En casa.

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—¡Espera, Sarah! ¡Vas a hacer que me caiga!

Bueno, de hecho tenia más miedo de que se cayera Mia, pero ella al parecer lo disfrutaba. Digo, se estaba riendo a carcajadas.

—¡¿Cuando llegaste?! ¡¿Estas bien?! ¡¿Porque tienes una cortada en el rostro?! ¡¿Quien es esa niña?! ¡¿A donde fuiste?! ¡¿Donde esta Yunei?! ¡¿Que haces en mi casa?!

Momento con esa ultima parte, ¿qué? ¿Su casa? ¿Que no era la casa del jefe del pueblo?

Esto podría ser peligroso, pero necesitaba estar seguro.

—Sarah... Podría ser grosero preguntarte a estas alturas, pero... ¿Cual es tu nombre completo?

—¿Eh? —Sarah ladeó un poco la cabeza al no entenderme, pero poco después mostró una expresión de indignación—. ¿No lo sabes?

Pues para ser honestos, hasta que salimos del pueblo no sabia siquiera que existías...

—Siempre pensé en ti como solo Sarah —me excuse—, así que...

Oh, dios, creo que se esta enfadando de verdad. Sus ojos dan miedo.

—¡La señorita se esta enojando! —rió Mia. Que no es broma, puede ser peligroso. Para su mayor seguridad la baje al suelo, cosa que ella aprovecho para correr a un bebedero de caballos cercano y ver su reflejo en el agua.

—Se llama Sarah Marie Tynner —interrumpió alguien.

Era Yunei, quien llegaba vistiendo unas ropas un tanto extrañas para ella: un vestido corto de color caoba, que honestamente, le quedaba fatal. O tal vez ta me había acostumbrado a verla con su vestimenta de combate y por eso lo valoraba así, quien sabe. Curiosamente venia con uno de los rescatados, un joven de cabello castaño un poco mayor que yo.

—No es de extrañar que él no lo sepa, Sarah, después de todo jamás se lo dijiste. ¿O si?

—No.

—Ahí esta. Si quieres que alguien se interese por ti, debes hablar. Estar simplemente ahí no lleva a nada.

—Lo siento, yo... lo haré.

Oh, gracias, Yunei.

—Aunque también es culpa tuya por decirlo así, Hill. —Traidora—. Pero ahora lo que nos concierne. Sarah, ¿podemos hablar con tu abuelo?

—¿El jefe es tu abuelo, Sarah? —le pregunte, ahora que se le había bajado el enfado.

—Si.

—¡Yunei! —Ajena a la conversación, Mia se dirigió corriendo a la elfa para que la cargara sobre su espalda.

—¿Y tú como lo supiste, Yunei? —le cuestione.

—Me lo dijo tu madre. Es una mujer muy rara, también menciono algo sobre un compromiso, tal vez en de tu hermano —respondió, encogiéndose de hombros—. La verdad no le puse atención.

"Pero a lo que vamos. Hill, el es Nerisse —continuo, señalando al joven—. El actuara como representante del grupo que rescatamos. Ahora, llama a tu abuelo, por favor, Sarah.

—Eh, si, claro... ¡Abuelo! —grito Sarah desde el umbral—. ¡Te necesitan!

Por dios, podrías al menos entrar para hablarle.

Un poco después apareció un hombre alto, que aparentaba unos cuarenta años, de cabello violeta y ojos rojos. Juraría que lo había visto en otra parte, pero no acertaba a recordar donde.

—¿Si? ¿En que los puedo ayudar? —dijo, sonriendo. Aunque sus ojos estaban alerta, sobretodo al ver la espada en mi cintura

—Mucho gusto —salude, inclinándome en señal de respeto—. Me llamo Hill Fell. A mi derecha esta Yunei, esta pequeña es Mia y junto a ella esta Nerisse. Hemos venido a pedirle un favor.

Theria Volumen 4: Los revolucionarios de MirieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora