negocios.
— Vale, hoy es sábado. Debemos esperar hasta el jueves.
— Como te llamas a todo esto.
— Me llamo Alma,te lo suplico Naim ayúdame, si permanezco aquí un día más voy a morir.
— Escucha Alma, ahora mismo no puedo ayudarte a escapar, pero te prometo que el jueves volveré y haré lo que esté en mis manos para salvarte. Aunque me cueste la vida, tú y todas las mujeres que estáis aquí obligadas, podréis salir de este infierno. Te doy mi palabra.
— Gracias Naim. Y...quieres que echemos un polvo...
— Muy amable, pero debo de irme, si no mi amigo acabará por liarla parda y si queremos atrapar a ese cabronazo debes de ser prudente y guardar silencio.
— Haré lo que me pidas. Contaré los días para volver a vernos.
— Muy bien. Cuídate Alma. — Le doy un beso en su mejilla sonriendo le. En verdad se ve mucha tristeza en sus ojos y no es para menos, el deber de tener que soportar diariamente que distintos hombres te toquen en contra de tu voluntad debe ser algo... asqueroso, repugnante...
Aunque hagamos justicia, se atrape a los culpables, nadie podrá borrar de las vidas de esas mujeres todas las torturas que han debido de soportar diariamente.
Para eso no hay remedio ni vacuna que pueda borrar de su piel y de sus mentes el verse atrapadas involuntariamente en un mundo como este.Ahora sólo me queda esperar a que llegue el jueves, y poder llevar mi plan acabo.
Atrapar y dejar que la policía desarticule otra banda que trafica con mujeres.
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DÉJAME AMARTE
RandomHabían pasado cerca de dos años, y al parecer todos los acontecimientos seguían ahí recordándole todos los días de un pasado nada fácil. No había día en que Naim no se culpe por ver a su hermana en una silla de ruedas conformándose con lo que le ha...