Por amor

Reencuentro

Firmó la última hoja y sonrió —Muchas gracias, señor Hiroshima.

En hombre castaño asintió, no feliz, pero lo hizo —Gracias. De verdad le agradezco todo. En especial que me siga dejando a cargo.

—Usted es un excelente hombre de negocios. Será un placer trabajar con usted.

—Gracias.

—Lo malo son las circunstancias.

El castaño negó —Usted vino a salvar el negocio, los empleados de 5 mil personas. Yo le estoy agradecido. Mi socio... Bueno, su socio no sabía qué hacer para ayudarme.

—No se preocupe. Todo estará tal cual lo lleva usted. Por cuestiones de la empresa se hará una auditoría. Para saber todo lo que entra como activo.

—Entiendo. Su gente será bien recibida.

—Gracias. En un mes espero el primer informe.

—A primera hora lo tendrá. Nos vemos pasado mañana para ir con el socio.

—Hasta luego— extendió la mano y se despidió de su nuevo socio.

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—Seijūrō-sama. Tiene una llamada de Kagami-san.

—¿Taiga?

—Es su esposo. Dice que lo ha estado llamando pero no le responde el celular.

—Gracias— tomó el teléfono —. ¿Qué sucede Tetsuya?

—Te espero en media hora en la terraza B del parque de diversiones.

Se tenso al escuchar eso —¿Qué?... ¿Tetsuya?

La línea se escuchaba colgada. Miró la hora del teléfono. Tenía menos de 15 minutos para salir.

Se dió una ducha rápida y corrió hacia su auto. No le sorprendió que no estuviesen sus llaves. Soltó un suspiro. Pidió al chófer que lo llevará.

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Mientras se dirigía a ese lugar sentía con el estómago revuelto. Hacia años que no pisaba esa terraza. Le traía recuerdos tortuosos.

Aquel lugar fue donde...

—Tardaremos un poco, Seijūrō-sama.

Asintió y miró a través de la ventanilla.

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Estaba temblando.

Los nervios le provocaba temblar y su estómago se sentía revuelto.

Diez años desde que no se encontraban frente a frente.

Cuatro años desde que lo vio de lejos. Cuando le decía a Midorima que amaba a su novia, que se casaría casaria con ella porque era el amor de su vida.

¿Cómo iba a reaccionar ante lo que había ocultado por 10 años?

Llevó su mano a la mejilla y acarició ese lugar; aquel lugar donde le había dado esa única bofetada.

La puerta de la terraza se escuchó. Su pulso se alteró.

Había llegado.

Controló su respiración, y giró lentamente.

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Llegó con 10 minutos de retraso. Una fuga de agua y la reparación hicieron que tomaran el camino más largo.

Llego a la puerta de la terraza, y la empujó, vio a hombre; por su figura y la ropa era doncel. El cabello castaño se movió a causa del viento.

El doncel poco a poco se giró.

Sintió su corazón detenerse.

No podía ser verdad.

Estaba alucinando.

—Akashi... Llega tarde.

Abrió los ojos como platos —¿K-Kōki?

El castaño asintió mientras observaba al pelirrojo. De verdad está mal.

—Tenemos que hablar. Tengo que decirte la verdad.

¿Verdad? ¿A qué verdad se refería?

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Masaomi recibió a su compadre, su socio.

—Ren ¿Cómo estás?

Se sentó frente al pelinegro —Mentiría si digo que bien. ¿Seijūrō?

—igual

—Ya le dije que no debe sentirse culpable. Él no tuvo la culpa.

—Lo sé —miró el retrato de su linda nieta —. Pero dice que si no hubiese invitado a Rin, ellas jamás hubiesen salido de casa.

—Pero él no tuvo la culpa.

—Seijūrō no entiende eso—  necesitaban cambiar de tema —. ¿Encontraste una solución?

—Si. Busqué alguna que me beneficie... Y la encontré.

—¿Cuál? — preguntó interesado.

—Vendí el 51 % de mis acciones.

—¿QUÉ?— se levantó de la silla y miró atónito a Ren.

—Fue la única solución. El joven que me ha comprado tiene una excelente visión para la empresa. De hecho, en cuanto se registró la compra, los activos comenzaron a crecer rápidamente.

—¿Y nuestra asociación?

—Igual. Pero él quiere venir a las juntas. Después de todo, ahora es mi socio mayoritario. Por ley le toca ser tu socio.

—Comprendo. ¿Quién ha comprado?

—Gold Inc.

Masaomi sintió que su mundo se tambaleó.

Gold Inc., era la mejor empresa internacional.