Bien dice el dicho: Qué los males nunca vienen solos.
Creía haber dejado una vida de la cual no me siento para nada orgulloso.
Se suponía que era mi pasado, mis errores y los cuales es mejor dejar guardados en una caja con candado.Pero no.
Todo lo de atrás vuelve a salpicar me en forma de justicia.Estoy agotado, varios puntos de mi cuerpo me duele horrores.
Sin embargo lo que más me inquieta es el haber descubierto que la banda me busca.
Y ahí no acaba la cosa, pueden llegar incluso arremeter contra mi familia o con la gente que me rodea.Me levanto furioso dando un golpe con el pie al sofá. De nuevo mis dolores me avisan que no haga el tonto.
— Naim, debes permanecer escondido durante un tiempo. — Isaac me trae un café y medicamentos para el dolor.
—No soy ningún cobarde para esconderme y mucho menos hecho nada malo.
Por lo cual cuando me cure de mis heridas pienso continuar con mi vida.— Te pido paciencia. Estamos tras la pista de Leonard. Tómatelo con calma.
Con calma dice el otro. Y como se hace eso cuando hay varios matones detrás mío deseando de verme trozeado como un pollo.
Me vuelvo a sentar para tomarme mi café y los medicamentos de algún modo quiero que se me vaya este dolor.Vaya ahora me quedado dormido. Miro a mi alrededor y veo a Liset observándome de Isaac ni rastro.
La miro al mismo tiempo que me recuesto en el sofá.— Espera deja que te ayude. — Ella sale a mi ayuda al verme que me quejo de dolor de costillas.
— Naim, me duele mucho verte en este estado. Pienso que deberías huir tengo miedo de que algo te ocurra.
— Liset, no te voy ha negar que haya sido un angelito, pero tampoco soy un asesino.
— Naim, no te puedes hacer una idea de dónde estás metido. Mi padre tiene mucha influencia y te puedo asegurar que te quiere ver muerto. Sabes cuánta angustia me causa todo esto.
— Y a mi indignación, por ser su hija y callar todo lo que hace. Primero con Pilar y vete a saber cuántos trapicheos traerá.
Veo como Liset se levanta y se va derecha hacia la mesa, agarra su móvil y hace una llamada.
Al parecer nadie responde y yo siento que algo no marcha bien llegando a desconfiar.— ¿A quién llamas?
— Tranquilo estaba llamando a Pilar para decirle que estás conmigo.
Resoplo moviendo mi cabeza ambos lados. Alzó mi cabeza fulminandolo a Liset.
— ¿Qué pretendes hacer Liset?
— Poner a salvo a Pilar. Pienso que ya sufrido lo bastante con los abusos de mi padre como para inmiscuirla en este asunto.
— ¿Sabías lo que le estaba pasando a Pilar y no hiceste nada?
Ella toma asiento tomando un vaso de agua. Poco a poco empieza a beberse lo a sorbos explicándome cual ha sido la razón por la cual siempre ha permanecido callada.
— Ante todo es mi padre.
Sus acciones no han estado para nada bien. Ahora lo veo de otro modo.
Sin embargo cuando mi padre me anunció que volvería a casarse, aquella idea no me pareció lo bastante buena para tener que aceptar a una extraña y llamarla madre.
A lo primero tuve que lidiar con Bárbara una mujer que solo se preocupa por ella. No tardé en calarla.
Cuando conocí a Pilar, ahí todo se complicó puesto que mi padre dejó de prestarme atención para dedicársela a ella.
Molesta hacía lo posible para que Pilar se fuera de casa.
Cierto día que me encontraba enferma, mi padre no pasó ni a preguntar por mi. Se fue derecho hacia la cama de Pilar, empezó a tocarla le hablaba dulce y se fué. Ella empezó a llorar, yo no supe porque lo hacía hasta que un día mi cómo mi padre se bajaba la cremallera de su pantalón y la penetró a la fuerza mientras ella estaba de espaldas en la cama inmovilizada.
Me asusté mucho, salí corriendo de mi casa buscando un lugar para llorar tapándome las orejas sintiendo mucho miedo.
Cuando quise defender a Pilar, mi padre me golpeó con una correa, me amenazó si contaba algo me llevaría a un loquero, porque así era como me consideraba, una demente.¡Dios mío! Abrazo a Liset limpiandole sus lágrimas, se ve que también ha sufrido mucho.
— Cuando me hice policía, busqué la manera de hacer le pagar a mi padre por lo que nos hizo. Entonces descubrí que los trapicheos que trae y por eso me cambié de brigada y me infiltré, de algún modo quería poder hacer justicia y que pagara por lo que nos hizo.— Es un gesto noble por tú parte.
— Naim, después de comprobar lo que has hecho por Pilar entiendo que la quieras. Aún así, debo decirte que si queremos atrapar a mi padre Pilar debe estar a salvo.
— Vaya comienzas a gustarme como persona.
— Es enserio Naim.
Mi padre está obsesionado con Pilar, la podríamos utilizar como cebo sin embargo correríamos el riesgo que le hiciera algo malo.Suspiré mirando por la venta el parque que había enfrente.
Por una lado llevaba razón Liset, por otro lado está mi problema, Pilar es la mujer que quiero y para mí desgracia está por medio.
¿Qué debería hacer para ayudar y que nadie salga lastimado con toda esta historia?Clavé mis ojos en Liset observando como ella me comía con sus ojos, sabía que aquello que iba hacer no era lo correcto, era aceptar el camino más fácil sin pelear por lo que quieres.
No tenía otra alternativa, debía poner a salvo a Pilar y nada se me ocurrió que besar a Liset y empezar a desnudarla sabiendo que en cualquier momento Pilar nos pillaría.— Vaya que escena más bonita.
Ey, no empecéis que voy a por unas pipas. Qué desgraciados sois los dos.
Si es que los hombres estáis cortados con la misma tijera. Sois todos iguales. Y tú, de ti ya no sé ni qué pensar.— Pilar para no te vayas.— Intentaba darle una explicación Liset, mientras tanto yo seguía de espaldas me daba mucha vergüenza voltearme y mirarla a sus ojos la decepción y el dolor que le causado.
— Y tú qué Naim, ¿No tienes ninguna explicación que darme?
Cerré mis ojos por segundos conteniendo la respiración, debía soltarle la verdad y no esconderme detrás de mis temores.
Mi valentía no estaba en ese momento a mi alcance, abrí los ojos, cobarde, guardé silencio.
Esperaba que ella me dijera cualquier cosa, incluso me abofeteara.
No hizo nada, salió del piso conforme pasó, en silencio.Estiré mis brazos en la repisa de la ventana, necesitaba estar solo, si me destruía que fuese yo solo sin lastimar a nadie.
El problema es que no lo estoy, tengo a mi alrededor gente que me aprecia y me quiere, las cuales se preocupan de mí y para evitar que le salpique toda esta mierda acabo portándome como un auténtico gilipollas.— ¿Se puede saber qué haces Naim? Pilar se ha ido mal. Y yo me siento peor porque me gustas. ¿Qué está sucedido Naim?
— Liset, disculpa mi atrevimiento, no creo que vuelva a repetir lo. Lo que siento en estos momentos necesito estar ausente de todo el mundo. Esta es mi pelea y quiero enfrentarla por mí mismo.
— Entonces déjame ayudarte. Yo estoy aquí para ello y no te dejaré solo.
Notaba como si me cayera a un pozo sin fondo, como si todo lo que hago lo hiciera mal incluso ni yo mismo me reconozco.
Quiero buscar una salida y acabar con toda esta mierda se acabe cuanto antes.
Afuera ahí hombres acechando me, buscando venganza.
¿Cómo puedo permitirme ver como también sufren las personas que más amo?No puedo, me veo incapaz de presenciar otra vez lo mismo.
De pronto un cristal de la ventana se rompe.
Me tiro enseguida al suelo siento los cristales esparcirse por el suelo.
Agarro a Liset de la mano, juntos nos arrastramos por el suelo hasta que podemos salir huyendo del piso.Salimos a la calle para buscar el coche de Liset, antes me encuentro con algo que no contaba.
André está parado enfrente mía, su aspecto es lamentable y aún así se ríe como un miserable.
— Gracias hija por decirme dónde estaba este desgraciado.
Atónito miro a Liset sin entender nada, desvío mis ojos hacia André, como no puedo estarme quieto voy a darle un puñetazo cuando alguien sale de la nada y me sujeta.
Me dan varios puñetazos en mi abdomen y lo último que veo es el rostro de Liset antes de caer al suelo, atándome las manos en mi espalda y vendándome los ojos.
Entre dos hombres me llevan a empujones y me tiren de malos a un auto.
Escucho como se cierra la puerta, seguido otra más y al escuchar el motor rugir pienso en lo que harán conmigo.
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DÉJAME AMARTE
RandomHabían pasado cerca de dos años, y al parecer todos los acontecimientos seguían ahí recordándole todos los días de un pasado nada fácil. No había día en que Naim no se culpe por ver a su hermana en una silla de ruedas conformándose con lo que le ha...