Epilogo

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Lo primero que me llego al despertar fue el suave olor de flores recién cortadas, lo segundo fue la sensación de comodidad de estar sobre una cama suave. Y lo tercero fueron los suaves, pero contantes golpes de unas pequeñas manos en mi espalda.

—¡Hill! ¡Oye Hill! ¡Hill! ¡Dice tía Tyna que vayas! ¡Hill! ¡Oye Hill! ¿Estas despierto? Dice tía Tyna que si no vas te golpeara otra vez. ¡Hill! ¡Oye, Hill!

—Estoy despierto... Mia —respondí. Apenas.

En cuanto estuve un poco más consiente, me di cuenta que estaba acostado en la cama de Yunei, lo cual era raro, ya que recordaba haberme quedado dormido en uno de los sillones después de quedarnos hablando hasta muy tarde. A lo mejor fue ella quien me acostó en su cama, cediéndomela, ya que no había indicios de que nadie aparte de mí hubiera dormido ahí. Debido a que no había podido ver a un sanador, tenía vendas cubriendo mis heridos y aun sentía el dolor de los moretones y cortes que obtuve el día anterior.

—Oye, Mia —le hable a la pequeña que en ese momento estaba jugando con un florero en apariencia costoso—. ¿Sabes dónde está Yunei?

Mia señalo uno de los sillones, donde la elfa dormía apaciblemente con la boca ligeramente abierta. Lucia hermosa. Me acerque a ella y la cubrí con el cobertor que yacía a sus pies. No sé cuándo fue que al fin cayo rendida al sueño, pero le agradezco que estuviese ahí en ese momento.


—¿Qué hare si muren?

—Estaremos siempre aquí, Hill. Ya no es como antes, ya no estás solo. Ahora nos tienes a nosotros, tus amigos —me respondió ella, tocando mi pecho—. Al igual que tu padre, al igual que tu maestra. Siempre que pienses en nosotros, aunque nos hallamos ido. Recuerda esto, Hill, incluso aquellos que ya no están se entristecerán si los recuerdas solo con lágrimas, así que siempre hazlo también con una sonrisa.

—Esto no solo me lo dices solo a mí, ¿verdad? —pregunte, mirando como una lagrima recorría su rostro.

—Soy un elfo, Hill. Incluso si sobrevivimos a esto, solo estaremos juntos poco tiempo. Me duele solo de pensarlo, pero esa es una verdad innegable. Ni aumentando su vida por medios mágicos vivirían tanto como yo.

"¿Sabes? A veces pienso que sería mejor caer con todos ustedes. A la mañana siguiente me digo que es una tontería, pero el pensamiento vuelve al anochecer. En una ocasión te dije que éramos parecidos. Pues ves, creo que eso tiene más de razón de la que pensaba. Yo también he pensado en morir.

—Creo que entonces tendré que volteártela —le replique, sonriendo. Siempre la había visto perfecta, madura y sin miedos. Ahora sabía que los tenía. Al igual que yo, le aterraba la idea de quedarse sola. Creo que era por eso que no me molestaba hablar con ella de esto, incluso me aliviaba un poco—. Estaremos contigo. En verdad espero que lleguemos juntos al final y vivamos muchos años. Pero si yo no puedo, al menos quiero que me prometas que seguirás adelante. Hay muchas cosas en este mundo que ver y sentir. Si eres como yo, seguro que también quieres experimentarlas. No pienses en morir hasta no haberlo hecho todo, por favor.

—Tienes razón. Allá en Friender te dije que ese era un pensamiento infantil, pero, honestamente, yo lo comparto. El mundo es enorme y me gustaría verlo en su totalidad. Pero lo que dijiste también se aplica a ti. Si me voy antes, espero que tú seas quien cumpla ese deseo.

"También recuerda, Hill, que no somos los únicos en esto. Los demás te han seguido porque creen en ti. No dudes en que tu camino es el correcto, pues ahora hay más personas que piensan que lo es. Ellos darían su vida por la meta que te has impuesto, algunos por su familia, amigos y seres queridos. De llegar a morir, se irían con una sonrisa pues saben en su corazón que es lo correcto. Si te llegas a quebrar, solamente dañaras esa convicción. Por eso estoy aquí, te prestare mi hombro si llegase a pasar. Cuéntame tus dudas y medios y los compartiré, los afrontaremos juntos. No solo yo, también Tyna y Karla te conocen demasiado bien como para saber lo que te puede llegar a afectar. Sin embargo, aun así creen en ti y, al igual que yo, lo seguirán haciendo. Apóyate en ellas también, no soportes la carga solo.

"Por eso, si algunos de nuestros compañeros llegan a caer, llórales para despedirlos y poder continuar, pero no te arrepientas, pues con eso solo macharía esa convicción por la que dieras su vidas. Y recuerda los momentos que pasaron juntos con...

—Con una sonrisa. Si yo muero, espero que me trates así, por favor, Yunei.

—Te pido lo mismo, Hill. Dime una cosa, ¿has llorado la muerte de tu padre, tu maestra y Arisa?

—Un poco.

—Pero no lo suficiente. Entonces llora, Hill. Llora para poder continuar. Limpia tu alma. Y sigue adelante.

Sin poder evitarlo, las lágrimas comenzaron a empañar mis ojos. Llore, llore gran parte de la noche en brazos de mi mejor amiga. Y también reí, reí al recordar los momentos que pasamos juntos. Ella tenía razón, ellos estaban ahí, siempre estrían ahí, nunca volverían a dejarme solo otra vez.


—¿La despierto, Hill? —me pregunto Mia, acercándose a ella.

—No —le respondí, tomándola con suavidad en mis brazos y acomodándola en la cama—. Déjala dormir otro rato. Merece un buen descanso. Ahora, ¿Dónde nos esperan?

—¡Te guiaré! —dijo la pequeña, enérgica. Tomo mi mano y tiro de mí hacia la puerta. Antes de salir al pasillo, mire de nuevo a la elfa, quien aun dormía plácidamente.

—Gracias —susurre, mientras la puerta se cerraba.

Theria Volumen 4: Los revolucionarios de MirieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora