Preludio a la batalla: El Cristal.

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Karla



Nos encontrábamos en un círculo, repasando el plan para destruir a las marionetas y recoger las hojas que Suzanna había encontrado. La idea era hacerlo rápido y destruir la conexión en menos de un minuto, que es lo que aguantaríamos contra esas cosas en nuestros estados actuales.

—Me gustaría que Hill estuviera aquí —murmuro Sarah—. Él siempre sabe qué hacer.

—Pues no está, así que a callar —le espete. Honestamente, me molestaron un poco sus palabras. Vale que el chico fuera listo, pero nosotros no éramos inútiles, debíamos poder salir de algunas cosas con nuestras propias manos—. ¿Estás seguro de esto Lousy?

—Si, por supuesto, señorita demonio —me respondió él—. Solamente se necesita un destello. Aunque la técnica con la que controlan a las marionetas es poderosa, solamente se necesita un haz de luz al usuario para romperla.

—Está bien, creeré en ti por ahora. Pero basta de decirme chica demonio, soy Karla o señorita Farenill. Sarah, hazlo ahora, no hay que perder más tiempo.

Ella asintió y creo una bola de hielo que hizo rodar despacio hacia las marionetas. No fue sino hasta que llegó al rango de los diez metros, más o menos, cuando aquellas cosas reaccionaron ante la presencia de la esfera y la cortaron a una velocidad asombrosa.

—Que rapidez —murmuró Lousy.

—Si —respondí—. Pero no es nada que no podamos manejar.

"Ahí está, diez metros. A la cuenta de tres iniciaremos el plan. Uno, dos, tre...

—Espera —me detuvo Sebastián—. ¿Estas segura de que no quieres que los apoye?

—Sigues herido. Es demasiado peligroso —le respondió Sarah, como consolándolo.

—Pero puedo curarlos...

—¿Puedes curar a distancia? —pregunté.

—No, pero...

—Entonces, lo siento, pero no. Solamente estorbarías. —Era todo lo que iba a decir, pero al ver su rostro abatido, no me quedó más que agregar—. Mejor guarda tus energías, podríamos necesitarte después.

—Así que descansa —complemento Lousy, palmeándole la espalda con su única mano—. Después de todo, te necesitare para curarme por completo.

—Si, por supuesto...

—Si no hay más objeciones. ¡Andando!

Detuve el tiempo los dos segundos que me permitía lo que quedaba de mi energía mágica y me coloque frente a una de las marionetas. Al momento en el que el flujo de tiempo volvió a la normalidad, Sarah tomó a Lousy y se transportó justo a fuera de la puerta de la oficina, mientras que Suzanna se colocó delante de la otra marioneta.

Las dos criaturas reaccionaron al instante, atacándonos con una fiereza que pocas veces había visto. Mi espada apenas podía contener las afiladas navajas que la cosa con la que me enfrentaba, por lo que cuando sacó un nuevo apéndice, esta vez más parecido a un látigo, que guardaba en su espalda y con él me arrebato mi arma. No me quedo más remedio que retroceder para evitar ser rebanada.

Aquella cosa comenzó a perseguirme, rompiendo mi espada con su apéndice sin esfuerzo alguno, a la vez que agitaba sus temibles brazos con frenesí en mi dirección. Al parecer, el haberse dividido no solo los hizo más rápidos, sino también más agresivos.

Sarah, apresúrate.

—¿Cómo vas, Karla? —me grito Suzanna, quien apenas lograba defenderse del apéndice con un par de dagas, mientras esquivaba las cuchillas de la criatura.

Theria Volumen 4: Los revolucionarios de MirieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora