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Lidiar con la vida a veces puede ser difícil, puramente retador y exhaustivo cuando tenemos tantos obstáculos que vencer. Esos obstáculos pueden venir de ti mismo, de los demás o de lo que te rodea y siempre va haber una cuesta arriba que vencer.

Sin embargo, todo eso se vuelve más fácil... Todo es relativamente más ligero si tienes a alguien de tu lado, ¿o no?

Ha Na siempre había lidiado con sus pesares y de ellos podía hacer una gran lista. Gracias al cielo, es una de las pocas personas que puede contar con el apoyo incondicional de su familia y con el amor transgresor de Jimin para vencer cualquier cosa que se le atraviese.

Jimin estaba a su lado, entonces... ¿a qué iba a temerle?

Él era su serendipia, su más bella coincidencia de una tarde a los pies del muelle, el pedazo de estrella que la impulsaba a convertirse en algo más, en algo mejor.

Y ahora lo tenía allí frente a ella con las mejillas sonrojadas, la sonrisa acumulada tras esos labios tan suaves y brillantes, los ojos más achinados de lo normal y la mirada enternecida.

Que alguien le repita a Ha Na cómo se debe respirar adecuadamente.

— Llegué justo a tiempo ¿no? —Le profirió él acomodando la manta sobre los hombros de la incrédula chica.

Desde que lo había visto allí en medio del patio con esa luz que lo irradia como de costumbre, Ha Na, como buena llorona no había dejado de llorar.

— Justo a tiempo —Le dijo con la voz quebrada y la melodía de hacía un momento resonándole en la cabeza como si Jimin la hubiese traído consigo automáticamente —Dios... —Se escondió el rostro tras las manos no porque le temiera, no porque le diera vergüenza verlo, no porque no quisiera verlo y estuviera triste. Las razones por las que ahora Ha Na se escondía y lloraba sonoramente mientras Jimin la azuzaba eran sencillas y a la vez profundas.

El cielo la había escuchado y había hecho de su nochebuena un sueño. Tenía a la persona que amaba mirándola directamente con inocencia y amor, y aunque pensó que esta noche no lo vería, Jimin se había materializado a su lado por arte de magia.

¿Cómo podía no llorar al ser tan feliz? Primero su familia, ahora él...

Ahora él preguntándole si quería ser su novia.

El pecho le dolía al intentar reprimir su llanto aniñado por tener la dicha de poder abrazarlo esta noche. Era por eso que ahora la castaña enredaba sus manos alrededor del cuello de Jimin y lo apretaba contra ella como si tuviese miedo de que se esfumara como espuma.

— No quería esperar, no podía —Le dijo él con una sonrisa en los labios mientras le correspondía el abrazo —Dime, ¿estás llorando por mi culpa?

Ella asintió repetidas veces mientras hipaba.

Tenía que calmarse antes de decirle que lloraba porque la hacía tan feliz que no le quedaba más remedio que expresarlo así.

— Sabía que llorarías y por eso vine a secar esas lágrimas —Dijo separándose un poco de ella para mirarla a la cara y sonreírle tiernamente.

Ella se impregnó de esa mirada.

— Jimin... —Dijo escrutando el rostro del chico —Estás aquí.

— Sí... Jimin ha venido a ver su novia —Ha Na hizo puchero y le dio un beso en la mejilla y otro más —Aunque aún no me ha respondido algo muy importante.

¿Había que darle una respuesta con palabras?

Ha Na le robó un beso que duró dos segundos pero que a Jimin le pareció la entrada al cielo y en ese momento supo que la chica le había dicho que sí.

30 dates → park jiminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora