Preludio a la batalla: Platica en la biblioteca.

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Un mundo devastado, repleto de criaturas conformadas por polvo que poco iban despareciendo, dejando tras de sí solamente tierra infértil y árida. A lo lejos, en medio de la devastación, se podía ver a una única persona caminado con pasos cada vez más lentos, un joven de cabello negro que finalmente sucumbió ante el agotamiento.

Era yo.

Después, el viento trajo a mis oídos una voz femenina, familiar y extraña a la vez. Joven y adulta al mismo tiempo.

Este es tú futuro, esta es tú agonía. Solo si posees la fuerza necesaria podrás evitarlo. Llegado el momento, confiare en ti para superar el dolor y la perdida, hijo de la tormenta. Y espero, me puedas perdonar.

*

—Hill.

—Maestro...

—¡Hill!

—Maestro, por favor...

—¡DAVID!

—¿Qué? ¡Ah, sí! ¡Estoy despierto!

Levante rápido la cabeza al sentir un ligero golpe en la coronilla. Bueno, lo sentí ligero, pero debió ser muy fuerte porque al poco tiempo comenzó a doler horrores.

—Arh... ¿Eso era necesario? —le pregunte a la responsable, sentada frente a mí.

—No te despertabas, era obvio que sí. Además, ya has dormido mucho —me respondió Yunei—. Y límpiate la saliva, incluso hay una hoja pegada ahí. No, espera, es el libro entero.

—Como si pudiera cargar un libro solo con saliva —comencé a refutar, pero en seguida me di cuenta que tenía razón. La esquina de una hoja de papel se había adherido a mi mejilla y al levantarme, arrastre todo el libro—. No digas nada.

A pesar de la advertencia, Yunei se rió.

Nos hallábamos en la parte oculta de la biblioteca, buscando pistas de lo que era el proyecto titán o alguno de los esquemas de las armas creadas por los iluminados, pero hasta el momento no habíamos encontrado nada y ya llevaba casi tres días buscando. Y es que no buscaba solo por diversión, si no sabíamos a que nos enfrentábamos, no podríamos defendernos.

Tal vez era muy paranoico, pero la verdad es que creía que incluso podrían tener misiles o algo parecido.

—¿Es eso café? —le pregunte a la eklfa al verla llevarse una taza a los labios—. Huele bien, estaría bien uno para pasar el resto de la noche.

—¿Noche? Ya es de mañana Hill. No logre despertarte antes, por más que me esforcé —se quejó Yunei—. Parecías estar muerto. Incluso te pique con una vara.

Como para decir que no estaba bromeando, levanto una pequeña vara de madera. Eso explicaba el dolor en mi mejilla.

—Me tome la libertad de prepárale uno también, maestro, beba, por favor —me dijo Clarisse, poniendo una taza de café frente a mí.

—Huele delicioso, gracias Clar... ¡Espera, Yunei! ¡Dijiste de mañana!

—No se ve aquí, pero si, maestro, ya es de día —me respondió Clarisse.

Demonios. Me retracto, ya llevaba tres días enteros buscando.

Quería golpearme la frente. Como había dicho Clarisse, estábamos en una mazmorra sin ventanas, oculta bajo la biblioteca del castillo e iluminados solo por esferas de luz. Prácticamente me había encerrado en este lugar todo este tiempo, fisgoneando en todos los libros que encontrara. Al segundo día, Clarisse y Yunei comenzaron a venir también. Yunei se quedó conmigo, buscando, mientras que Clarisse solamente me venía a dejar comidas o preguntarme si necesitaba algo.

Theria Volumen 4: Los revolucionarios de MirieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora