Preludio a la batalla: Hermanos.

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Clarisse

No podía encontrarla.

Lo único que el maestro me había antes de partir fue que cuidara a Mia, pero la perdí al solo apartarle un momento la mirada al ir por una bandeja de panecillos que me había pedido.

La busque por todo el castillo, incluso en las partes ocultas, pero parecía haberse desvanecido. Al final el único lugar que me faltaba revisar era el más peligroso: la armería, donde el joven Fili estaba creando armas en ese preciso momento. La señorita Mia es muy joven, si llega a tocar algo en un ese sitio lleno de armas... no me lo quiero imaginar, jamás me lo perdonaría.

—¡Señor Fili! ¿Ha visto a la joven Mia? —le pregunte al Joven Fili en cuanto abrí la enorme puerta de metal.

—No, ¿que no se la había llevado Hill? —me respondió, apartándose del artefacto que estaba construyendo—. Lo siento, pero he estado aquí toda la tarde y...

Mire alrededor, esperanzada en que estuviera en una esquina y que el joven no la hubiera visto por estar distraída, pero, aparte de la maquina en la que él trabajaba en ese momento y una pequeña mesa llena de herramientas y libros, no había nada más.

—¿Qué es eso?

No me había dado cuenta al principio, pero sobre se encontraba un objeto un tanto atípico: una pequeña mano de plata, no más grande que una cuchara, sosteniendo una nota.

—No lo sé, nunca lo había visto.

El joven Fili se acercó a la mesa y tomo la nota. Tras leerla me la tendió con una expresión de extrañeza en su rostro.

—Creo que esto es para ti—me dijo.

La tome con cuidado y la examine. A primera vista parecía haber sido escrita por la pequeña Mia, sin embargo, cuando se examinaba mejor se podía notar tenía algo extraño. Aparte de que no parecía redactada por una persona tan joven, la caligrafía era demasiado impecable y usaba palabras impropias para alguien de su edad. Pero lo más notorio eran las pequeñas runas de color dorado que centellaban en los bordes de la hoja.

Clarisse:

Lamento el preocuparte, pero no tenía otra opción. Hay algo que debo hacer y es necesario que lo haga sola. Un acto egoísta en el cual no quiero involucrar a nadie más. Y lo siento por lo que sigue, pero no recordaras nada, de nuevo, lo lamento, no tengo otra opción. Ahora por favor, duerme, te prometo que ella regresará pronto y a salvo. Att: Siel.

De pronto la nota comenzó a brillar y todo se volvió blanco.

*

Hill

Prepare mi espada y me acerque con la mayor velocidad posible a Tyna. Ella era una maga experta en ataques a distancia, si le daba tan siquiera una pequeña oportunidad, su magia me superaría. Lo mejor era forzar una pelea cuerpo a cuerpo.

Pero ni logre tocarla.

Cuando mi espada ya se encontraba a milímetros de ella, Tyna se convirtió en un ser negro y entro en las sombras que se proyectaban en el suelo, desapareciendo.

En ese momento active mi habilidad para ver cómo se movía. Era muy rápida, parecía como un tiburón acechando dentro de las sombras, por suerte necesitaba una para emerger. Lo malo es que había olvidado que yo mismo proyectaba una. Al darme cuenta y en el último segundo, esquive seis pilares negros que emergieron desde debajo de mí, destrozando el lugar donde me encontraba hasta hace un segundo. Y en medio de los pilares apareció mi hermana, sonriendo con malicia.

Theria Volumen 4: Los revolucionarios de MirieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora