Capítulo 6

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El bar Whyte Wyrm estaba lleno aquella noche. 

Audra no recordaba haberlo visto tan concurrido nunca, por lo que realmente se alegró por Janine, la dueña; recordaba vagamente haber hablado sobre la plata que debía con respecto al lugar y que estaba realmente triste porque quizá debían de cerrarlo, pero, claramente, no lo habían cerrado y eso significaba que Janine había salido adelante. Audra también tenía un vago recuerdo de Bob, un leñador gruñón y antisocial, que iba al bar todos los viernes por la noche y que siempre se encontraba gustoso de hablar con Audra, a pesar de que esta era solo una niña. Y de Huggie, un chico homosexual al que sus padres habían expulsado de casa al descubrir su orientación sexual. Y a Vanessa, la chica de cabello rosa, Joaquín, el simpático niño que acompañaba a su padre siempre que este se aparecía en el bar, y a su ídolo, Scott, un hombre de cuarenta años al que Audra amaba como si fuera su padre. 

Esa era su gente, su lugar, su hogar. Nada de mansiones, lujos, ni modales.

Se acercó al viejo edificio y algunos hombres, apostados en la puerta, bebiendo o hablando, se le quedaron mirando.

--Audra--llamo Cheryl, asustada. La mencionada, sobresaltada, alzó una ceja; habia estado tan distraída en sus recuerdos que no había notado que los chicos se habían quedado atrás, paralizados, sin quitar su mirada del bar--. ¿Que hacemos aquí?

Jughead empalideció bajo las luces neón que anunciaban el nombre del lugar, Archie parecía confundido, sin entender porqué estaban en aquel lugar de mala muerte; Verónica y Kevin miraban asombrados y Cheryl estaba asustada, lo que se reflejaba en sus ojos a la hora de mirar a su hermana.

--Aquí lo encontraremos--fue lo único que contestó.

Audra se sentía ansiosa, pero caminó con una tranquilidad impresionante, hasta llegar a la entrada, donde uno de los hombres la detuvo.

--Este no es lugar para niños--gruñó, sosteniendo el cigarrillo con su mano izquierda.

Audra se encogió de hombros y apartó la mano que la detenía, antes de abrir la puerta y entrar al bar. El aroma estaba cargado de humo, pero no humo como el que se expulsa del cigarrillo, sino algo mas puro, mas denso. Se encogió un poco, intentando pasar desapercibida, pero se reincorporó con un bufido al darse cuenta de que algunos miraban en su dirección; era obvio, se dijo exasperada, teniendo en cuenta que eran el único grupo de adolescentes allí. Debía encontrar a FP antes de que decidan que eran demasiado jóvenes como para merodear por el bar.

Se abrió paso entre la multitud, buscando con la mirada aquella banda de chicos con chaqueta de cuero que tanto extrañaba. Alguien la cogió del brazo, sin embargo, deteniéndola. 

--¿Qué demonios quieres?--le preguntó a Jughead. Detrás de él, los demás se apretaban unos contra otros, como si intentaran protegerse. Todos parecían aterrados.

--Vayámonos de aquí--dijo, tirándome hacia la salida. Los otros, al escucharlo, asintieron frenéticamente.

--¡No!--Audra gritó, soltándose de su agarre--. Debo encontrarlo antes. Se que esta por aquí, solía venir con...

--¿Que hace una Blossom en un bar de South Side?--susurro una voz ronca cerca de nosotros. 

Los siete alzaron la cabeza, encontrándose cara a cara con un hombre que, si quisiera, podría lanzarlos a todos al otro lado del bar con un panzazo. Su cabello estaba lleno de canas y traía puesta una camisa de franela, que se sobre ajustaba a la altura de su cintura. Además, traía puestos unos anteojos negros de sol que no eran de muy buena calidad. Su boca era pequeña y estaba seca, y, en este momento, se encontraba formándoles una sonrisa.

The other Blossom (RIVERDALE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora