Preludio a la batalla: Confrontación.

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(Perdón por el retraso, pero como saben, ya no tengo tablet y me tardo mas en sacar los capítulos)

En cuanto la luz se desvaneció, me di cuenta que aparecimos en un pasillo creado a partir de piedras negras, iluminado tenuemente gracias a sucios cristales de luz repartidos a lo largo de la pared, que llegaban hasta una majestuosa puerta doble que parecía estar hecha de madera, pero con adornos de algo que se asemejaba al oro. Tras nosotros se encontraba otra, más simple en diseño, pero igual de imponente.

—No volveré a hacer eso —se quejó Nierya, levantándose y ayudando a Sarah para que también se pusiera de pie.

Tanto ella como Tyna tenían el rostro de un enfermizo color verde, seguramente les había afectado de más la absorción de magia debido al hechizo. Yo, por mi parte, sentía un vacío en mi estómago y un ligero dolor de cabeza, pero por lo demás estaba bien. No sé, tal vez me estaba acostumbrado a perder toda mi energía mágica por hacerlo demasiado seguido.

Mínimo esta vez no me desmaye.

—Y a todo esto, ¿dónde estamos? —pregunto Yunei, mientras se levantaba y observaba a su alrededor.

—La isla de los emperadores —respondió Farenis—. Tengan cuidado, no abran la puerta tras ustedes.

—¿Por qué? —preguntó Suzanna.

Ella, Fili, Farenis, Xi, Mia, Karla, Clarisse y Mifi, habían aterrizado de pie. ¿Cómo le hicieron? Quién sabe. Bueno, Mia es una diosa y de Clarisse era de esperarse, pero de los demás ni idea.

—Estamos sobre las nubes —le informo Tyna—. Afuera casi no hay aire, cuesta demasiado trabajo respirar. Ya lo he vivido, es horrible. ¡Maldita sea, tengo ganas de vomitar!

Espero que no sea mucha molestia, pero, por favor, hazlo fuera.

—¡Cállate, Hill, o te hare salir a ti para que veas lo que se siente!

¡Pero si no hable! ¡Y no te rías, Mia, que conociendo a Tyna, es capaz de hacerlo!

—Aquí dentro no parece mejor —agregó Karla, sin prestar atención a la rabieta de mí hermana.

Pero tenía razón, el suelo estaba lleno de polvo y en el ambiente flotaba un ligero aroma a moho. Eso sí, no habían telarañas, pues las criaturas más parecidas a esos insectos en este mundo podrían tamaño de un carro de golf y vivían en lugares mucho más amplios que ese pequeño pasillo.

—Sin mis hermanos aquí, es seguro que el castillo permaneció cerrado —respondió Farenis—. Solamente los miembros de la realeza pueden abrir las puertas, o al menos eso se supone. Mi padre me dijo que es debido a un antiguo encantamiento.

Generalmente me preguntaría como era eso posible, pero recordé que los emethia me habían explicado que la energía mágica era más poderosa en tierra y que era posible que la magia arcaica funcionará todavía en el aire.

De ser cierto, no era de extrañar que alguien hubiera puesto runas autosustentables para que esa regla se cumpliera.

—Como sea, iré a informar que estamos aquí —empezó a decir Nierya, intentando dar órdenes—, mientras tanto ustedes...

Eso no me gustaba, las cosas no debían ser así, no si se suponía que con nosotros estaba la supuesta futura gobernante del país.

—Espera —la interrumpí—. Farenis, ¿dónde está la sala del trono?

—Después de la puerta, un poco...

—Primero vamos allá, después sabremos qué hacer —ordene con un tono un tanto duro que nunca usaba más que con mis alumnos latosos de Sarte.

Theria Volumen 4: Los revolucionarios de MirieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora