Trato

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—Muy bien, ya que estamos todos, continuemos con la reunión —oré, de forma solemne, como si de un discurso se tratara.

Es genial, siempre quice hacerlo.

El grupo que traía a Farenis llegó casi dos horas después de que terminaramos nuestra platica. Para ese momento yo ya les había dicho todo lo que sabia a mi hermana, Clarisse y Sirien, eso debido a que Nierya se negó a seguir hablando, con la excusa de que debíamos esperar a la princesa.

Lina, Harper y Trezellia los condujeron a la casa de Tyna una vez llegaron al pueblo, pero hubo un problema y es que, contándonos a todos los adultos, eramos diecisiete. No íbamos a poder estar a gusto en esa pequeña sala.

Es por eso que nos trasladamos al antiguo lugar donde solía actuar como maestro. No sé si fue por nostalgia u otra cosa, pero en cuanto llegamos, me subí a la roca desde donde antaño di clases.

En el camino les explicamos a los recién llegados lo de la maquina, pero faltaban aclarar algunos puntos y para eso estábamos ahí reunidos.

—Antes que nada. Hill, ¿porque estas tan herido? —pregunto Sarah al ver mi rostro un poco hinchado.

—El idiota se cayó en mis sombras y se pegó... unas cuarenta o cincuenta veces —respondió Tyna—. Pero ahora eso no importa. Tú, Nierya, ¿porque rayos piensas que el arma esta en Virelia?

—Como dije, es obvio, niña —le respondió la sacerdotisa, un poco indignada por la forma de hablar de mi hermana—. Virelia es una isla gigantesca ubicada entre los dos continentes. No hay tanta energía mágica como en Demery, pero tampoco tan poca como en el continente humano.

"A pesar de ser tan grande, la isla solo posee un emplazamiento: Imeris, la ciudad donde se hace el torneo.

"Además, en ese lugar se reúnen los mas fuertes, sacar la energía mágica suficiente para hacer funcionar esa cosa debería ser fácil con todos esos tipos ahí.

—Pero Nierya —intervino Yunei—. Ese es un lugar publico, ¿como se como construiría algo tan grande sin que nadie lo notara?

—Es un lugar publico sólo durante el tiempo que se hace el torneo —respondió ella—. Las personas que viven ahí son muy pocas. Además, Xartos y el resto de dioses, menos yo, se la pasan la mayor parte del tiempo ahí. Ellos conocen el lugar mejor que nadie y tienen acceso a sitios donde nadie más va. Es perfecto.

—Pero si ese es el lugar —comente—. ¿Porque no lo ha hecho todavía? ¿Acaso se tardo mas de cuatro años para terminar la máquina?

—¿Pues donde estabas, niño, bajo una piedra.? —cuestionó la sacerdotisa—. El torneo de celebra hasta en próximo año. Lo atrasaron un tiempo.

—¿Que? ¿Porque?

—Es cierto, que el maestro no lo sabe. Entonces, por favor, déjeme a mi responderle —intervino Clarisse —. Verá, después de que regresaramos a Ulien se corrió la noticia sobre la muerte del pensador.

—Pensé cuando lo supe que vendrían por nosotros —la interrumpió Tyna—. Iba a ser una buena pelea, pero aun así seria entretenido.

—No paso nada, maestro, no tiene que alterarse —dijo Clarisse al ver mi rostro preocupado—. Alguien mas se culpo. No sabemos quien fue, pero si que lo ejecutaron.

Pobre tipo. Aunque es extraño que no se dijera el nombre de quien lo hizo. Ese secretismo me daba mala espina, pero no era momento de pensar en eso. Aunque...

—Esperen. ¿saben algo de la tecnología para hacer piedras de alma? Ya saben esas que les di para que regresaran.

Piedras de alma. No suena mal para un nombre que me acabo de inventar. Aunque quedaría mejor piedra de alma mágica... No, muy largo.

Theria Volumen 4: Los revolucionarios de MirieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora