—Sé que no debí espiarlos —empezó Kem—, pero salí de mi habitación buscándote y escuché murmullos en el baño. Cuando me acerqué los escuché, todo lo que te dijo y todo lo que le respondiste.
No sabía qué responder a eso.
—¿Fue verdad? —preguntó él, viéndose de pronto vulnerable—. ¿Fue verdad lo que dijiste acerca de mí y mi... hijo?
Me encogí de hombros.
—Sí. —Suspiré sin querer mentirle.
Con mi respuesta, Kem parecía esperanzado.
—¿Hay posibilidad entre nosotros?
Negué, viendo cómo su rostro decaía.
—No lo sé —respondí—. Intento alejarme de ti pero me es imposible.
Sin decir más me acerqué a él para tomarlo del codo y llevarlo a su cama. Lo senté sobre ella y lo miré desde mi altura, sonriéndole con cariño.
—Debes descansar.
Kem negó.
—No quiero. Si duermo, cuando despierte ya no estarás.
Me reí.
—Por supuesto, no vivo aquí —respondí como si fuera obvio. Lo observé hacer puchero y negué con la cabeza—. A dormir, Kem.
Él parecía un niño pequeño con el rostro abatido y la boca fruncida. No le hice caso, lo hice echarse sobre la cama y puse sobre él una manta, ya que estaba sin zapatos y con calcetines. Lo arropé. Vi sus ojos cerrarse y no los volvió a abrir.
Salí de su habitación y caminé por el pasillo de puntitas, temiendo que alguien me viera, pero al parecer sólo los hermanos estaban en casa. Me llevé una gran sorpresa al ver el comedor lleno de botellas de licor. Varias botellas vacías estaban sobre la mesa. Corrí hacia allí y las llevé a la cocina para luego botarlas en bolsas negras de basura. No eran muchas botellas, pero sí suficientes para emborrachar a dos chicos. Kem y Kylan. Con razón los dos estaban borrachos, parecían haber tomado juntos en el comedor.
Cuando estuvo el comedor ordenado, volví a la habitación de Kem para bajar por ahí hacia la mía. Eran casi las siete de la tarde y mis padres aun no llegarían, pero en cualquier momento lo harían. Cuando vi a Kem sobre la cama y con el rostro pacífico, no pude irme. Sino que me acerqué a su cama y me eché a su lado, quitándome las zapatillas. Kem abrió los ojos ante el movimiento de la cama, cuando chocó con mi mirada, sonrío tontamente.
—No te fuiste.
Negué con la cabeza.
—Me quedo.
Kem sonrío satisfecho, sin decir nada más rodeó mi cintura y me atrajo a él para taparnos a los dos con la manta.
—Gracias, Bizcochito.
No dije nada, no hacía falta.
* * *
Desperté cuando empecé a sentir demasiado calor. Abrí los ojos y miré alrededor. La habitación estaba a oscuras y no se podía ver casi nada, excepto por la luz de la calle que entraba del balcón. A mi lado, Kem yacía dormido con un férreo agarre sobre mí. La manta estaba tirada a los pies de la cama y sentía calor por Kem, quien tenía sus piernas enredadas entre las mías y sus brazos a mi alrededor. Estábamos enredados por todas partes.
Con mucho cuidado y sin querer despertarlo, saqué sus brazos de mi cuerpo, pero me detuve cuando él se quejó. Aun con los ojos cerrados.
—No —dijo abrazándome más fuerte.
—Kem... tengo que irme a casa —susurré tratando de quitarlo de mí, pero él se aferraba cada vez más fuerte hasta sentirme prisionera—. Oye, en serio, es casi media noche ya.
Kem no cedió. De pronto abrió sus ojos y me miró directamente.
—No te vayas, Bizcochito, por favor —suplicó, aún abrazándome—. Sólo por esta noche quédate conmigo. Sólo por hoy.
No le respondí, en vez de eso cerré mis ojos. Pude sentir cómo el cuerpo de Kem aferrado al mío suspiraba de alivio.
—Bizcochito...
—Si no duermes... —empecé a decir mientras abría los ojos y lo miraba, pero él presionó un dedo en mis labios, callándome.
—Gracias, Bizcochito —murmuró en voz muy baja. Podía sentir su cuerpo alineado junto al mío. Me quedé quieta sin hacer nada y disfrutando de eso porque sabía que sería la última vez.
Traté de ignorar su cercanía para poder dormir. Suponía que mis padres ya estaban en casa, pero no me preocupaba porque sabía perfectamente que ellos no comprobaban si estaba o no en mi habitación. Así que me dejé llevar por el sueño y cerré mis ojos, sintiendo la mirada de Kem en mí.
* * *
Mis ojos se abrieron de repente al sentir demasiada luz sobre ellos. Tardé varios segundos en darme cuenta que no estaba en mi cama, sino en la de Kem, junto a él. Lo observé unos segundos antes de levantarme sin hacer ruido. Miré mi celular para ver la hora. Eran las 6:45 am.
Me calcé en mis zapatos y me agaché a la altura de Kiwi para acariciarlo y despedirme de él. No sé cuándo volvería a verlo.
Había tomado una decisión por fin.
Me acerqué sin hacer ruido al escritorio de Kem, al lado de su cama, y cogí una libreta y un lapicero. Sobre la hoja escribí una breve oración y la dejé en el lado vacío de la cama, donde yo había dormido.
Caminé lejos de ahí, lejos de Kem.
Esa había sido nuestra última noche juntos.
No había vuelta atrás.
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El chico de arriba #1 | EN FÍSICO
Teen FictionSentir algo por Kem Wood no está en los planes de Ruby Graham, no después de que él le arrojara agua desde su balcón y estropeara su libro. Sin embargo, cuando los sentimientos comienzan a florecer, las traiciones y los celos también lo hacen. ☽ ☽ ☼...