Karla
Igual que antes, aparecimos en un pasillo desierto frente a una puerta de metal oricalco protegida por antiguas runas, puede que grabadas mucho antes incluso de que el actual director de la academia de magia naciera.
—Apresúrate, Suzanna —ordené.
—¿Quién te puso a cargo? —se quejó, pero inclinándose frente a la cerradura y comenzando a hacer su trabajo.
—Hill.
—Ese tipo... ya me las pagará por no ponerme como líder, creo que otro golpe al estómago servirá —murmuró.
Me quede tras ella, observándola. Si bien nunca he necesitado abrir una cerradura de esa forma, no estaría mal aprender una técnica así. Después de todo no se sabe que es lo que pueda pasar a futuro.
—Sí, sí —le respondí, sin darle mucha importancia—. Luego te quejas con él. Sarah...
—¡Sí!
—Toma estos planos —le dije, entregándole un papel en donde se mostraba a detalle el piso de la academia donde nos encontrábamos—. Has lo de antes, ve a todas las esquinas y revisa las escaleras. Cuida que nadie te vea y si alguien viene, nos avisas.
—¡Entendido! —exclamó la joven y desapareció.
—¿Y tú qué vas a hacer? —me preguntó Suzanna—. ¿Solamente te quedaras ahí para...?
De pronto, la chica dejo de hablar y se quedó mirando la cerradura, confundida.
—¿Qué ocurre?
—Alguien abrió esta puerta no hace mucho —me respondió.
—Es obvio —dije, con algo de sarcasmo—. El director debe entrar y salir a menudo, ¿no crees?
—No entiendes —negó ella, sin molestarse—. Alguien forzó esta puerta no hace mucho...
—¡Chicas! ¡Alguien viene! —grito Sarah, apareciendo de repente frente a nosotras—. ¡Vámonos!
—¡Espera, espera! —Intervino Suzanna, abriendo en ese momento la puerta—. ¡Ya está! ¡Adentro!
Nos precipitamos a la oficina justo en el momento en el que al menos, dos jóvenes daban vuelta en el pasillo. Estaba segura de que eran mínimo dos porque, aunque no alcanzamos a verlos, sí que nos llegaban sus voces a través de la puerta a través de la que Suzanna y yo comenzamos a escuchar nada más entrar, sin siquiera ver a nuestro alrededor.
—¿Escuchaste algo? —pregunto uno de ellos.
—No —respondió el otro—. A lo mejor Carina volvió a dejar algo. Recuerda que ya antes regreso a buscar no sé qué cosa de su padre.
¿Su padre? ¿A qué se referiría con eso? ¿Quién es Carina? El nombre me sonaba, pero no alcanzaba a acertar de dónde.
—Creo que es una pérdida de tiempo, deberíamos irnos a almorzar ya —continuo la primera voz—. Después de todo nunca pasa nada.
—Puede —respondió la segunda—. Pero nos encomendaron esta misión, así que a callar, que ya pronto termina nuestro turno.
Suspire de alivio. Las voces comenzaron a alejarse, tal vez para subir al siguiente piso.
—Eh... ¿Chicas? —dijo Sarah de pronto—. Creo que deberían ver esto.
—¿Qué pa... oh, mierda.
—¿Qué rayos pasó aquí?
La oficina se encontraba hecha un completo desastre. Libros cuyas páginas estaban desperdigadas por el suelo, muebles y pinturas rotas, así como una caja de seguridad, que antes había estado oculta tras un cuadro, arrancada de la pared y sin su tapa. Además, alguien había pintado una enorme marca en la pared, parecida a aquellas runas que solía usar Hill.
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Theria Volumen 4: Los revolucionarios de Mirie
AdventurePara proteger a Mia, Hill tiene la obligación de sacar a la niña del pais en guerra de Ulien, sin embargo, por circunstancias imprevistas, se vera forzado a ayudar a la princesa Farenis a llegar a Mirie para, con la ayuda de Tailbert Kaleisis y Juli...