34: Verdaderos sentimientos

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Observé la habitación de Kem con premura

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Observé la habitación de Kem con premura. La luz de su habitación no estaba prendida, podía fijarme que sólo su lámpara en la mesa de noche estaba encendida. Decidí ir de frente sin importarme las consecuencias. Caminé rápidamente y vi a Kem sentado en su escritorio viendo una caja y sacando algo de ella. Toqué la puerta de su balcón con fuerza, no me importaba que estuviera abierta, quería que él me viera.

Kem saltó en su sitito por el fuerte sonido y luego volteó. Cuando su mirada se posó en mí abrió mucho los ojos, sorprendido. Caminó hacia mí dejando esa caja en su escritorio y abrió la puerta de su balcón del todo.

—¿Ruby...?

—Sí, soy yo, idiota. No un fantasma, no me mires así. Sólo quiero hablar con tu hermano.

Estaba furiosa, pero por una vez no con él. Sino con su hermano y con Amber.

Kem frunció el ceño.

—¿Qué ha pasado?

Arqueé mis cejas, indignada.

—¿Que qué ha pasado? —lo remedé—. ¿Encima me lo preguntas?

Kem se encogió de hombros, pero no lo dejé hablar.

—Ha pasado que tu hermanito Kylan junto a mí supuesta mejor amiga les han dicho a mis padres acerca de Kiwi y no sé dónde rayos está. Lo dejé en la mañana con Dan, pero sé que Kylan lo tiene. —Mi voz sonó frenética, pero es que así me sentía.

Kem frunció el ceño con enojo, parecía que no podía creer lo que escuchaba de mí.

—Ese imbécil, hijo de puta —dijo en voz muy baja. Parecía no estar enterado de lo que Kylan había hecho.

Kem se acercó a mí, me tomó del brazo y me llevó fuera de su habitación, hasta la de Kylan. Abrió su puerta sin molestarse en tocar, vimos a Kylan jugando con Kiwi sobre su cama. Al instante el cachorrito corrió hacia nosotros y comenzó a ladrar a nuestros pies. Kem lo recogió y lo acarició antes de entregármelo. Lo apretujé contra mí cerrando los ojos.

¡Cuánto lo había extrañado!

Creí que iba a perderlo por culpa de Amber y Kylan. En serio quería golpearlo, pero al tener a mi pequeño en brazos, no pude hacer más. Sólo dejé que Kem le dijera algunas palabras fuertes mientras yo me alejaba e iba al cuarto de Kem. Esperé por él mientras acariciaba a Kiwi, minutos después vino con el semblante serio antes de hacer una mueca en mi dirección.

—Lo que hizo Kylan...

—No importa —le corte dejando a Kiwi en el suelo para que corriera por toda la habitación. Sus energías estaban al cien al parecer—. Luego hablaré con él. Y con Amber.

Kem negó.

—No hace falta. Ya puse a Kylan en su lugar. —Se cruzó de brazos.

Asentí.

—Escucha, Kem —dije empezando—, sé que no me debes ningún favor, ni yo a ti. Pero quiero pedirte algo.

Kem asintió, mirándome atentamente. Por un segundo me transporté al momento cuando estábamos juntos, pero negué con la cabeza despejando los recuerdos que hacían mi corazón doler.

—Quisiera que cuides a Kiwi. Como antes. Quisiera que tú lo tuvieras. Dan lo estuvo cuidando, pero al parecer hoy se lo dio a Kylan sin siquiera preguntármelo...

Kem abrió los ojos como platos y no dijo nada.

—Mira, estoy castigada y sé que mis padres son muy pesados. Buscarán mis cosas ahora que saben que trabajaba, harán todo lo posible por...

—No te preocupes, bizco... —carraspeó cabizbajo—. Ruby. Yo lo cuidaré por ti.

Hice una mueca. Mi corazón empezó a doler de nuevo. La felicidad máxima que había sentido en la tarde ahora era eclipsada no sólo por la furia hacia mis supuestos amigos, Kylan y Amber, sino también por la melancolía y el dolor que mi corazón sentía. Ahora que veía a Kem, podía darme cuenta que aún no lo superaba y que verlo hacía que el dolor creciera. Tal vez la regla estaba por llegarme porque lágrimas comenzaron a bajar por mis mejillas sin hacer nada más que mirarlo. Empecé a llorar como un bebé. Ahí, en medio de la habitación de Kem, con Kiwi revoloteando por todos lados y moviendo su cola de un lado a otro. En un momento Kem estaba a un extremo y al siguiente me envolvía en sus brazos. Quise alejarlo de mí pero su fuerte agarre me lo impedía. Por un momento me permití ser débil y dejé de luchar. Me aferré a él. A la única persona que me había hecho daño y por quien mi corazón sufría.

—Shh, Ruby —dijo él pasando una mano por mi cabello—. Lo siento tanto, perdóname, nena. Perdóname.

Ni siquiera respondí aquello. Mis lágrimas salían sin medida, como si nunca hubiera llorado por él, por nosotros. Mis sentimientos estaban a flor de piel y parecía que no podía parar. No sólo lloraba por la pérdida de él, sino también por la cólera y frustración de Amber y la amistad que se había arruinado por Ada. No pensé más y me dejé llevar por los sentimientos. Me aferré tanto a Kem que lo apreté con fuerza contra mí. Él no parecía quejarse, me dejó abrazarlo el tiempo suficiente para calmarme.

Cuando estuve lo suficientemente calmada, me separé unos centímetros de él. En ese momento Kem me mantuvo aferrada a él, sin soltarme la cintura. Sus ojos verdes estaban llorosos, igual a los míos, y me miraban directamente.

—Sé que la cagué —comenzó con la voz rota—, pero yo te quiero, Ruby. Soy miserable sin ti. Me he enamorado como un idiota de ti.

Intenté separarme pero Kem era más fuerte.

—Tú no me quieres —respondí—, no me quisiste cuando te acostabas con Ada y menos ahora que ella espera un hijo tuyo. No me quisiste cuando te ibas con ella y luego venías conmigo. —Sequé con furia las lágrimas que caían como cascadas de mi mejillas—. No me quisiste cuando no me dijiste la verdad y preferiste quedarte callado con lo referente a Ada. Sólo querías usarme, y a ella, así que no me digas que me quieres o que estás enamorado de mí porque no te creo.

Kem acercó su rostro al mío, las emociones viéndose en él.

—Creo que no tienes ni la más remota idea de lo que me haces sentir. —Sus ojos verdes me traspasaban con la mirada, haciendo que mí corazón entrara en carrera—. Estás loca si crees que no te quiero, porque lo hago, Ruby. Te quiero.

Ese fue mi momento de debilidad, porque cuando Kem bajó su rostro al mío, no hice nada para detenerlo.

Ese fue mi momento de debilidad, porque cuando Kem bajó su rostro al mío, no hice nada para detenerlo

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El chico de arriba #1 | EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora