Capítulo X

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Algo está ocurriendo con la niñata, anoche la oí discutir en francés con alguien, no pude distinguir casi ninguna palabra pero, sí pude oír como después de ello lloraba.

Nunca en mi vida he oído llorar a una mujer... Bueno, recuerdo que una vez oí a una niña llorar amargamente pero, fue hace mucho tiempo, en aquel entonces yo también era un niño. Ahora que lo pienso lo recuerdo muy bien. Fue cuando tenía 10 años, viajé con mi hermano y mis padres a Buambrich para que se acordara los términos nupciales con la Princesa de dicho país. Recuerdo que estaba aburrido y me escabullí hacia uno de los jardines del palacio. Mientras corría por los senderos una pequeña niña de cabello corto como hombre -a jirones debo decir- con un vestido empapado en barro, lloraba desconsoladamente sobre un banco de piedra marmol. Es aquí cuando mis recuerdos se vuelven borrosos, creo que me acerqué a ella y le pregunté por qué lloraba, y ella me respondió algo de que era porque se había cortado el cabello para complacer a su mamá pero ella la había rechazado con más ferocidad de lo acostumbrado.

A juzgar por lo sucia que estaba la pequeña, y la incoherencia de sus acciones, pienso que era la hija de alguna criada del lugar, de otro modo no me explico su presencia el palacio. Es curioso pero ahora que lo pienso, no conozco a la princesa de Buambrich, digo, será la esposa de Antoine, mi pequeño hermano de 22 años. Pese a que ambos somos de la realeza, las relaciones entre nuestros países no son muy buenas, por lo mismo es ese matrimonio arreglado. No tengo mucho contacto con las noticias internacionales a menos que sean relaciones económicas y políticas pero, lo que es la princesa y yo ¡cero!

Desperté temprano por la mañana, a causa de unos almohadazos brutales. Abro los ojos enfadados, y me encuentro con la sonrisa victoriosa de Dafne. De manera fugaz,la imagen de la pequeña en el palacio corre por mi mente.

-Buenos días ¿Cómo amaneció mi paciente? -Me saludó con la más inocente de sus sonrisas-

-Ohhh Dafne déjame dormir un poco más. -Hago caso omiso a su saludo y me acurruco nuevamente-

-No seas flojo y arriba. Anda, el desayuno está servido.

Me incorporo sobre la cama con ayuda de Dafne, cuando estoy sentado en el borde alzo la vista y la veo bien. Sus ojos brillan igual que todo los días, eso sí, se puede apreciar claramente la hinchazón de sus parpados, dejándome en claro que su llanto no fue un sueño.

-¿Estás bien? -Pregunto preocupado-

-Sí. ¿Por qué preguntas?

-Tus ojos están hinchados.

-¡oh! -alza sus manos y se toca las ojeras- Estuve llorando un poco anoche -Me aclaró y se fue.

Esta chica es extraña, no extraña en el sentido de que es algo retraída, sino que aveces creo entenderla, creo por un efímero instante conocer su personalidad pero no, hay una especie de abismo entre ella y yo. No me preocupa, yo acortaré ese abismo, lo haré desaparecer y ella vendrá a mi lado, antes de que tenga que regresar.

Voy al comedor donde me esperan, bueno, donde estaban sentadas Caroline y Dafne porque estaban terminado ya de comer.

-Eres demasiado lento Marcus - Me recriminó Caroline con la boca llena de pan-

-Lo siento, no es tan fácil levantarse con un brazo roto.- respondí sentándome-

-Sí lo es, no te levantas con un brazo, sino con tus pies.

-Calla -Miro mi comida. Hay leche, té, jugo, galletas, pan, mantequilla, mermelada y jamón. Mi estomago, quiero jugo y no puedo servir, quiero pan y no puedo preparlo-

-¿Qué quieres que te prepare?

-Eh...Jugo y pan con mantequilla y jamón por favor. -Dafne toma todo y lo prepara. Come y prepara, así se lo lleva-

Príncipes En FugaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora