Hwarang: the story ✧『Soo Ho』

Capítulo 20.

Ji Dwi.

Todo mi cuerpo se congeló a la par que se tensó. Mis puños estaban tan apretados que los nudillos podian verse blancos. Mi cerebro estaba bloqueado, todo lo que quería hacer era abalanzarme sobre él y destrozarle en cráneo, hundirle mi espada en el pecho o cualquier cosa que le hiciese desaparecer pero sabia que aquella no sería la solución a mis problemas, sino más bien un problema más. Necesitaba pensar y no dejarme llevar por mis impulsos, y maldita sea, estaba siendo realmente díficil.
- Vamos, ¿y esas caras largas? -apoyó todo su peso sobre la pierna contraria y se cruzó de brazos- ¿No soy bienvenido en este plan?
- A decir verdad... no -espetó Sun Woo.
Yo seguía estático y bloqueado. Venga ya, Ji Dwi, reacciona, no podía ser tan malo.
- Es una lástima porque tengo pensado quedarme.
Su sonrisa activó algo en mi mente que me hizo reaccionar, me aproxime a él y le propiné un puñetazo en su mejilla derecha, desestabilizando su equilibrio.
Tocó su mejilla y me miró de arriba a abajo con desprecio.
- ¿Qué está mal contigo? Yo quiero acabar con Soo Ho tanto como ustedes.
- No eres bienvenido aqui, tu actitud nunca ha sido la correcta por mucho que tengas un mismo objetivo. Bien sabes que te conozco desde que llegué aquí y siempre has sido un completo idiota que se ha dejado manipular, lo cual es una lástima, siempre pensé que eras más que eso.
Wow, Sun Woo estaba dando en todos sus puntos débiles. Yo estaba de acuerdo. No le conocía. No mostraba simpatía por él pero tampoco odio, simplemente no podía confiar en él.
- Dame un par de días para pensarlo. -le respondí con la esperanza de encontrar una forma de solucionar este improvisto para entonces.
- No entiendo qué tienes que pensarte tanto... pero si en dos días no tengo esa respuesta, tu plan saldrá a la luz.
- Oh no, no lo hará, tu estarás muerto antes. -dije acompañado de una sonrisa arrogante, yo siempre tan seguro de mis palabras.
- Eso ya lo veremos.
Dicho aquello abandonó el lugar. Era la segunda persona que no se dejaba intimidar ante mis amenazas. ¿Estaba perdiendo yo autoridad y aquella mirada que intimidaba a todo aquel que osaba desafiarme?
Eso o él verdaderamente tenía personas que le cubrían las espaldas.
- Maldito Ban Ryu... nunca dejará de dar problemas -murmuró Sun Woo apretando sus nudillos.
- Está bien, amigo, me encargaré de ello, por el momento, cuéntame qué tanto sabes de él.
Fui todo lo que pude decir para calmarle mientras tomaba sus hombros y le guiaba de vuelta a las habitaciones. No obstante, yo sabía que no tenía controlada la situación y que dos días no serían suficientes para lidiar con ello.

______.

Me encontraba en la enfermería. Hacia dias que ninguna persona llegaba enferma necesitando mis servicios y sabía que ahí fuera habría personas más necesitadas que ellos. Por ello, solicité un permiso para salir pero no me fue concedido.

La situación estaba acabando conmigo. Mi hermano me ignoraba desde hacía unas semanas. No es como si yo no existiera para él o dejara de preocuparse... simplemente estaba mas frío, distante.
Tuve tiempo de sobra para pensar en todo aquello, en especial en las noche, cuando no podía dormir y mi único pasatiempo era darle vueltas siempre a lo mismo.
Quería pensar que la culpa era de nuestro beso. No sabía bien si del beso que Sun Woo me dio o el que hubo entre Soo Ho y yo. De cualquier modo era uno de esos dos la causa de su comportamiento, no podía haber algo más, yo no había hecho nada.
Cada día, cada vez que lo veía, luchaba contra mi miedo por ir y tener agallas para preguntarle qué sucedía con él, por qué era así de buenas a primeras, pero el terror me vencía y acababa ahogandome en un mar de preguntas.
Mientras tanto estaba afianzando un enorme lazo con el joven que me amenazó. Me dijo que dejase mi investigación sobre Soo Ho y lo cierto es que la había dejado. Ho Kong tampoco me había presionado para que le enviase información y por un momento pensé que era él el culpable. ¿El joven habría hablado con mi jefe?

Sorprendentemente, estaba de lo más amable hacia mi. Intentaba mantener conversaciones y me ofrecia sus oidos si necesitaba hablar de algo que me atormentaba. Claro que lo necesitaba, per nunca lo hice. No acudí a él.