Un amor inesperado SEGUNDA TEMPORADA (Sofia y Hugo)

Tristeza

Hugo no podía olvidar el rostro de Sofía. Parecía como si estuviera dormida en un sueño profundo y triste del que ya nunca podría despertar. Sus manos aprisionaban un ramito de azar y su vestido blanco cubria totalmente su cuerpo. No se podía creer todo lo que pasaba, ¿Cómo podría vivir sin el amor de su vida?. Nisiquiera podía pensar en nada y su pequeña niña se encontraba enferma.

Cedric había llegado esa mañana con la cura para Sofía, lamentablemente se habia encontrado con la trágica noticia.
El hechicero y Hugo intercambiaron unas cuantas palabras de consuelo.

De un momento a otro las puertas se abrieron revelando al conde de Galdiz.
Alonso entro al estudio observando a su primo con una sonrisa mezquina, haciendo que Cedric saliera de la habitación no sin antes mostrarle una mirada de desconfianza. Él sabía que detrás de esa sonrisa se escondía un hombre perverso.

~¡Primo! Mis más sinceras condolencias, siento mucho lo que pasó con Sofía. Era un alma tan buena y bondadosa... Pero así es la vida... Por cierto hace unos días se que tu hija está enferma.

~No he podido hacerme cargo de ella, Scarlett la ha cuidado como si fuera su madre, realmente es una buena hija.

~¡Oh primo! Te compadezco pero... ¡La vida sigue! Hildegard vendrá pronto a cumplir su papel como esposa.

~¿Cómo?.

~El parlamento fijo una fecha para su boda, será el mismo día que la de tu hija. En dos semanas ambos estarán casados.

~¡Eso no puede ser! Sofía acaba de... ¿Como pretenden que yo me casé? ¡Jamás lo haré!.

~No tienes opción primito, el parlamento así lo decidió.

Hugo dió un golpe contra su mesa y camino con furia hasta la ventana.
Alonso salió victorioso, aunque no conforme.
Rápidamente se dirigió a su mansión en Galdiz. Allí encontraría al parlamento reunido y no perdería oportunidad de hacerles notar algunos puntos sobre su primo.

~Conde Alonso, no esperábamos su regreso tan pronto. Hablo el duque de Freezenberg haciendo que el joven riera.

~Vengo de ver al rey Hugo, es una verdadera desgracia lo que le pasó. Pero como dicen.... La vida no es justa.

~¿Cómo se encuentra?.

~Es un caos, aquí el problema es como se encuentra su hija menor, lleva días con fiebre y él nisiquiera puede mirarla a los ojos porque le recuerda a su difunta esposa.

~Tengo entendido que la princesa Scarlett la cuida, mientras ella pueda hacerse cargo no hay problema.

~La princesa se casará pronto y la niña quedará desamparada. Por eso me gustaría hacerme cargo de ella. Darle educación y el amor fraternal que necesita. El rey Hugo no está en condiciones de cuidarla.

~Es posible... Pero aún así es su padre.

~Tengo entendido que cuando el padre no es apto para cuidar a un niño se le es entregado a un familiar cercano con el poder adquisitivo.

~Tiene razón. Ahora mismo enviaré una carta al rey comunicándole que su hija menor pasará a su cuidado por la incompetencia que tuvo al no hacerse cargo de su enfermedad.

~Muchas gracias. Hablo sonriendo despotamente.

Mientras tanto en un lugar alejado dentro de un tenebroso bosque se encontraba una vieja cabaña aparentemente abandonada.
Sofía abrió poco a poco sus ojos encontrándose con la sonrisa de Cedric mirándola con nostalgia.

~Señor Cedric... ¿Qué hago aquí?.

~Descansa pequeña... Recupérate y más tarde hablaremos sobre esto. Contesto acercandole un plato de sopa.

Sofía comió dándose cuenta que ya no tenía ninguna clase de dolencia. Entonces intento cantar como en los viejos tiempos y su voz salió aún más maravillosa que antes. Tenía tiempo que no podía entonar nisiquiera una nota. Su opresión en el pecho se lo impedía y eso le dolía grandemente.

~¡Me siento mejor que nunca!

~Y yo me alegro de que estés bien... Ahora todo será diferente y ya no sufrirás.

~Eso espero, ahora debo volver con Hugo.... Y con mis hijos, ellos me necesitan.

~No puedes hacerlo hasta que....

En ese momento la puerta se abrió y apareció Zandar frente a ella.

Sofía se llevó las manos a la boca y el sultán corrió hasta ella para abrazarla.

~¡Estoy feliz de que despertarás! Llevas durmiendo casi una semana.

~¡Me siento llena de vida y feliz!.

~Ahora debemos hablar de algo muy importante Sofía. Interrumpió Cedric tronandose los dedos.

~Señor Cedric debo volver pronto al castillo. Quiero que todos vean lo bien que me encuentro.

~¡No puedes hacerlo! Grito Zandar haciendo que Sofía pegará un salto.

~¿Porque no puedo?

~Sofia... ¡Todos creen que has muerto!

~¿Qué?.... ¿Cómo? ¡Estoy mejor que nunca!. Debo arreglar esto, mis hijos deben estar sufriendo y Hugo... Seguro me tendrá lástima tal y como dijo Hildegard.

~¡Sofia cálmate! Zandar y yo preparamos todo esto, no puedes arruinar nuestros planes ahora que están casi por concluir.

~Veras, Cedric recurrió a mi poco después de que te enfermaste, solo yo sabía dónde se encontraba la flor que te devolvería la salud. Era lo menos que podía hacer por ti ya que has sido muy buena conmigo. Hice el viaje lo más rápido posible sin dar razón a nadie. Sabía que si se lo decía a Hildegard ella se negaría por completo. En fin unos meses más tarde me llegó una carta de mi consejero real, él era el único que sabía de mi viaje, en ella me contaba que el parlamento había tomado mi desaparición como muerte. Lo que más me dolió fue cuando me enteré que Hildegard con ayuda de su tío había logrado comprometerse con Hugo para que la boda se llevará a cabo a penas tu fallecieras. ¡No podía permitir eso! Así que una noche con ayuda de los poderes de Cedric decidimos dormir a todo el castillo de Albuquerque y así lograr nuestro cometido.

Flashback.

Cedric apareció en la habitación de Sofía. Todos dormían excepto la princesa menor que se mantenía intranquila.
Cedric observó cómo la niebla comenzaba a cubrir a Sofía provocándole un sueño profundo. Fue entonces cuando decidió hacer una copia exacta de la reina que fingiera una muerte trágica.
Un golpe se escuchó contra la ventana y el hechicero decidió huir con Sofía en sus brazos. Sin darse cuenta que la pequeña Jade se encontraba del otro lado de la ventana.

Al llegar a la cabaña preparo rápidamente la posion que le devolvería la salud. Zandar ayudo para que Sofía pudiera tragarla.
Y así pasó una semana hasta que la reina finalmente abrió los ojos.