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El destino hacía malas jugadas y, cuanto menos te lo esperas, todo tu día se tuerce de un momento a otro y sin previo aviso.

Los días posteriores a la charla con J-Hope fueron tranquilos, mi mente no tenía tiempo para pensar en nada más que la universidad y el trabajo. La mayor parte la pasaba tomando notas de canciones que me parecían excepcionales a la hora de escucharlas, esperando que en algún momento alguna sirviera de inspiración para darle alguna idea a Pdogg cuando volviera de su baja.

Sin embargo, continuaba en mi puesto de chica de los recados.

Aquella tarde no fue una excepción, la papelera bajo mi escritorio de trabajo estaba hasta los topes de papelitos desechados con información de pedidos de un lado para otro bien en reuniones o individuales, y acababa de llegar una nueva tarjeta que acabaría junto a sus compañeros. Con resignación cerré mi bloc de notas y todo lo que tenía abierto en el buscador para leer el recordatorio y, para mi sorpresa, era exactamente lo mismo que lo encargado días atrás. Botellas de agua y un café para llevar.

Supe entonces que los chicos estaban en el edificio y, ya sin el miedo de días atrás, me levanté inmediatamente de mi silla haciendo sonar el tacón de mis zapatos contra el suelo de mármol en camino a la máquina de café en el pasillo junto a las expendedoras con snacks y refrescos.

Pero cuando llegué al corredor me di cuenta de que no estaba sola, ya había alguien usando el dispersador de agua llenando uno de los famosos vasos de plástico blancos. Aquella persona me daba la espalda pero supe perfectamente quien era aunque no viera su rostro y no pensaba dejar que aquel encontronazo me sacara de mis casillas de nuevo.

Tomé una bocanada de aire con tranquilidad, mis manos estaban tan heladas como témpanos de hielo por los nervios que continuaban, aunque pocos, presentes dentro de mí. Me aproximé a la cafetera pero, antes de que llegara, él ya se había percatado de mi presencia. Suga.

—Vaya —se limitó a decir, dejando de pulsar el botón que hacía que saliera el agua fría por el grifo—. Hola, Emi.

—Hola... Yoongi —saludé de vuelta. De un momento a otro el aire comenzó a hacerse cada vez más pesado. Ninguno apartaba la mirada del otro hasta que decidí romper el contacto visual llevando mi vista hacia el papelito que sostenían mis dedos—. Pensaba que una de las botellas de agua sería para tí.

Cada uno volvió a lo suyo, la máquina de café comenzó a hacer ruidos y yo no tenía el valor de volverme de nuevo hacia él por muy tranquila que estuviera. Era un segundo primer encuentro y lo estaba llevando mejor de lo que me esperaba.

—Me gusta ir a por mis cosas yo solo —respondió—. Se me hace incómoda la idea de pensar que alguien está parando lo que sea que esté haciendo para buscarnos una botella de agua o un café cuando nosotros tenemos brazos y piernas.

—Bueno, en cierta forma tienes razón —dije, rodeándolo para sacar las cuatro botellas de la máquina expendedora una vez que comenzó a servirse el café—. Aunque al fin y al cabo esto sigue formando parte del trabajo, ¿no crees?

Me agaché para recoger las botellas de agua que ya habían caído y, cuando volví a incorporarme Yoongi y yo no estábamos solos en el pasillo. Como si hubiera salido de la nada, Jungkook hizo acto de presencia con sus ojos castaños puestos sobre Suga y yo como un partido de tenis.

—Vengo del baño —se excusó, señalando con su pulgar a sus espaldas—. Estamos ya todos en el estudio de RM pero...

—Ya voy —respondió Suga, dando un largo trago de su vaso de agua antes de tirarlo al cubo de basura junto al dispersador.

Dicho y hecho se fue sin decir ni una palabra más, torciendo aquella situación en un momento un poco más violento de lo que ya estaba siendo. Jungkook y yo intercambiamos miradas hasta que él se acercó hacia mí, con los dedos apuntando a las botellas de agua que sostenía en mis brazos con sumo cuidado para que no se cayeran.

how i met your father || bts harem fanfic [+18] [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora