48: Aprender a perdonar

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Haber oído esas palabras de Kem sobre mí hizo que por fin pudiera ver claro todo

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Haber oído esas palabras de Kem sobre mí hizo que por fin pudiera ver claro todo. Realmente él estaba arrepentido, realmente estaba enamorado de mí y realmente me amaba. No era algo de palabra o un simple capricho. Kem sentía cosas por mí así como yo también. Cosas reales que hacían mi corazón hincharse con sólo la mención de su nombre.

Lamentablemente las cosas no eran fáciles entre nosotros, sino todo lo contrario.

Ese día salí del hospital junto con mi mamá con un pensamiento en mente. Así que cuando llegué a casa, lo primero que hice fue encerrarme en mi habitación, específicamente en el balcón, cogí la caja donde se encontraban los libros que Kem me había regalado hacía algunos meses atrás. Los cogí con una sonrisa en el rostro. Recordar ese día me ponía agridulce.

Dejé la caja a un lado y me recosté en el asiento de mi balcón con la concentración en un lugar. Había dejado a Kem, su familia y la de Amber en el hospital luego de saber que Ada estaba bien. No tenía mucho que hacer ahí así que no le encontraba sentido seguir ahí. Cuando Amber intentó hablar conmigo ni siquiera la miré. No valía la pena.

Pasaron muchos minutos en los que estuve concentrada en mi celular hasta que la luz en el piso de arriba se prendió, iluminándome. Con una mueca guardé mi celular en el bolsillo y me armé de valor para lo que tenía que hacer. Decidí usar las escaleras de emergencia a subir por el balcón como usualmente Kem lo hacía. No quería morir intentando verlo. Una vez que estuve en su balcón, sana y salva, vi por las ventanas de vidrio que estaba sentado en su cama con la cabeza gacha. Con sigilo me acerqué y abrí la puerta de su balcón sin querer tocar y esperar una respuesta.

Kem ni siquiera levantó la cabeza cuando me planté frente a él.

—Ey —dije observándolo nerviosamente—. ¿Podemos hablar?

Con lentitud levantó la cabeza para mirarme. Sus ojos estaban llorosos y algo rojos, su semblante serio me sacudió por lo que hice una mueca sintiéndome repentinamente intimidada.

—Sé que nos oíste —habló él con voz ronca desde su lugar en la cama. Me sonrió de lado—. Te vi correr alejándote.

Sentí mis mejillas arder por aquella atrapada de él.

—Lo siento, no quería...

Kem se levantó y se paró frente a mí, bajando la cabeza para mirarme.

—No te preocupes, Ruby. No estuvo bien, pero me alegra que escucharas aquello.

Fruncí el ceño.

—¿Por qué?

—Porque no podría decírtelo cara a cara.

Apreté mis manos nerviosamente y mirando sus ojos verdes traspasarme.

—¿Qué cosa?

—La parte en donde te dejo ir.

—Acerca de eso...

El chico de arriba #1 | EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora