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—¡Samantha! —La chica alzó el rostro tras escuchar su nombre —¡Sirvienta Samantha, ¿Dónde estás cuando se te necesita?!.

Dejó a un lado el trapero y salió de la cocina, subió las escaleras hasta llegar al segundo piso y ahí, segunda puerta a la derecha, estaba el Señor Thompson echado en su amplia cama frente a la televisión de 80' pulgadas.

—Aquí estoy, Señor Thompson —dijo agitada la joven tras subir la enorme escalera corriendo.

—Hasta que te dignas a venir —la miró despectivamente —verás, no encuentro el control para cambiar de canal. Búscalo.

Samantha asintió con una sonrisa falsa y comenzó la búsqueda del control. Tras una ardua tarea, el Señor Thompson se reacomodó en la cama y fue ahí que escucharon un pequeño estruendo. La joven fue al lugar, se agachó y le entregó el control al Señor Thompson.

—Estuvo ahí todo el tiempo —Reía él.

Samantha salió del cuarto y tras suspirar cansada, escuchó nuevamente su nombre. Corrió esta vez a la primera puerta de la izquierda.

—Tengo hambre y quiero Pizza. Que sea doble queso y sin pepperoni —dijo el pelinegro con sus ojos azules fijos en la pantalla de su celular.

—Esta bien —dijo Samantha. Giró sobre sus talones y cuando estaba dispuesta a salir el chico la llamó de nuevo —Que sea rápido, Rata.

Samantha rodó los ojos ante el molesto sobrenombre que el chico de diecisiete años solía decirle siempre.

—Por última vez, Logan. Mi nombre es Samantha —Dijo pausadamente bajo la mirada azul del chico que pocas veces le dirigía la mirada, pues solía decir que él jamás hace contacto visual con la servidumbre —no es rata, ni basura, ni huérfana.

Ni siquiera titubeó al decir lo último. Estaba tan acostumbrada a que Logan le llamase así tras escuchar una burla en la secundaria donde ambos estudiaban, que cuando él le decía así, ella ni se inmutaba. Pero, claro que hubo un tiempo donde si le dolía. Cuando era pequeña y recién había perdido a sus padres. Ella tenía solo nueve años de edad cuando ellos decidieron ir a la esperada y famosa alfombra roja en Hollywood, pues ambos eran famosos por sus participaciones en películas ganadoras del Oscar. Lamentablemente, justo en ese viaje, sus padres encontraron la muerte. Un fallo en el avión. Nadie sobrevivió.

Ella, de inmediato fue enviada al orfanato "Fitter House", famoso por su buen cuidado de los niños. La verdad era que es el mismísimo infierno para Samantha. Por suerte, pudo seguir estudiando en su escuela para luego ir a la secundaria "Warren", carísima y de excelencia. Solo gente con mucho dinero puede asistir ahí y ya que la dueña del orfanato "Fitter House" era hermana del director, ella pudo asistir sin ningún problema, solo con el compromiso y deber de mantener sus calificaciones en aceptable. Y así lo ha hecho desde que ingresó a "Warren". No es la mejor estudiante, ni la peor; sólo la aceptable.

—¡Eres una irrespetuosa! —Logan se acercó a pasos rápidos y firmes hacia ella. Samantha retrocedió unos pasos intimidada por el chico mucho más alto que ella.

—Lo siento —dijo bajando el rostro a sus pies ocultos por los carísimos zapatos rosados que tenía que usar desde que le obligaron a usar un uniforme de sirvienta rosado. Ella odia el rosado.

—¡Mírame cuando te hablo! —Inmediatamente alzó el rostro hasta esos ojos azules que todas las chicas de "Warren" aman —No vuelvas a contestarme de esa manera o ya verás —dijo el chico alzando una mano. Samantha cerró los ojos esperando el golpe, pero esta vez, no llegó.

—¡Ya llegué! —dijo la señora Thompson con su voz dulce. Sin duda era la mujer más cariñosa y preocupada de su familia que jamás a conocido Samantha. Cómo deseaba que la Señorita Grease, la encargada del orfanato "Fitter House", fuese como ella.

Controlando Al MonstruoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora