27

3.2K 364 54
                                    


Jimin.

Mentiría si dijera que lo pensé muchas veces mientras estuve separado de ella. De hecho tan sólo tuve que darme cuenta lo mucho que ya la extrañaba cuando se montó en el avión para entender por completo que me había enamorado de Ha Na.

No es que antes no lo supiera, por supuesto que ya mi piel, cada parte de mi cuerpo y sobre todo mi corazón lo sabían cuando se acercaba a mí, cuando me miraba y se dormía a mi lado en el hotel. Sin embargo, cuando esa noche me tuve que regresar solo a la habitación, despedirme de los chicos y tomar el ascensor sin tenerla agarrada de la mano empezó a crecer en mí una incomodidad muy grande como si me faltara aire y mi pecho estuviera oprimido por algún ser invisible.

Ese ser invisible no era más que la ausencia. La tonta y brutal ausencia de Ha Na.

Todo fue peor cuando entré a la habitación y estaba en silencio. Más vacía sin ella, más unicolor sin ella. La tina, la cama, el aire acondicionado seguían en su lugar y aunque funcionaran ¿de qué valía si no estaba aquí para compartir nada de eso?

Por supuesto que era mi culpa que se hubiese ido; yo fui el primer causante. Sin embargo, nunca creí que separarme de una persona me generara tanta ansiedad y pánico.

Ansiedad cuando me preguntaba qué estaba haciendo en Corea y si había podido lograr restablecerse allá, ansiedad cuando me daba vuelta en la cama y mi mano instintivamente la buscaba sin éxito, ansiedad cuando la llamaba por las mañanas medio dormido y no respondía hasta que tontamente me daba cuenta que no estaba.

Y pánico... ese era el peor de todos. El pánico de que no me esperara, de que se cansara de tararear la canción que le canté. Pánico de perderla porque a fin de cuentas Ha Na se merece más.

Ahora por fin luego de tantos días donde me contuve por venirme solo a Corea a buscarla es que la tengo de nuevo con su mano entre mis dedos y doy gracias porque hace pocos días el destino me la puso de frente nuevamente.

Llegué a Corea siete días atrás lleno de cosas que hacer como siempre, agendas que cumplir, shows que presentar. De verdad que nunca habíamos estado tan abarrotados de trabajo como estos últimos meses y Ha Na pagaba en parte mi estilo de vida. No pude correr a buscarla de inmediato apenas pisé el aeropuerto de Incheon y me fue muy difícil comunicarme con ella cuando sabía que prometerle un día donde nos veríamos sería casi imposible.

Podía llamarla y decirle que estaba aquí, claro que podía pero... ¿cómo le explicaba luego que no podía verla de inmediato? Después de todo lo que me había esperado, ¿era correcto decirle que no hasta que estuviera más libre? La iba a hacer sufrir aún más y yo sufriría por hacerla llorar –en caso de que llorara por mí-.

Así que, uno de esos días que íbamos en la van de la empresa a presentar un show, vi un rostro familiar por una de las calles de la ciudad.

— Minho —Murmuré cuando lo vi.

Por supuesto que Minho no me importaba en lo absoluto cuando la van se detuvo frente a lo que parecía ser su estudio, sin embargo, todo se detuvo cuando la vi de pie en la puerta del local.

Ha Na sonriente, de ojos brillantes y una sonrisa tímida. Estaba ahí con él.

Tuve miedo y del bueno. ¿Había regresado para encontrar que Ha Na se veía con Minho? Si no fuera porque Namjoon me sujetó del brazo y me hizo entrar en razón me hubiese bajado en ese mismo momento para llevármela lejos pero no fue así. La van arrancó y con ella el miedo se me acumuló en el pecho por el resto del día.

Por suerte no duró mucho pues quería enfrentar todo y saber qué hacía Ha Na allí, así que al día siguiente me pasé por el local.

— Eres un completo estúpido, Jimin —Fue lo que me dijo Minho para después explicarme qué pasaba.

30 dates → park jiminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora