Capítulo XXV

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Luego de mi episodio de a noche con Marcus, me siento algo más ligera, es como si de mi se hubiera marchado un gran peso, y entre nosotros haya desaparecido una barrera, una que pese haberse marchado, no podemos cruzar su rastro. 

Pese a todo, me siento bastante confiada y plena, de solo saber que ambos sentimos lo mismo por el otro, no lo dijimos por miedo, pero solo nos bastó con ver la mirada del otro y comprender que el corazón no supera los mandamientos exteriores. 

Hoy es una nueva jornada de actividades públicas. A petición mía no visitaremos ninguna familia rica o alianzas potenciales, en vez de toda esa parafernalia, iremos a una ciudad un poco más al sur de la capital, una ciudad pobre que hace muy poco se vio victima de un incendio que los dejó con escasos suministros. Moví algunos hilos y hoy podremos abastecer a la ciudad de alimentos, de agua, ropa y útiles de aseo básicos. 

Salgo de la habitación de los gemelos y me siento a desayunar con ellos, Katherine, Rogelio y su esposa. Estamos por terminar cuando Marcus aparece enfundado en un traje, su mirada cae en mi, o más bien en mi cuerpo porque me mira de arriba a bajo con evidente desconcierto. 

-¿Por qué aún no estás vestida? 

-Estoy vestida -Respondo tragando mi último pedazo de pan-

-Jeans y polera es el mejor conjunto que encontraste para visitar el CEO de los vinos?

-Es cierto, Marcus olvidé decirte. No iremos, en vez de ello repartiremos suministros en Saulville, el pueblo que se quemó en el sur.

-¿Y el CEO?

-Pues el CEO tendrá otra oportunidad para ver al futuro Rey. Ve a cambiarte. 

-Pero...

-Ya oíste Principito -intervine Katherine sacando su lengua -Nos vamos en media hora.

Marcus suspira resignado dando media vuelta sin decir ni pío, cinco minutos después vuelve a aparecer,  esta vez envuelto en vaqueros desgastados y una camiseta blanca ajustada a su torso. Una apariencia simple, excelente elección considerando el panorama de hoy, pero debo admitir que se ve malditamente sexy en esas ropas. No puedo dejar de devorarlo con la mirada, sé que siempre se ve como todo un adonis, pero hoy viste como el Marcus que conocí en Chile, y la mezcla entre ambos remueve todo dentro de mí. 

Lo peor de todo, es que él es consiente del magnetismo que desprende su presencia y su imagen, aún más cuando nota mi mirada desinhibida que lo recorre de arriba a bajo, mis ojos chocan con los de él y sonríe lleno de satisfacción y galantería. Carraspeo avergonzada de mi propio comportamiento y me levanto de la mesa para ayudar a la señora Elina, la mujer de Rogelio, a recoger las cosas de la Mesa. 

-¿Estásn todos listos? -Pregunta Jean - Marc asomándose por la puerta de la entrada- 

-Sí, estamos listos -contesta Katherine de manera cortante. Es obvio que no le cae bien Jean - Marc, después de todo no nos trató muy cortes que digamos, pese a que últimamente contiene su antipatía. 

-Pues muévanse -Le responde este de la misma forma, ambos se quedan viendo, retándose a duelo con las miradas a plomo. 

-Muy bien vamos. Marcus, Katherine, al auto por favor -Ordeno jalando del brazo a mi mejor amiga, llevándola hacia el auto. 

Los cuatro nos subimos al auto con dirección a SaulVilla, un pequeño pueblo devastado por las llamas, arreglé unas cosas con Rogelio en cuanto al voluntariado, y hablé con Antoine para que se encargara de todo lo concerniente a los suministros y reconstrucción. He de confesar que la idea ha provenido directo de la cabeza de mi futuro esposo, quién me sorprendió al recurrir a mí por ayuda logística, es por ello que cambié los planes e insistí tanto en venir aquí. 

Príncipes En FugaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora