Preludio a la batalla: Marionetas.

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Karla

El grito de Lousy resonó con la suficiente fuerza como para que toda la universidad pudiera escucharlo. Por desgracia, debido a que la mayoría de los estudiantes y maestros estaban, o en las murallas de la ciudad o en el coliseo de la academia de magia, quedaban solo unos pocos que pudieran ayudarnos.

Y eso si se atrevían a venir.

—¡¿Estas bien, Lousy?! —grito Sebastián, corriendo hacia su amigo —. ¡Aguanta! ¡Cerrare la...!

Pero el joven no pudo concluir su frase, pues cuando estaba a punto de llegar a él, dos cuchillas atravesaron su estómago, empapando con sangre el suelo y las paredes. Milagrosamente, el subir y bajar de su pecho demostraba que seguía con vida tras esas heridas.

—¡Karla! —grito una de mis compañeras, sacándome de mi letargo. No sé quién fue, pero gracias.

No me había quedado paralizada por la escena sangrienta, después de todo ya había visto violencia de ese tipo antes, incluso yo la había ocasionado, sino por la velocidad de la criatura y sus movimientos antinaturales.

No respiraba o producía sonido alguno. Ni siquiera mostraba sed de sangre u odio. Era demasiado fría, como si en realidad no estuviera viva.

Active mi habilidad y paré el tiempo cuatro segundos, los suficientes para levantarme, subirme en su rugoso lomo y atravesar a la cosa son mi espada. Sentí algo extraño en cuanto mi arma atravesó su piel. No parecía ser carne, tenía una textura parecida a la de la arena, la espada se hundió en esa cosa con demasiada facilidad.

Di un salto hacia atrás cuando el tiempo estaba a punto de correr de nuevo y miré mi espada. Ni una sola gota de sangre. ¿Qué rayos era esa cosa?

En cuanto el tiempo volvió a correr, la criatura se volvió hacia mí, atacándome con una de sus cuchillas a una velocidad asombrosa. Apenas logre esquivar sus cuchillos porque ya había gastado la mitad de mi energía mágica y estaba comenzando a cansarme.

—¡Suzanna! —grite—. ¡Revisa si esos dos están bien! ¡Y luego sácalos de aquí!

—¿Ah? ¿Yo? ¡Oh, sí!

Sarah y yo distraíamos a la criatura, cada una combatiendo con una de sus cuchillas, mientras que Suzanna arrastro a los dos jóvenes hasta una pared lejana y comenzó a ponerle un torniquete a Lousy. Era lo único que podía hacer en ese momento.

—¡Sarah! ¿Puedes llevártelo y arrojarlo en un lugar desolado?

—¡No puedo! ¡Lo intente, pero no me deja teletransportarme! ¡Cuidado! —me advirtió Sarah.

La criatura saco de su espalada un apéndice alargado y repleto de escamas hechas con pequeñas navajas, con el cual me ataco. Gracias a la advertencia de Sarah, logre esquivar a tiempo y evitar un daño considerable, sin embargo logró arrancarme parte de la piel de uno de mis brazos, dejando una herida muy doloroso en él.

La criatura ni siquiera me dio tiempo de quejarme, pues volvió a atacarme con sus cuchillos. Apenas lograba mantenerlos a raya y la aquel apéndice era un problema.

—¡Sarah! ¡Córtalo a la mitad, ahora!

—¡Voy!

Sarah se transportó a la espalda de la criatura y clavo una daga en medio de las segmentaciones, congelándola y consiguiendo de esa forma cortar a la criatura a la mitad.

Aquella cosa cayó al suelo, inmóvil. Al ver el cuerpo me di cuenta porque se sintió tan raro cuando lo acuchille y porque no sangro. Dentro parecía ser musgo y la piel solo cuero cocido. Una muñeca.

Theria Volumen 4: Los revolucionarios de MirieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora