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Jaxon se acercó a la camilla donde estaba tendida Samantha con sus ojos cerrados. Tomó su mano y recordó aquella vez donde la vió sentada en su habitual árbol viejo del patio trasero de Warren. Podía observar perfectamente su mirada hambrienta al ver a todos los demás comer, estaba seguro de que ella no había desayunado.

Aún titubeando, ya que no debía arruinar su impresión hacia ella, fue hasta el viejo árbol y dejó caer las galletas envasadas que traía consigo en el libro de la joven. Ella alzó el rostro un poco confundida.

Tras decirle que las comiera, se fue dejándola muy pensativa.

Cuando la primera clase terminó, salió al pasillo y fue tras los casilleros donde no podía ser visto. Esperó unos segundo y llegó Hayle sonriendo.

-No estoy muy seguro de hacer ésto- admitió sin expresión alguna. Hayle lo miró preocupada.

-No puedes abandonar el plan así-lo regañó mientras mascaba chicle. A Jaxon le parecía muy molesto, odió la idea de que su padre metiera a la hija de su socio en ésto.

-De hecho si puedo- la miró desafiante.

-Sabes lo que pasa cuando no cumples tus misiones, querido Jaxon Reagan- apoyó ambas manos en sus hombros y Jaxon la alejó.

-Ella ya ha sufrido bastante- dijo en un susurro desviando la mirada. Hayle bufó rodando sus ojos azules.

-No me digas que ahora tienes sentimientos Jaxon, porque tu sabes muy bien que es imposible- dijo molesta ya que, hace unos años él la había rechazado. Según su padre, Jaxon jamás podrá sentir algo por alguien como lástima o amor.

Sin decir más, se fue por el pasillo dejando a una muy molesta Hayle atrás.

Un leve apretón en su mano lo volvió a la realidad. Hasta el momento no se había percatado que mantenía aferrada a su mano la de Samantha. Entonces ella comenzó a murmurar cosas en un tono tan bajo que él tuvo que acercarse más a ella.

- Jaxon- logró oír.

-Estoy aquí, tranquila- ella sonrió y luego sus ojos lucharon por abrirse hasta lograrlo por completo. Samantha observó su alrededor y su expresión confundida cambió a una de pánico.

-¡¿Por qué estoy en el hospital?!.

-Calma- Jaxon apoyó sus manos en los hombros de la chica para que volviera a recostarse y guardara silencio- Sammy, tuviste un accidente.

-¿Qué?- dijo confundida.

-La señora Thompson te llevaba al banco para que le dieras todo tu dinero y cuando iban saliendo del país, ella perdió el control de la camioneta y volcaron...por suerte estás bien.

-¿Dónde está Margaret?- preguntó con su voz raposa. Jaxon negó, no podía decirle o se alteraría aún más- ¡¿Dónde está?!.

-Ella...ha muerto.

Samantha se quedó muda y mirando a un punto fijo. No podía creer las palabras que acababan de salir de la boca de Jaxon y estaba tan absorta en sus pensamientos que no se dió cuenta de lo que pasaba justo frente a ella.

-Por favor, chico. Debes irte, sino tendré que llamar a un guardia de seguridad- le amenazaba la enfermera molesta por la insistencia del joven por quedarse ahí en la habitación con Samantha. Finalmente salió dando un último vistazo a la joven que estaba aún con la mirada perdida.

Jaxon testarudo, se quedó en la sala de espera afirmando que no se iría hasta poder ver de nuevo a Samantha. Pasaron horas e incapaz de aguantar el sueño, se quedó dormido profundamente sin percatarse del ajetreo que ingresaba a la habitación de Samantha. Cuando éste despertó, se encontró en pleno silencio. Curioso, fue directamente a la habitación donde descansaba Samantha y se alarmó al encontrase con la cama vacía. Recibió una llamada.

-No vayas a creer que ella se salvará de mi.

La línea se cortó y Jaxon corrió una vez más a la camioneta. Las personas al verlo gritaban y se alejaban sin dejar de ver sus ojos de un color anormal. De camino a la mansión, pensó en muchas formas de no perjudicar a Samantha, ya que corría el riesgo de que su padre la matara.

Cuando llegó a la mansión, Myrtle lo esperaba en la entrada completamente nerviosa. Se acercó a su nieto con sus ojos cristalizados.

-Abuela, ¿Estás bien?- El chico temía lo peor.

-Lo sé todo- respondió ella aguantando las lágrimas -Lo que te hizo mi hijo y el por qué nunca conocí a tu madre.

Jaxon se sorprendió demasiado ante la confesión de su abuela. Él creía que ella sabía todo, pero no era así, todo éste tiempo la culpó por fingir frente a él indiferencia como si él le diera lástima.

-Oh, Jaxon. Quisiera haber estado presente aquí en tu infancia. Tal vez, te hubiera protegido de alguna manera...

-Tranquila abuela, el daño ya está hecho y nada cambiará eso- dijo con lástima.

-Pero si puedo cambiar tu futuro cariño. Debes ir por Samantha -secó sus lágrimas y le entregó una credencial de uno de los tantos trabajadores de su padre, era un tal Charles Flickman.

-Gracias Abuela.

-Ve ahora Jaxon, yo detendré a mi hijo cuando vuelva.

Jaxon asintió y corrió como si la vida le dependiera de ello. Llegar al laboratorio es una tarea muy difícil, incluso para él, pero estaba completamente seguro de que la encontraría ahí. Ella no debía de estar muerta, pero en el peor de los casos, su padre la habrá lastimado de alguna forma.

Entró a la oficina de su padre y levantó la alfombra roja que cubría la mitad del cuarto, incluyendo la entrada secreta al laboratorio. Tiró de la pesada puertilla metálica y ésta enseguida se abrió. Sin ningún esfuerzo, sólo saltó dentro hacía las penumbras y cayó en el largo pasillo de las celdas.

Todas las celdas eran iguales, a excepción de una, la suya. Tenía las varas luminosas que a diferencia de las comunes de hierro, éstas estaban electrificadas y le eran imposibles de romper. Sólo podía salir cuando tenían visitas importantes que sabían de la existencia del hijo de reagan. Cuando le preguntaban sobre sus moretones o heridas, su padre sonreía falsamente asegurando que a su querido hijo se esforzaba a lo máximo en sus entrenamientos.

Buscó en todas las celdas, pero ninguna resguardaba a la persona que buscaba. Fue hasta el final del pasillo y las compuertas se abrieron tras analizar la credencial. Sus ojos inquietos recorrieron el gran espacio hasta dar con una persona desfallecida en el suelo muy débil.

A pasos rápidos y firmes se acercó a ella. Cuando Samantha se percató del joven, ni siquiera su voz lo pudo detener.

-¡No Jaxon!.

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...~Bneby~...

Controlando Al MonstruoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora