Un amor inesperado SEGUNDA TEMPORADA (Sofia y Hugo)

Pronto acabará

Cedric no podía evitar sentir compasión por Scarlett y por Hugo. Ellos eran ya parte de su familia y a pesar de las constantes riñas que mantenía con el rey en el fondo lo apreciaba.
El hechicero se dirigió hasta los aposentos de Sofía y al verla sintió que todo su mundo se derrumbaba. ¡Esa no era su Sofía!, No era la joven alegre de mejillas rosadas y esperanzas.
Al verlo Sofía desplegó una sonrisa y con un movimiento de manos lo hizo acercarse hasta su cama.

~Señor Cedric.... No creo que esto sea un simple resfriado.... Me cuesta mucho respirar y mi cuerpo cada vez es más débil.

~Sofia, yo siempre te protegeré. Te prometo que podré sanarte y serás denuevo la misma mujer que yo conocí. ¡Solo confía en mí!.

~Cedric..... Si yo llegará a morir..

~¡No digas eso ni en broma!.

~Dejame terminar.... Si yo falleciera me gustaría que cuidaras de Hugo y de mis hijos. Se que él es ya una persona mayor pero amenudo necesita que alguien lo oriente. Además se que Jade esconde un poder muy fuerte. Me lo dijo Elena cuando visitamos Avalor. ¡Por favor no dejes que ese poder llegue a manos equivocadas!.

~Sofia no te preocupes por esas cosas ¡No morirás! Yo no dejaré que eso pase. Has sido mi amiga por tanto tiempo que me es difícil escucharte decir eso. Yo soy quien debería retirarse, ya no soy tan joven como antes, pero no lo hago porque cada sonrisa tuya me alienta a seguir adelante. Así que ayudaré a recuperarla. Hablo haciendo una reverencia para después retirarse.

A la mañana siguiente el hechicero hizo un viaje a las cumbres del sur. Con su conocimiento de herbolaria podría encontrar la flor necesaria para que Sofía se recuperará. Ella era muy especial y pasó de ser una simple niña que no podía pronunciar bien su nombre a una mujer maravillosa y virtuosa. 

Lamentablemente el viaje se alargó bastante ya que la Vilianty no era fácil de encontrar, constantemente cambiaba de hábitat y nunca se sabía dónde podría encontrarse.

~Buenos días Hugo, susurro Hildegard entrando al estudio.

~Se puede saber ¿Que haces aquí?

~Bueno en parte he venido a mi visita de cortejo, pero no solo a eso, también pienso llevarme a tu hija a pasar unos días en el castillo de Tangu.

~Scarlett no puede irse.

~Esta prometida con mi hijo. ¿O ya lo olvidaste?.

~No se ha firmado ningún papel, además según la tradición de Albuquerque si la madre no está de acuerdo no se puede concretar nada y como Sofía no está en condiciones de decidir me temo que no podra ser.

~Oh Sofía está muy de acuerdo, incluso ella me dió permiso de arreglar algunas citas con ellos.

~Pero ¿Que?

~Habla tú mismo con ella. Ahora dime  ¿A donde me llevarás? Me siento como en los viejos tiempos, tu siempre estarás a mi disposición.

~Eres odiosa, ¡Fuera de aquí!

~Bueno... Ahora que ya encendí la llama dejaré que tengas un momento de discusión con tu esposa.

Hugo apretó los puños, Hildegard podía ser muy fastidiosa si se lo proponía. Pero su enojo también estaba puesto en Sofía así que camino rápidamente hasta su habitación.

La reina escuchó unos fuertes pasos por el pasillo y al divisarlo sonrió feliz. Sabía que él estaba ocupado pero verlo aunque sea un momento era la mayor felicidad que podía tener. Quería abrazarlo y sentir sus brazos rodenadola. Moría por tener un momento a su lado y disfrutar el amor que siempre le daba.

~¡Sofía! Grito haciendo que dejará ese mundo de fantasías. ~Se que estás enferma y no debería hablarte de esta forma pero estoy muy decepcionado de ti.

Su rostro era tan duro que sintió su rechazo. Jamás lo había visto tan molesto como ahora.

~H...Hugo ¿Qué ocurre?.

~Realmente has arruinado la vida de nuestra hija, ¿Como pudiste? Acaso no sabes todo lo que Scarlett está sufriendo.

~No se de qué hablas..... Yo quiero más que a nada a mis hijos, jamás haría algo que los perjudicará.

~Ya lo hiciste. ¿Como pudiste confíar en Hildegard? Ella nunca va a cambiar, no puedo creer que seas tan tonta para volver a caer en sus juegos.

~Hugo.... No entiendo.

~Hildegard planea casar a nuestra Scarlett con su hijo y ¡Gracias a tu autorización puede hacerlo!

~Aun es muy pronto para matrimonio, incluso le dije eso ¡Pero yo sé que ella lo ama! Por eso acepte.

~¡Ella no lo ama!, Nisiquiera pudiste darte el tiempo para comprobarlo. No sabes nada de tu hija, con una sola mirada me di cuenta que quiere al principe de Belgrado.

~No he dedicado el tiempo adecuado a mis hijos por mi enfermedad pero sabes que los amo con todo mi corazón.

~Tu amor no los salvará del mal. Hablo para darse media vuelta.

~Hugo... Susurro para después soltarse a llorar. Él jamás le había hablado de esa manera mucho menos le había dirigido una mirada de desprecio.

El rey no dió vuelta atrás a pesar de haber escuchado los sollozos de Sofía.

~¡Eres maravillosa! Hablo Alonso mientras observaba lo sucedido entre Sofía y Hugo.

~Lo se, no tienes que recordarmelo. Contesto la azabache con aires de grandeza.

~Hugo está tan molesto que parece explotar. Ahora viene mi parte del plan, ¡Mira y aprende!.

Alonso se dirigió a Albuquerque y pidió hablar con Sofía, las audiencias estaban negadas por el estado de ánimo de la reina. Pero el insistio en verla.

El mayordomo noto bondad en sus ojos y lo dejo entrar.

Sofía tenía su cara pegada a la almohada ya húmeda por sus lágrimas. Al escucharlo entrar levantó los ojos con la esperanza de ver la sonrisa de Hugo, en cambio se encontró con una mirada penetrante.

~¿Que ocurre Sofía?

~No es nada Alonso, estoy indispuesta.

Sus ojos aún se encontraban vidriosos así que él saco su pañuelo y limpio sus lágrimas brindándole una sonrisa tierna. Sofía no pudo evitar corresponderla.

~Eres tan especial, no se que puede tenerte en este estado pero jamás debes dejarte caer.

~N...no es nada...

~Puedes confiar en mí, no soy como Hugo imagina.

~ Él está molesto conmigo.

~¡No lo creo! ¿Como puede enojarse contigo?, supongo que si fue por un error ¡Todos los cometemos!, aunque  enrealidad no se las razones.

~Fue por un error. Se soltó a llorar nuevamente y Alonso la sostuvo entre sus brazos. En ese momento Hugo abrió la puerta y sus mirada parecía arder.