09: Sin palabras

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Los días se fueron pasando rápidamente

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Los días se fueron pasando rápidamente. En la semana no volví a ver a Kem. Tampoco dejó notitas en mi balcón ni volví a oír su nombre cada que paraba con Kylan.

Aquel distanciamiento me vino bien para despejar mi mente y tratar de borrar los recuerdos y sensaciones cuando su piel tocó la mía. Ese pequeño acto había ocasionado un volcán dentro de mí, por lo que no verlo, apaciguó esos sentimientos.

El problema era que Amber estaba por montar una gran fiesta por su cumpleaños y, por supuesto, había invitado a los hermanos Woods. No podía olvidar el grandísimo detalle de que tanto ella como su hermana estaban locas por ellos.

Amber había alquilado una discoteca toda una noche para celebrar su cumpleaños número dieciocho. Había convencido a sus padres y ellos habían tirado la casa por la ventana al momento de pagar. La discoteca, la cual habían alquilado para este fin de semana, era grande, de dos pisos. Los padres de Amber eran más liberales que los míos, por lo que aceptaron tener alcohol en el lugar, especialmente su padre, quien no había escatimado en gastos para la celebración de mi mejor amiga.

Todo estaba casi listo para la gran fiesta del sábado, Amber estaba ansiosa de que llegara rápido. Incluso tenía su vestido listo y todo lo que ese día se pondría.

La mañana de su cumpleaños aparecí en la puerta de su apartamento con un regalo para ella. Le había comprado una cadena de amistad que vi en una tienda vintage. Era algo bonito y contenía un colgante roto a la mitad con el símbolo de un corazón, en el reverso se leía «mejores amigas». Lo había mandado a personalizar para que nuestros nombres aparecieran allí.

Amber lloró al verlo.

—¡Es el mejor regalo que he recibido! —Me abrazó con fuerza. Empezó a reír cuando vio que yo portaba mi collar con el colgante. Lo unimos observando las letras grabadas—. Es muy hermoso, Ruby. ¡Gracias!

—No llores más que me harás llorar a mí —dije aguantando las lágrimas. Amber era como una hermana para mí, verla así me ponía de igual humor—. Hoy son tus dieciocho años, ¡ya eres legal! Tenemos que estar felices, no andar llorando como ahora.

—Tienes razón. —Secándose las lágrimas, se levantó de la cama y se llevó con ella el collar para colocárselo mientras se miraba en el espejo—. Nunca más me lo quitaré.

Le sonreí a través del espejo.

Antes de que alguna pudiera hablar, la puerta de su habitación se abrió. Ada metió la cabeza.

—Ya llegó la maquilladora, Amber.

Volvió a cerrar la puerta.

—¿Maquilladora? —repetí levantándome de la cama. Amber sonrió de felicidad.

—Me tengo que ver perfecta para esta noche, así que mamá contrató a una maquilladora.

—Pero aún no es hora de la fiesta, falta muchísimo. —Recién acababa de almorzar.

El chico de arriba #1 | EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora