38: Tarde agradable

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Cuando entramos a mi departamento, lo primero que hice fue abrazar a Kem

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Cuando entramos a mi departamento, lo primero que hice fue abrazar a Kem. No sólo estaba agradecida por defenderme, sino también sentía la necesidad de un abrazo. Las palabras que había dicho sobre mí... me habían llegado al corazón.

—Gracias —dije cuando Kem rodeó mi cuerpo con sus brazos. Él asintió enterrando su cabeza en mi cuello e inspirando. Intenté no reírme por las cosquillas que su respiración me causaba. Segundos después nos separamos, Kem no dijo nada, y yo tampoco.

Dejé mi bolso en el comedor y me acerqué a la cocina. No había almorzado por estar hablando con Kylan en el colegio y ahora mismo me moría de hambre.

Kem se apoyó en la encimera de la cocina y me vio moverme por todo el lugar en busca de los ingredientes para hacer el almuerzo.

Cuando cogí las verduras y empecé a cortarlas con el cuchillo, sentí la mirada de él quemarme. Cuando levanté la vista, Kem estaba sonriéndome como si supiera algo que yo no. Dejé el cuchillo a un lado y lo quedé mirando.

—¿Qué? —pregunté al ver que no decía nada. Su sonrisa se anchó al escucharme. Mi voz había sonado a la defensiva.

Él negó con la cabeza.

—Nada... sólo estaba pensando.

Entrecerré mis ojos.

—¿Pensando qué?

Kem se relamió los labios antes de responder.

—Sólo pensaba en lo preciosa que estás.

Me sentí tonta cuando sentí mis mejillas arder por lo que Kem había dicho. Bajé la mirada a las verduras y me quedé viéndolas unos segundos.

—Eh, lo siento, Ruby —dijo él unos segundos después. Levanté la mirada con el ceño fruncido, confundida con sus disculpas.

—¿Por qué?

—No quería hacerte sentir incómoda.

Sonreí sin poder evitarlo.

—No me sentí incómoda, sólo que... no sé cómo manejar esta situación.

Kem asintió.

—Lo sé.

Luego de eso el ambiente se puso cómodo, creí que sería al contrario, pero extrañamente me sentía bien alrededor de él. Bajo su atenta mirada corté las verduras y las cociné. La conversación fluyó acerca del colegio y su trabajo. No tocamos ningún tema incómodo para que el ambiente no decayera. Media hora después el almuerzo estaba listo y Kem parecía estar hambriento. Nos sentamos en el comedor y empezamos la comida.

Luego de eso, Kem se mostró voluntario para lavar los platos y yo accedí a eso. Era un trato justo. Yo cociné, y ahora a él le tocaba lavar los platos. Aunque decidí ayudarlo a secarlos. Se remangó la chaqueta y se acercó al lavaplatos para empezar con su tarea.

El chico de arriba #1 | EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora